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Espectáculos |DESTACADO DE LA CARTELERA PORTEÑA

“Alcarràs”, lo íntimo es político

La película de Carla Simón, elegida para representar a España en los Oscar, llegó a salas con un drama sobre el campo y el progreso

“Alcarràs”, lo íntimo es político

La ganadora del Oso de Oro “Alcarràs”, de Carla Simón, un drama sobre una familia que corre el riesgo de quedarse sin las tierras que cultiva

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

3 de Febrero de 2023 | 03:40
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La cineasta Carla Simón, directora de la aclamada “Verano, 1993”, recuerda con añoranza los veranos en el campo de su abuelo, donde se cultivaban duraznos. “Y cuando mi abuelo murió me surgió la pregunta: ¿qué pasaría si esta tierra que compartíamos como familia, desapareciera?”, relata en diálogo con EL DIA. Impulsada por la pregunta, como un acto de memoria, también de miedo, decidió contar ese espacio, esa catalana Alcarràs.

“Alcarràs”, su segunda película, estrenada ayer en algunas salas de la capital federal tras ganar el Oso de Oro y ser elegida por España para representar al país en los Oscar, y que se verá en la plataforma Mubi desde el 24 de febrero, no es realmente una película autobiográfica, sino un retrato del espacio, de una forma de vida en extinción ante el avance del progreso, de los atardeceres y los tiempos más sosegados de la vida en el campo, pero también de los conflictos de ayer y de hoy.

Sigue a los Solé, una familia numerosa, como la de Simón, que ha pasado todos los veranos recogiendo duraznos en su huerto. Pero la cosecha de este año podría ser la última, ya que se enfrentan al desalojo. Los nuevos planes para el terreno incluyen talar los árboles de durazno e instalar paneles solares, lo que provoca una ruptura en el seno de la familia. La incertidumbre del futuro. La incertidumbre material. La incertidumbre de perder más que la casa. Expresada de manera coral, a través de los grandes y los chicos de la familia Solé, porque “yo vengo de una familia muy grande, y quería expresar a nivel cinematográfico lo que esto significa”.

Claro que la de los Solé no es el problema de una sola familia: “Cuando empecé a investigar, me di cuenta que esto pasaba en muchas familias: esa manera de vivir y hacer agricultura en familia ya no es más sostenible”, cuenta Simón. El cine vuelve a ser así, en manos de la directora, una forma de hacer memoria, de retratar para capturar, similar al ensayo realizado en “Verano, 1993”, sobre una jovencita que tras la muerte de sus padres de sida se muda al campo con sus tíos mientras intenta dar sentido a lo ocurrido.

“Como mis padres murieron cuando era pequeña, y hay toda una memoria familiar que siento que nunca voy a poder tener, siempre tengo esa necesidad de contar mi familia. Ahora acabo de ser madre y he estado pensando eso, en dejarle a mi hijo esa memoria que no tengo”, dice al respecto Simón.

CUATRO AÑOS

Cultivar ese delicado ejercicio de memoria llevó varios años a la cineasta (han pasado casi cinco desde “Verano, 1993”), y Simón agradece haber “”tenido el tiempo que precisó para ser hecha”. El casting, cuenta, llevó un año, se desarrollaron 23 versiones del guión, hubo 4 meses de ensayo, pero “si no hubiéramos hecho toda esa construcción lenta hubiera sido otra película”. La reflexión sobre el progreso que obliga a tiempos de producción más acelerados parece mirar al campo tanto como al cine.

“Incluso lo pensamos en términos de cómo se cultiva la fruta, del reposo que necesita, de la minuciosidad que precisa la tierra para dar un fruto… eso no se puede hacer más deprisa. Hacer cine, para mi, es eso: la productividad, hoy mismo, es algo sobrevalorado, siento que todo el rato estamos en la resistencia por hacer un cine que necesita una cocción más lenta. Se incita mucho a que la gente ruede mucho, produzca mucho, pero yo tampoco tengo tanto para contar”, agrega Simón.

El tiempo fue entonces un aliado clave de “Alcarràs” para capturar esa familia de forma fiel, ese sitio, sin forzar las actuaciones, las interpretaciones, sin forzar al guión a explicar situaciones. Incluso, dice Simón, desde la escritura, desde lo dramático, quizás hubiera elegido otro desarrollo, otras decisiones para sus personajes, pero primó retratar fielmente el espacio y sus protagonistas. Por eso, no hay tampoco una celebración sin matices, folclórica, del trabajo de campo. El hombre que hereda la tierra de los Solé y quiere instalar paneles solares no es un villano. Apenas aparece a la distancia, reflejo de que la familia “está en negación de lo que pasa, no puede afrontar la noticia, ahora mismo tiene que hacer la cosecha, super rápido: los duraznos, si no los recoges cuando toca, se echan a perder”. A la distancia pero insistente, como una fuerza inexorable. El progreso, el futuro.

“Las cosas en la vida no son blancas o negras”, comenta al respecto la directora. “Nos parecía interesante que la razón por la que la familia tiene que irse es una razón necesaria, la energía verde. Entonces, este nuevo propietario, que acaba de heredar la tierra, quiere poner paneles solares. Y es algo que puedes entender, como puedes entender que parte de la familia quiera trabajar con el nuevo propietario, porque necesitan el dinero, porque es más sencillo, porque les parece bien”.

UN CINE SUTIL

La cineasta barcelonesa explica en ese sentido que, de esa manera, obliga al espectador a pensar qué haría él en esa situación, y esa es una de las razones por la que el cine de Simón es uno de delicadeza, sin panfletos ni posturas inflexibles. “Siempre busco maneras de mostrar en vez de contarlo con palabras”, afirma al respecto. “La sutileza para mí es importante porque permite establecer un juego con el espectador: que él sea un espectador activo, ate cabos, que haya detalles que se pierde pero que puede reconstruir en un segundo visionado”.

“Con ‘Alcarràs’”, sigue, “como trabajo tanto ese detalle, como trabajo tanto lo micro de las relaciones, de repente había solo tres escenas que contaban que eso que le pasa a esa familia le pasa a otras familias. En el guion esas escenas quedaban escondidas, pero cuando editamos la película nos dimos cuenta de la dimensión política que había tomado, una potencia política que nos sorprendió, justamente por el hecho de contarlo desde lo íntimo: para mi lo político nace de lo íntimo. No es que queramos dar un mensaje con la película, el mensaje se va descubriendo, y de repente nos sorprendió a nosotros mismos”.

No imponer un sentido tiene también otra explicación, dice Simón. “Aunque no es una cosa exclusiva de mujeres, las mujeres dirigen desde más la duda”. Una “aportación a la diversidad”, aunque, dice, “aún estamos lejos de contar la mitad de las historias del mundo. Pero me parece importante contar no sólo por plantear problemas femeninos, sino también para poder contar nuestra visión de la masculinidad. Hemos aceptado que los hombres hagan películas sobre mujeres, pero no hay tantas películas de mujeres sobre hombres: para tener una visión completa del mundo esto debería pasar de manera natural”.

 

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