La caída del salario evita la explosión inflacionaria

La inflación del mes de enero fue de 20,6%, desacelerando casi 5 p.p. respecto al 25,5% de diciembre y también por debajo de las proyecciones iniciales del mercado, que la situaban nuevamente con pisos de 23/24%. Según las mediciones de alta frecuencia, el arrastre estadístico de diciembre a enero había rondado los 10 p.p., lo que habría impactado de lleno en esta medición.

Durante enero, también se observaron subas significativas en lo que respecta a varios precios regulados, como los combustibles, las telecomunicaciones, el transporte y otros bienes y servicios. En consecuencia, se observaron aumentos significativos en transporte (26,3%), comunicación (25,1%) y bienes y servicios varios (44,4%), aportando entre los tres segmentos 5,2 p.p. al nivel general.

La inflación de bienes (21,1%) continuó por encima de la de servicios (18,8%), coincidiendo con un IPC núcleo en la zona de 20,2% y que estuvo levemente por debajo del IPC General (20,6%). Los alimentos y bebidas subieron un 20,4%, muy en línea con el IPC Núcleo y a pesar de los bajos aumentos observados en la carne (en promedio 10% en el Gran Buenos Aires). Las subas en los precios de los alimentos se dieron en enero con una gran dispersión, lo que puede estar dando cuenta del reacomodamiento de precios relativos entre lo que corresponde al IPC Núcleo (carnes, farináceos) y a los estacionales (frutas y verduras).

La inercia inflacionaria se ha mantenido en niveles peligrosamente elevados durante enero. La mediana de las variaciones del IPC alcanzó un 20,8%, en niveles muy similares a los de diciembre y sin una desaceleración. La inercia viaja últimamente en paralelo con el IPC Núcleo y podría observar cierta desaceleración en febrero. La implementación del nuevo esquema cambiario todavía tiene impacto en el nivel de precios de bienes durables (competencia importada) y aún no logran posicionarse como ancla al nivel general de precios.

En términos macro, comenzó a impactar el ancla del crawling peg al 2% mensual ya que, si bien todavía el mercado no termina de comprar su sostenibilidad, muchos precios, sobre todo en alimentos desaceleraron con fuerza su ritmo de crecimiento en las mediciones semanales. La suba de alimentos durante enero tuvo una media de 2,5% semanal, lo que sumado al fuerte arrastre de diciembre aumentaron en promedio 20,4% mensual. En esto también influye la fuerte caída de los ingresos y una plaza cada vez más seca de pesos que obviamente no convalidan algunos aumentos que se pasaron de largo.

Todavía restan por aumentar varios precios regulados, como energía y el transporte público

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Esta dinámica se replicó en varios del resto de los segmentos, aunque todavía restan por aumentar varios precios regulados, como lo son la energía y el transporte de pasajeros. Durante el mes de febrero las primeras mediciones de alta frecuencia de precios auguran una desaceleración en lo que respecta al IPC Núcleo, mientras que los precios regulados observarían una significativa aceleración.

En consecuencia, se comenzará a observar una divergencia entre estas dos categorías de precios, ubicando al nivel general en algún punto intermedio. Los precios estacionales comenzarán a jugar un rol fundamental mes a mes: las frutas y verduras debieran ir por debajo del nivel general (recuperación de la oferta a raíz de la mejora en el clima), mientras que la vestimenta haría lo propio, ya que venimos desde máximos históricos en términos relativos. Pero en marzo comienza a pegar el recambio de temporada e inicio de clases.

El ancla de la actividad y los ingresos

Durante el mes de diciembre ya algunos indicadores adelantados de actividad suponen una fuerte caída del EMAE lo que se sumaría al traspié de noviembre. En consecuencia, 2023 cerraría con una caída en torno al 2%, mientras que dejaría un arrastre negativo para lo que respecta a 2024.

En enero la película no cambia demasiado, ya que sectores relevantes como la producción de autos, acero, despachos de cemento, índice de la construcción e incluso la demanda industrial de electricidad caen con fuerza. En la industria automotriz, por ejemplo, algunas terminales han decidido adelantar a sus operarios las vacaciones de invierno ante lo que será la fuerte caída productiva este año.

Desde el lado de la demanda, la recaudación de IVA real cae a un ritmo de dos dígitos interanuales (en torno al 15%) mientras que las ventas minoristas pymes descienden casi 30% interanual medidas en cantidades. Los patentamientos merman respecto a ene-23 un 33% i.a. a la vez que al industria augura un año con caídas en torno al 25% anual en la demanda automotriz.

Los precios estacionales comenzarán a jugar un rol fundamental mes a mes

La confianza del consumidor parece estar en caída libre, luego de lo que fue el pico de noviembre tras la victoria de Milei y muy probablemente vuelva a caer durante el mes de febrero. Prácticamente todos los indicadores adelantados de oferta y demanda de la economía empeoran en diciembre y enero. En algunos casos los retrocesos de enero 2024 son similares o peores a los de pandemia.

Toda esta dinámica de la caída libre tanto en la oferta como demanda tiene su corolario en una caída del 20% real interanual en los salarios registrados, medición que acentuaría su contracción en enero. En términos mensuales la caída de diciembre (suba de 8,3% de salarios vs- 25,5% de inflación), podría extenderse hacia enero ya que muchos sindicatos han reaccionado tarde respecto a la suba de precios del último mes de 2023.

Los que pudieron reaccionar con paritarias similares al IPC fueron aquellos con algún poder de negociación o con sectores de buena dinámica productiva (bancarios, seguros, aceiteros, petroleros, mineros, etc). Aquellos segmentos cuyo núcleo de actividad se verá resentido muy probablemente la corran de atrás en materia de ingresos durante varios meses. Sobre todo, haciendo foco en el segmento informal, cuyo empleador principal suelen ser las pymes y el comercio, dos de los sectores que más sufrirán en el cuatrimestre diciembre-marzo.

En consecuencia, este fuerte deterioro en la actividad, los ingresos y la demanda podría actuar como un ancla adicional en la formación de precios de los principales sectores de la economía. Si sumamos un crawling peg del 2% mensual que se extendería, al menos, durante todo febrero (el mercado compra cada vez mas que se puede sostener hasta marzo), los precios podrían efectivamente desacelerar durante el segundo mes del año a un rango del 15%/16% mensual.

Si bien es una inflación altísima y anormal para este siglo, la misma estaría impulsada en parte por las fuertes subas en regulados, mientras que el IPC núcleo podría observar una significativa desaceleración.

Los ingresos continuarían con su deterioro al menos hasta marzo mientras que, a partir de abril, la entrada de dólares y la posibilidad de una calma transitoria en la brecha cambiaria muy probablemente ayuden con el anclaje de precios y las expectativas. Siempre y cuando no estemos hablando de una nueva devaluación ni un intento de unificación cambiaria del Gobierno que, a nuestro entender, todavía está muy lejos de tener las condiciones necesarias para empezar a desregular el mercado de cambios y la cuenta capital.

* Analista político y economista de M&R Asociados