Está entre las cuerdas una fundación que brinda ayuda a gente en situación de calle

Mientras crece en La Plata el número de personas que duermen en la calle, una fundación que se dedica a rescatar de la intemperie a esos sectores en extremo vulnerables, está a punto de tirar la toalla. Es otra de las instituciones que, sin ningún tipo de subsidio, debe pagar miles y miles de pesos de luz, gas y alquiler. Hasta hace un tiempo la ayudaba la recaudación obtenida en una feria americana, pero ahora, los encuentros de los domingos son más para dar a la gente que va a pedir que para vender la ropa y así juntar dinero.

La Fundación Sumando Voluntades lleva una década de asistencia a las personas en situación de calle. “Hemos pasado situaciones críticas, pero como esta ninguna. Diría que ya ni siquiera sobrevivimos”, dice, con la voz quebrada por la angustia, la presidenta de la ong, Nancy Maldonado, que mantiene intacta en su memoria la escena de 2008, en la esquina de 11 y 49, frente a un semáforo, cuando vio que las dos mujeres que limpiaban el parabrisas de su auto tenían ahí, a metros, en la vereda, las mantas sobre las que dormían a la noche y que fue la situación que la llevó a encarar la obra que hasta hoy continua en dos sedes y en recorridos diarios de distribución de cenas y desayunos.

Sumando Voluntades funciona en dos albergues; uno situado en 8 entre 37 y 38, y el otro en 6 entre 37 y 38. En este momento, entre ambos dormicentros, acogen a 28 personas, entre jóvenes y adultos cuyo lugar de “residencia”, hasta un tiempo, era la calle. Además, la fundación sale en un par de vehículos, con varios voluntarios, a repartir, todas las noches y todas las mañanas una vianda de comida preparada, café y, cuando hace frío, unas mantas. “Asistimos a 80 personas, pero esta noche -por anoche- ya van a ser 88 porque supimos de 8 más que duermen en las instalaciones de Absa, en el Parque Saavedra”, señala Maldonado y añade: “hoy la gente no sólo duerme a la noche en la calle; también se los ve de día, y cada vez son más”.

Esa es, a grandes rasgos, la actividad que despliega la entidad. Ahora sigue el contexto, la situación en la que desarrolla la obra. Y entonces hay que hablar de cifras. Las últimas facturas de gas fueron, en cada sede, de $8.700 y de $6.300; las de luz, de $9.500 y $8.900. Además, por los alquileres de las propiedades, le piden $15.000 y $10.000.

En lugar de vender, regalan

A raíz de la actual crisis, la finalidad de la feria americana, que fue de entrada la de vender la ropa que le donan a la entidad (una cantidad “enorme”, resalta Maldonado) se desvirtuó. Y es que la gente ya no va a comprar, según la impresión de la dirigente.

“La gente está haciendo cola para llevarse comida y ropa. Vienen los carros de Abasto, Romero, Tolosa, el barrio del costado de la Autopista. No damos abasto para darles las donaciones que recibimos y ya casi no vendemos nada”, explica Maldonado.

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A Sumando Voluntades se le hace “muy difícil” remontar este momento de más gastos que ingresos. La institución nunca contó con subvenciones y se sostiene con los aportes de “los vecinos”, asegura Maldonado, pues la gente que realiza donaciones pertenece a familias con salarios medios a las cuales nada les sobre pero que sin embargo cuando van al supermercado para la compra de su hogar agregan algunos alimentos más al carro para acercarlos a la ong.

Un hecho reciente ilustra el panorama de la fundación. Un hombre de 43 años que ingresó a Sumando Voluntades en 2010 (vivía en la Terminal de Ómnibus) vivió dos años en el dormicentro y finalmente se reinsertó. El domingo de la semana pasada volvió con su bolso. “No puede pagar más la pensión. Para mí eso implica un retroceso enorme”, se lamenta Maldonado.