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La Ciudad |ASEGURAN QUE MANTENDRÁN LA CUSTODIA PARA EVITAR UNA NUEVA TOMA

Cinematográfico despliegue policial y desalojo en tierras de Los Hornos

Cientos de efectivos aparecieron ayer en el enorme predio que se extiende de 76 a 90 y de 141 a 155. La sola presencia de los uniformados motivó la partida -en forma pacífica- de la mayoría de los usurpadores

21 de Febrero de 2020 | 03:33
Edición impresa

Tras casi cuatro días de usurpación en el enorme predio que va de 76 a 90 y de 141 a 155, un ejército de efectivos policiales finalmente procedió ayer al desalojo de las tierras.

En un clima extremadamente tenso, la medida comenzó a concretarse en forma pacífica pasadas las 16. A esa hora, muchas de las no menos de 500 personas -de las iniciales 40 que se instalaron el domingo- fueron abandonando las tierras que antes habían ocupado, sin oponer resistencia. Hombres, mujeres y niños, varios de ellos petates en mano -algún colchón, mudas de ropa, bicicleta- fueron dejando atrás su parcela de terreno y sus testimonios : pastizales quemados, loteos con cintas, precarias construcciones improvisadas a base de chapas y maderas, carpas, toldos de nylon. Y más allá, sobre 90, una intensa humareda cuya invasiva estela el viento llevaba hasta 76.

Precisamente, oler ese humo y mirar era todo lo que uno podía hacer desde 76, calle que hacia las 15 se volvió infranqueable. Pues, entre ella y el predio se apostó un cerco policial con agentes de distintos cuerpos: Policía montada, Infantería, Grupo Apoyo Departamental (GAD) y DDI, entre otros que se dispusieron a cercar los accesos perpendiculares. Difícil para el ojo humano calcular cuántos eran, pero valga como referencia que los patrulleros móviles no bajaban de los cien. Si hasta en un momento un helicóptero de la Bonaerense sobrevoló el predio.

Esa sola presencia motivó a una buena parte de los intrusos a ir abandonando de a poco las tierras, la mayor parte de ellas pertenecientes al Estado nacional. A la vez que sirvió para impedir que aumentara el número de ocupantes. Pues, como se indicó, nadie podía cruzar la 76. Apenas, y con dificultades, los funcionarios presentes en el lugar.

“La idea es persuadirlos para que se vayan y no tener que usar la fuerza”, explicó en la víspera el subsecretario de Tierras, Hábitat y Vivienda de la Municipalidad de La Plata, Augusto Sciarreta, que siguió in situ todo el operativo policial. Cerca suyo, fuentes del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires confirmaron que se perseguía un desalojo “pacífico y tranquilo”.

DENUNCIA

Empero, la presencia policial no disuadió a todos. Sobre todo a quienes se habían instalado en los lindes de calle 90, lejos del “muro” que los uniformados montaron sobre 76. Fue necesario entonces que efectivos -a pie y a caballo- se internaran entre los pajonales para armar otro cordón, justo en la mitad del predio, para “identificar y notificar a las personas de la orden de desalojo”, explicaron los funcionarios provinciales.

Aunque la guardia policial marcó presencia desde temprano, el desfile de efectivos se volvió incesante hacia la tarde, cuando la orden de desalojo -parecía- estaba al caer, aunque hasta el cierre de esta edición no se había formulado.

“En Facebook alguien dice que hay tierras para tomar y nos mandamos”, dijo uno de los intrusos

 

“Como son tierras de la Nación, le corresponde a la Justicia Federal desalojar, en el mientras tanto interviene la Justicia de Garantías en turno, invitando a la gente a desocupar el predio, impidiendo que instalen construcciones”, precisaron fuentes judiciales.

“Como no se libró orden de desalojo, la policía de la Provincia intervino a través del Ministerio de Seguridad ante el delito de fragancia y bajo ese amparo ellos actuaron”, completaron fuentes del Municipio, que se presentó en la Justicia como particular damnificado.

En la denuncia se advierte que “la seguridad local se encuentra seriamente comprometida” y que los vecinos “corren un peligro cabal e inminente”, presunción que se desprende de los testimonios de los propios frentistas citados en el texto judicial: allí enumeran “amenazas”, “comercialización de estupefacientes” y “todo tipo de robos” que llevan a los habitantes “a faltar a su trabajo, para no exponerse a episodios de inseguridad”.

En busca de la tranquilidad perdida

Ayer eran varios los vecinos que “curioseaban” la cinematográfica escena policial. Muchos, incluso, la seguían con ansias de desalojo “porque este era un barrio muy tranquilo, y ahora no se puede estar, se escuchan tiros, insultos, gente que toma alcohol hasta cualquier hora”, ilustraba una vecina. A su lado, su madre, habitante de otro sector de La Plata, daba crédito a los dichos de su hija: “Yo siempre decía que había que venirse para acá, era admirable la tranquilidad que se respiraba acá. Y mirá ahora en lo que se convirtió”.

“Este siempre fue un lugar tranquilo. Salíamos y entrábamos a cualquier hora. Ahora ya fue, aunque los saquen, ya saben todos nuestros movimientos. Aunque se vayan, va a quedar el miedo”, lamentaban a pocos metros del terreno tomado.

“Este siempre fue un lugar tranquilo. Ahora, aunque se vayan, va a quedar el miedo”

 

Otros, incluso, relataban -y mostraban- ataques a pedradas a viviendas de la zona, perpetrados por algunos de los usurpadores. Todos pedían que por favor no se publiquen sus nombres, que temen represalias, que ya tienen demasiado con la angustia de estas jornadas.

Para los lugareños, en esta, como en otras de las innumerables usurpaciones sucedidas a lo largo y ancho de la periferia platense, hay gente que necesita y otra que se aprovechan de los necesitados. “Hay muchos vecinos, incluso, gente que de verdad no tiene nada. Y después tenés a los que hacen lucro con esto, los que vienen acá y roban”, comparó un frentista.

“Acá hay de todo, gente de que de verdad lo necesita, como mi hijo, que se quedó sin trabajo, no puede alquilar más y no le quedó más remedio que tomar una tierrita”, relató otro vecino, con los ojos fijos en el predio que se extendía tras el cordón policial. “Pero también están los vivos, que tienen casa y todo, pero vienen a lotear uno de estos terrenos para venderlos”, completó.

EN LAS REDES SOCIALES

De hecho, como en otros casos, ya había ayer quienes remataban parcelas en Facebook, red social a la que también se suele acudir para iniciar una toma: “Nos enteramos así, alguien dice en Facebook que hay terrenos para tomar y nos mandamos”, comentó uno que hasta el despliegue policial tenía su lugar en el predio. Y desafió: “Al p... vienen [los policías], porque saben que se van y nos vamos a volver a meter. ¿Cómo van a hacer para controlar esto?”.

En el Municipio admitían esa tesitura, justificada en la experiencia de las últimas usurpaciones, por lo que anticiparon operativos de custodia conjuntos entre Nación, Provincia y la Comuna “para evitar nuevas tomas”.

Por eso anoche, en el vecindario se aferraban a esa promesa. Y a la esperanza de recuperar la calma “perdida” en el ocaso del último domingo.

 

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