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Ana Katz: “Creo en la necesidad de que el cuerpo pueda ganar libertad”

Estrena en Amazon y Canal 9 “Supernova”, que sigue a tres jóvenes que buscan un rumbo mientras sus cuerpos lidian con los efectos de los mandatos de la sociedad

Ana Katz: “Creo en la necesidad de que el cuerpo pueda ganar libertad”

Ana Katz junto a los protagonistas de “Supernova”, Johanna Chiefo, Ruggero Pasquarelli y Carolina Kopelioff

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

8 de Julio de 2022 | 06:12
Edición impresa

Los 30: momento crucial de la vida. Se supone que todo debería estar solucionado, así fue para los padres de la generación que cruza ese umbral hoy. Pero los treintañeros de hoy no tienen trabajo estable, apenas pueden pagar un alquiler, y, en una era de redes sociales y productividad las 24 horas, viven estallados.

Eso le ocurre a Nicolasa, June y Mimí, los tres protagonistas de “Supernova”, la serie de Ana Katz que se estrena hoy en Amazon Prime Video, que podrá verse también en Canal 9, y que en cuatro episodios relata la historia de tres jóvenes: Nicolasa (Johanna Chiefo), que se reparte entre castings publicitarios y la venta de empanadas por los negocios del barrio, y que queda estigmatizada por participar de un comercial que malinterpreta lecturas sobre la gordofobia; June (Ruggero Pasquarelli), que se radicaliza cada vez más en creencias sobre teorías conspirativas sobre la diabetes, y termina en el hospital; y Mimí (Carolina Kopelioff), una joven actriz e influencer que atraviesa una especie de crisis nerviosa. Los tres intentan encontrar su lugar, su deseo, atravesado por el mandato social que los oprime.

“El alma mater de la serie fue Johanna: tenía una idea sobre la dificultad de poder manejarse con cuerpos que la sociedad rechazan”, relata Katz, en diálogo con EL DIA: a partir de ese germen, la productora Kapow acercó a la directora de “Sueño Florianópolis” y “Mi amiga del parque” para repensar el proyecto, “y así apareció la historia de esos tres amigos “que cuenten una historia algo que los liga mucho”.

Eso que los une es un estar incómodos en el mundo. Hay dificultades materiales, hay estigmas que provocan tristeza, timidez, estrés, hay presiones externas por ser mejores de lo que son, todo el tiempo. Y no es, necesariamente, dice Katz, el retrato de una generación puntual: “Creo que lo que viven más allá de la generación, tiene que ver con la necesidad de adaptarse a un sistema muy complicado”, afirma la “showrunner” de “Supernova”.

Así, los problemas físicos que padecen los personajes (un tobillo deshecho y sin chance de descansar para Nicolasa, una crisis nerviosa para Mimí, la negación de la diabetes para June) aparecen como síntomas de algo que no funciona: los cuerpos de esta era están llevados al límite.

“En mis trabajos, no pienso los cuerpos como espacios separados de todo lo que vive un personaje, sino como parte de su universo. Y en general no se aborda tan así”, dice al respecto la directora. Así es como emerge en su serie el contexto, Latinoamérica, Argentina: “Tenía ganas de hablar desde la cercanía, de cosas que vivimos: hablar del estrés, de la angustia, de cosas que pueden pasar acá. Tenía ganas de hacer una serie en Latinoamérica, las plataformas desarrollan contenidos que creemos que tienen que traducir la idiosincrasia de otras regiones, como si fuéramos iguales. Pero nosotros vivimos otras cosas, y está bueno poder contarlas, poder contar lo difícil que es pagar un alquiler, porque hay gente que vive así, y ya es raro que todas las series que vemos sean de millonarios”, explica Katz.

Pero aunque la realidad abrume, “aún así está bueno hacer el intento de encontrar en donde se puede un espacio de singularidad”, afirma la realizadora. La idea original de Johanna, cuenta, era bastante distinta, pero “ya tenía ese germen de batalla” que “Supernova” expresa a través de la frase de Samuel Beckett que encabeza cada episodio: “Siempre lo intentaste. Siempre fallaste. No importa. Inténtalo otra vez. Falla de nuevo. Falla mejor”.

Claro que, advierte Katz, “muchas cosas se pagan muy caro. Cuando mirás hacia dentro, a tu gente amiga, tus compañeros de trabajo, uno ve un nivel muy alto de exigencia. Para todo el mundo, en general”. Y por eso, la frase de Beckett habla de errar: “No quise promover esa cosa de ‘hacelo, lo vas a lograr’ de las publicidades, sino, al contrario, ‘hacelo: es posible que no lo logres… pero vale la pena’”.

- Hablando de ese tipo de consignas de las publicidades, el tema de los cuerpos está un poco en agenda, pero en general bajo posturas que bajan línea, que declaman. Me pareció que tu serie trabaja contra eso.

- Eso me obsesionó bastante. Creo mucho en la necesidad de que el cuerpo pueda ganar libertad, y siento que cuando verdades que defiendo, que son genuinas, cuentan con cierta cosa solemne, aleccionadora, terminan generando el efecto contrario. No quería mirar desde arriba. Ni tampoco hermosear algo que no tiene que ver con lo hermoso, que tiene que ver con la verdad de cada uno. Para mi lo más importante es empatizar y conectar con los personajes, sin verlo como alguien que tiene un problema que yo no tengo. Porque hablar desde los distintos cuerpos tiene que implicar poder ponerse en el lugar del otro, y por ende dejar que cada uno haga lo que quiera con su cuerpo.

- A Nicolasa, de hecho, no le dejan que haga lo que quiera, todo el tiempo la intervienen con comentarios, un reclamo que no parece habilitado para otros cuerpos. ¿Querías generar un poco de incomodidad, ver en el espejo ese dedo acusador?

- La verdad que no. Escribí junto a mi hermano Daniel, y se sumaron Ezequiel Radusky y Nancy Gay, y cuando escribo me conecto mucho con lo que estoy reflexionando: cuando construís una mirada colectiva, una manera de pensar un tema, no pienso mucho donde va a aparecer el humor, dónde va a emocionar, dónde va a resultar incómodo, trato de conectarme con la verdad de la escena. Después sí me sorprendo y disfruto cuando surte efecto, pero mi manera de cuidar que surta efecto es concentrarme en el asunto, sin mirar para afuera, sin pensar qué generará.

En Latinoamérica se viven otras cosas, y está bueno poder contarlas, poder contar lo difícil que es pagar un alquiler, porque hay gente que vive así, y ya es raro que todas las series que vemos sean de millonarios”

Ana Katz,
directora de “Supernova”

 

A LA PANTALLA CHICA

Para la directora de “Los Marziano”, esta es la segunda experiencia en la pantalla chica: el año pasado dirigió “Terapia alternativa”, para Star+, y ahora “Supernova”. En medio, estrenó “El perro que no calla”, su regreso al cine después de “Sueño Florianópolis”.

“Amo el cine”, declara. “Hay que defender mucho ese audiovisual que no está pensado como un consumo, aquello que está pensado para hacernos mirar al espejo, reflexionar”, sigue, aunque también abraza las series: “Es lindo el espacio que me están dando las series, a nivel personal, porque me gusta mucho seguir los universos de los personajes, y las series te regalan esa posibilidad, de detenerte con un personaje, y seguir”.

Las plataformas, además, se han transformado en el refugio de varios directores, en medio de una crisis de la industria del cine nacional que complica los rodajes. Para Katz, de todos modos, no hay conflicto, dicotomía, entre cine y series, “yo defiendo muchísimo la Ley de Cine, la cultura nacional, la identidad que da la cultura a nuestro país, soy tajante en esa defensa, no creo que sean enemigos esos dos discursos: la tele se vio y se va a seguir viendo, y ahora se ve en forma de plataformas: entonces, hay que aprovechar ese espacio para comunicarse con un público, defender ideas, explorar temas que son parte de un momento me gusta”, dice, aunque advierte que “sí creo que si el discurso de las series apaga el cine, por supuesto, estaré en contra, pero eso hay que pensarlo más políticamente, pensar qué intereses mueve, y desde ahí defender. Hoy nos toca defender la Ley de Cine para que no caduque”.

- Muchos directores plantean que la producción de las plataformas debe continuar, ya que el aire televisivo dejó de producir ficción y dejó muchos puestos de trabajo vacantes. Pero que por lo menos tributen, que nutran el Fondo de Fomento.

- Por supuesto. Toda empresa, como todos los que trabajamos, tiene que hacer su aporte. Es una bisagra en la lucha, tenemos que llegar a lo que se llegó en varios países, para poder sostener, acompañar y defender a los trabajadores de la cultura.

 

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