Sueño cumplido: en bici desde barrio Aeropuerto hasta el Caribe venezolano

Ya llegó al Caribe Venezolano Belén Francesena, la joven platense de 27 años que en diciembre de 2021 salió de su casa de Barrio Aeropuerto y se lanzó a la aventura de recorrer el mundo en bicicleta. “Maracaibo fue la primera ciudad que recorrimos en este bello país. Hicimos kayak en el inmenso lago y cruzamos el puente más largo de América”, dijo la ciclista sobre este nuevo capítulo de su bitácora de viaje.

Su larga travesía comenzó en la Argentina cuando cumplió su proyecto de conocer El Chaltén y Calafate, en Santa Cruz. Pero eso fue solo el principio. Tiempo después recorrió San Luis y se dirigió a las provincias del Norte con la ilusión de seguir pedaleando hasta Colombia.

En distintos momentos de su itinerario, Belén aseguró que la experiencia de libertad es única, le permite disfrutar de paisajes maravillosos, pueblos recónditos y personas que nunca pensó que iba a conocer.

Sus sustentos son las mandalas de hilo y las postales que va confeccionando a medida que avanza en su periplo.

“Arranqué en diciembre de 2020, comenzando con la Costa Atlántica”. El paso por Mar del Plata fue clave, ya que allí, es donde residen su madre y su hermano y recibió todo el apoyo.

Luego llegó hasta Necochea y desde ese punto bajó a Río Negro para conectar con la Ruta 40 y abrirse camino entre la Cordillera y un sin fin de pueblos. Tras cumplir el sueño patagónico, comenzó a subir otra vez por la 40 y llegó a San Luis y a Córdoba. En su viaje conoció a Mateo, también ciclista y desde hace tiempo su pareja y compañero de ruta. El sueño que comenzaba a cobrar fuerza era el de recorrer y conocer Latinoamérica. El plan fue pasar por Bolivia, Perú, Ecuador y llegar a Colombia.

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La receta de Belén para seguir pedaleando es precisamente no tener ninguna receta ni planificación más que lo que pueda decidir ella según cómo se va sintiendo en su aventura. “Me hace bien”, afirmó.

“Algo que me enseñó el viaje es que uno a lo mejor puede planificar, porque eso te puede ayudar. Pero mi idea es ver qué pasa”, deslizó con absoluta convicción.

En varias oportunidades Belén sostuvo que los límites son mentales y que fue de gran ayuda cruzarse en su camino con grupos de ciclistas que con su ejemplo la alentaron a ir por itinerarios más extensos.

Su pasión por la mountain bike comenzó hace algunos años a partir de los viajes con grupos de ciclistas de La Plata.

“La bici es como algo adictivo, empecé a hacer cicloturismo en La Plata, en pueblitos cercanos. Luego a 100 kilómetros, a 200 kilómetros. Ahí, me di cuenta de que no había límites, que me podía ir a cualquier lado”, resumió.

Según reflexionó, “la libertad es que no haya límites. Cuanto más kilómetros hacés, más querés. Es una actividad que me hace bien, me gusta mucho. Te vas superando día a día, vas conociendo lugares y gente. No tenía tantas expectativas y me iba a la aventura, pero la gente hizo que siguiera con mi viaje”.

Belén dijo que lo suyo es una pasión heredada, ya que su papá era ciclista, al igual que su abuelo.

Llegar al Caribe

Uno de los lugares que la emocionó fue cuando llegó a la mitad del mundo, el sitio icónico de Ecuador, una línea imaginaria que divide al planeta en hemisferio Norte y Sur, uno de los centros turísticos más visitados del país.

“Visitamos museos de historia de las comunidades, del cacao, museos de ciencia donde pudimos ver el efecto coriolis y parar un huevo en un clavo con bastante concentración y paciencia”, dijo la ciclista.

Ya en Colombia pedaleó por el Eje Cafetero, disfrutó del paisaje de montaña y la vista de los cultivos, “además de mucho café se ven bananos, cítricos y más espaciado, el cacao. El tinto, como le dicen al café, es la bienvenida que nos dan en cada hogar y el aroma de las rutas cuando pasamos cerca de algún lugar donde lo estén tostando”, recordó Belén.

La experiencia como viajera la llevó a playas solitarias y a aventuras como las vistas de alturas que tuvo cuando llegó a Alto El Chuscal, en Medellín.

En Santa Marta hicieron con su pareja la ruta del sol y tuvieron especial cuidado en hidratarse mucho y darse un tiempo para disfrutar del mar.

Hace unos días se despidió de Colombia y en la ciudad fronteriza Maicao se encontró con tres venezolanos que los fueron a esperar desde Maracaibo para facilitarles la entrada a ese país.

“Cuando les escribí que íbamos a Maracaibo ellos no dudaron en recibirnos y ayudarnos pero nunca pensamos que íbamos a tener semejante bienvenida”, contó la ciclista.

Es que la pareja tuvo que pasar por unos siete controles de guardias nacionales y municipales y relató que la frontera fue un espacio “bastante hostil”.

“Los primeros 20 kilómetros pasamos varios retenes, la situación se ponía tensa, colas de autos con mercadería y muchas motos, pero a nosotros en bici nos abrían paso y nos alentaban a seguir”, relató.