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Turismo aventura en camioneta y submarino

Turismo aventura en camioneta y submarino

Alejandro Castañeda
Alejandro Castañeda

8 de Noviembre de 2020 | 05:47
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TURISMO LEJANO.- Existe una oferta viajera que propone paseos bajoneantes por lugares marcados por la tragedia. Una curiosidad requerida y morbosa por paisajes sufridos. Ahora se ofrece un tour al fondo del océano para visitar los restos del Titanic, esa nave colosal que se quedó para siempre a morir allí. El peligro ajeno siempre tiene seguidores. Esa excursión a 3.500 metros de profundidad cuesta nada menos que 125 mil dólares. Se viaja en un mini submarino que andará tres días circulando por esos ambientes que enmudecieron para siempre la noche que los recibió el iceberg asesino.

Debe ser estremecedor poder toparse con ese barco de tres cuadras de largo, el mayor souvenir que dejó el hombre en las profundidades, un enorme edificio de fierro y silencio, una máquina enorme que se quedó quieta para siempre, aunque soñaba andar de paseo eternamente.

El programa incluye flotar con un guía por ese salón donde la música siguió sonando hasta que el mar la tragó; y rondar por la cocina, los muebles, todo lo que quedó sin nadie. El mar ha sido el mejor cuidador de estos recuerdos. Nada los alteró. Están allí desde hace más de cien años. La llegada de este nuevo contingente de viajeros promete acudir a la belleza aleatoria del reencuentro para despertar nuevas sensaciones en esas huellas. El Titanic quizá podrá sentir que vienen a rescatarlo y que estará otra vez en marcha con nuevos turistas.

Dentro de un siglo, seguramente una agencia de turismo ofrecerá un paseo por la pandemia del 2020, una forma de poder revivir esta época miserable y de encontrarse con respiradores, barbijos, cuarentenas y alcoholes, ese arsenal lastimoso que permitirá desandar las huellas dolorosas que fue dejando este interminable Titanic que nos mantiene el borde del naufragio, embarcados en una travesía inimaginable, escuchando una orquesta oficial que siguió tocando su serenata de grietas, promesas y aislamiento. Nuestros descendientes podrán ver con desazón lo que sufrieron sus mayores. Y quizá esbocen una sonrisa halagadora al echarle un vistazo a esa vacuna que se llevó tanto sufrimiento y trajo otra vez esa carga perdida de afecto y cercanías.

TURISMO CERCANO.- Lo de hacer el amor en una camioneta ministerial es también una forma de desafiar el peligro. Así lo contó este diario, que tomó debida nota de un ajetreo en plena calle 30, cuando el vecindario creyó ver fantasmas en ese vehículo oficial que estaba detenido y se movía a buen ritmo.

El aislamiento parecía asegurarles cierta discreción a lo que estaban tramitando sus ocupantes. Pero la gente encerrada se ha vuelto muy curiosa y donde hay una ventana, se asoma. Es cierto, siempre un rodado oficial estacionado frente a casa invita a las preguntas. ¿Qué hace aquí? El ministerio de Trabajo administra como puede las demandas atrasadas de un país donde parece haber más trabajo en las camionetas que en la calle. Por eso algún desocupado se esperanzó al registrar la presencia en el barrio de una Kangoo muy activa por dentro. Pero claro, cuando miraron por la ventanilla, lo que vieron estaba lejos de mejorar el panorama laboral. Era una changa entre dos agentes fuera de turno que le habían encontrado una deriva disfrutable a la burocracia, un par de servidores ministeriales que habían interpretado a su gusto lo de la distancia y el barbijo y que una tarde de primavera se fueron hasta la orilla de la Ciudad para darle otro destino al viático y a la recorrida. Estaban allí, sigilosos, felices y encerrados, a merced de un ataque de ganas que no les dio tiempo al traslado. Pero la pandemia de alguna manera autoriza a gestionar urgencias y excesos.

Todo está permitido para calmar al prójimo. Con su accionar y lejos de la repartición, la pareja quiso inaugurar sin filminas pero in situ esta nueva etapa de distanciamiento menos rígido. Y se dejó llevar, sintiéndose amantes esenciales en medio de un aislamiento que a esta altura pide más camionetas y menos protocolo. Su descargo es atendible: ya hay demasiadas restricciones en el aire como para sumarle otra más a esos cuerpos deseosos que piden menos hisopados y más reaperturas.

Los vecinos de la calle 30 creyeron ver fantasmas en ese vehículo oficial

El Titanic quizá sentirá que vienen a rescatarlo y que estará otra vez en marcha con turistas

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