Carla Quevedo: “El humor es salvataje, es una salida de emergencia”

Actriz, poeta, novelista, Carla Quevedo también tiene una pizzería en Villa Crespo que se llama Cancha: huelga decirlo entonces, es futbolera, abierta a comprender por qué un padre y su mejor amigo querrían robar la Copa del Mundo para intentar devolverle la ilusión al pueblo argentino.

Esa es la premisa de “Robo Mundial”, la serie que debutó justo antes del Mundial en Star+ y que refleja la locura que despierta en Argentina el fútbol. Una locura contagiosa: así como su personaje, Bárbara, en la ficción, primero se niega a participar del atraco mundialista, el fútbol en la vida de Quevedo fue entrando de a poco.

“Sufrí mucho la ansiedad, la depresión, y mi manera de lidiar con eso es mediante el humor”

“El fútbol no es algo que traigo de chiquita: de chica mi viejo me llevó a la cancha una sola vez. Y perdimos, me acuerdo de esa situación. Me volví más futbolera en mi temprana adultez, porque tengo dos primos que además de primos son mis mejores amigos, y son muy futboleros. Entonces, para mi era un plan de encuentro sentarnos a ver los partidos de River en casa”, recuerda la actriz, en diálogo con EL DIA.

LE PUEDE INTERESAR

“Carne de Dios”: en busca de una animación “sudaka”

LE PUEDE INTERESAR

Irene Cara, adiós a la cantante de “Fama”

Los Mundiales, cuenta, la fueron entusiasmando aún más. Y ahora, “hace dos años estoy totalmente fanatizada con el fútbol, este año fui a casi todos los partidos de River de local”. Además, se ríe la actriz, que viene de trabajar en “Iosi, el espía arrepentido” y que protagonizó en Estados Unidos, hace algunos años, “Show me a hero”, de David Simon, está “totalmente mundializada”.

Así fue que cuando pensó en armar una pizzería, en pandemia, con sus amigos, “lo primero en lo que pensé es en la pizza de cancha: soy fanática de la pizza de cancha, por ese recuerdo de mi niñez que contaba… Uno idealiza lo que hace con el padre de chica”.

En Cancha busca, además de recrear esa pizza mítica, “recrear eso del club de barrio, donde yo pasé mucho tiempo en mi infancia”, trasladar al local “algo de haber habitado el bufet del club”. Después de todo, todos queremos volver a esos lugares donde fuimos felices.

Y qué es una cancha de fútbol si no eso, ese espacio donde compartimos abrazados victorias y derrotas y donde volvemos, domingo tras domingo, esperando reencontrarnos con esa comunión.

Quevedo comparte este punto de vista. Su personaje de “Robo Mundial”, al inicio de la serie, no tanto: cuando su pareja, Wally (Benjamín Amadeo), le comenta el plan que gestan con su compañero de trabajo y amigo Lucho (Joaquín Furriel) para intentar robar la Copa del Mundo, se indigna.

Y no escucha las razones. ¿Qué razones? Argentina quedó injustamente descalificada del Mundial, justo después de que Lucho comprara pasajes para ir a ver el torneo con su hijo, una forma de alegrarlo tras la muerte de su madre. También, la empresa donde trabaja va a quebrar porque prometió televisores gratis si Argentina no jugaba el Mundial. Y, claro, está en juego también el honor y la ilusión de un país que tantas veces necesita del fútbol. Bueno, a Bárbara la idea le parece una locura. Naturalmente. Pero el sufrimiento colectivo de la gente frustrada por no ver a Argentina en el Mundial termina convenciéndola.

“Mi mente es una sucesión de pensamientos que se atropellan, porque así soy yo, así está cableado mi cerebro, y escribir me ayuda a pensar”

También la convence Wally, su marido, un tipo algo ingenuo, algo chiquilín, pero demasiado simpático, encarnado por Amadeo. “Para mí fue el gran descubrimiento de la serie”, confiesa Quevedo. “Yo no conocía tanto su laburo, porque soy una prejuiciosa, porque no miro mucha tele, porque los años donde él estuvo en la tele yo vivía en el exterior… Y me encontré con una gran persona y un gran actor: lo que hace él en la serie es increíble, me cagué de risa laburando con él”.

Esa química se nota. “Laburamos bien juntos, encontramos la manera de construir a Wally y Bárbara como una pareja entrañable”, dice quien encarnara a Leticia Colotto en “El secreto de sus ojos”. Pero, advierte entre risas, “de todos modos, siempre se habla de la química entre los actores… Y en este caso es cierto, la pasamos bárbaro, pero igual somos actores, y por más que te lleves como el orto con tu compañero tenés que poder actuar. ¿Viste cuando un crítico dice que se siente que no hay química entre los actores? Bueno, si te diste cuenta, están haciendo mal su trabajo”.

- Tu personaje es reticente a participar en el robo al principio, pero después ve sufrir a la gente y se convence. ¿Qué pensás de esta pasión, de esta forma de vivir el fútbol en Argentina, de que del fútbol dependa el ánimo social, de que lleve a todo tipo de locuras? ¿Es algo hermoso, o algo triste?

- ¡Es algo hermoso! Sin dudas. A mi me da orgullo haber nacido en un país donde la pasión nos mueve tanto. Las pasiones tienen eso, sea el fútbol u otras cosas, pero son hermosas: me parece hermoso el impacto que tiene el fútbol en nosotros, que hace que de golpe tengas ganas de darle un abrazo a la persona que tenés al lado tuyo… Contagia felicidad, genera una sensación de mucha comunidad, de unión.

- Genera todo eso, es cierto, pero tiene un lado B: después de que Argentina perdiera con Arabia Saudita, éramos un país de zombies…

- Tiene su lado B, sí… Y podríamos tener una charla larga sobre por qué tenemos esos comportamientos. Pero la pasión por el fútbol no deja de ser una herramienta que nos permite dejar de lado por un rato nuestras preocupaciones reales. Cuando estás saturado de laburo, ahora que parece que llegar a fin de mes es imposible, cada uno está con sus temas… y encontramos refugio en algo casi inocente: pongo a merced de once tipos que corren atrás de una pelota mi felicidad. Y está bien darse esa posibilidad por un tiempo, darse la posibilidad de ir hacia un lado más liviano de la existencia. Lo necesitamos, si no la vida se hace muy pesada, muy difícil de transitar. Necesitamos de estas cosas que no dependen de uno para ser felices.

- Y a eso apunta un poco la serie, “Robo Mundial”: un padre y su hijo, abatidos por la vida, buscan refugio en el fútbol.

- Sí: es un muy mal ejemplo para su hijo, pero a la vez hace todo por ver a su hijo feliz. Ellos perdieron a su mujer, a la mamá de su hijo, y el fútbol les devuelve la ilusión. Eso es hermoso.

EL MUNDIAL EN LA PANTALLA

El furor futbolero se multiplicó estas semanas, en las que se venía el Mundial de Qatar, y las plataformas aprovecharon: vivimos días de verdaderos aluviones de contenidos futboleros en la pantalla chica, desde documentales que exponen la corrupción de la FIFA hasta biopics de estrellas del deporte.

“Me parece hermoso el impacto que tiene el fútbol en nosotros, que hace que de golpe tengas ganas de darle un abrazo a la persona que tenés al lado tuyo”

“Robo Mundial”, creada y dirigida por Gabriel Nicoli, es diferente. Es una ficción con marcado acento argentino, con numerosos chistes que solo podrán entender los enfermos de fútbol (y con un merecido homenaje a Carlos Salvador Bilardo, convertido en símbolo de la rebelión). Y además, es una comedia.

- En estos días de mucho contenido de fútbol, “Robo Mundial” es casi la única comedia. ¿El fútbol es más apto para la comedia o la tragedia?

- Es que para mí, la mejor comedia es la que surge de una tragedia. De hecho, “Robo Mundial” es graciosa porque es trágica. La buena comedia, para mi, no es un guión plagado de chistes: vos podés agarrar un guión y lo podés llevar a la comedia o a la tragedia según el tono que le des, a dónde pongas el ojo. Y en todo lo trágico, en todo sufrimiento, se puede poner una mirada de humor. Yo, por lo menos, cuando escribo hago un poco eso: yo sufrí mucho la ansiedad, la depresión, y mi manera de lidiar con eso es mediante el humor. El humor es salvataje, es una salida de emergencia.

- Hablando del humor como salida, y de escribir: tenés trabajando bastante en series, estás activa en las redes, además tenés la pizzería… y además escribís. ¿Escribir es un cable a tierra en medio de esta vorágine?

“Escribo desde muy chica, a los 16 escribí una primera novela malísima, siempre fue una niña que prefería la fantasía a la realidad”

- Sí, para mí escribir es una manera de poder pensar. Por las condiciones en las que se va dando mi vida, vivo en una vorágine constante. Mi mente es una sucesión de pensamientos que se atropellan, porque así soy yo, así está cableado mi cerebro, y escribir me ayuda a pensar: es una manera de poder bajar las ideas, quedarme con ellas un rato más, me ayuda a reflexionar sobre mis cosas. Quizás no tanto la ficción que escribo, pero, por ejemplo, tengo un diario que me ayuda a organizar mi pensamiento. La construcción de la ficción, por otro lado, me es inevitable: escribo desde muy chica, a los 16 escribí una primera novela malísima, siempre fue una niña que prefería la fantasía a la realidad: en mi diario íntimo de 7 años, por ejemplo, hay medio diario dedicado a un tal Andrés, un novio de la colonia, que nunca existió. A los 7 años escribía sobre Andrés, el rubio de ojos celestes, que hoy nos pusimos de novios… Hay toda una narrativa sobre algo que no fue real, pero que fue real para mí, en algún punto. Eso es algo muy mío, la necesidad de imaginar otras posibilidades. No me imagino no haciéndolo: siempre que vivo algo, que paso algo, mi manera de sellarlo es escribiendo algo sobre eso.

Una escena de “Robo mundial”, la serie de Star+ protagonizada por Carla Quevedo donde un grupo de personajes disímiles intenta robar la Copa del Mundo