El azar de los penales consagró al que menos propuso

En la batalla táctica de dos equipos similares en cuanto a las ideas de juego, Gimnasia mostró una leve supremacía que no le alcanzó para poder coronarse. El rival, que propuso menos durante los 90 minutos, fue mejor desde los doce pasos después de un cerrado 1 a 1 y pudo levantar la Copa Argentina.

Pedro Troglio apostó por el mismo 4-1-4-1 que utilizó ante River en el arranque y desde el vamos se notó la presión alta que imprimiría el equipo durante el desarrollo. El dominio repartido del balón al comienzo, dio rienda a un juego trabado, con errores en el manejo por ambos lados pero con Gimnasia más despierto a la hora de ganar la segunda pelota.

El remate de Víctor Ayala desde afuera del área, que se fue cerca del poste izquierdo del arquero de Jeremías Ledesma, sacudió un poco la monotonía inicial. Con el correr del reloj, el Lobo fue capitaneando el trámite intentando asociar su juego y ganando la batalla en el círculo central a partir del buen despliegue de Fabián Rinaudo.

Por su parte, el conjunto de Edgardo Bauza apostó a un libreto claro y no se movió de ahí: el juego directo para dos delanteros referenciales como Marco Ruben y Fernando Zampedri y los pelotazos cruzados desde las bandas. Y con ese modismo, en la primera que tuvo, rompió el cero. Cuando el Tripero era mejor apareció el mismo ex delantero de Atlético Tucumán para empujar a la red después de un rebote en el poste y una desatención en la última línea albiazul.

Tras ese baldazo de agua fría, el juego se volcó más para el lado Canalla. Gimnasia cayó preso del nerviosismo y la ansiedad por buscar la igualdad y casi sufre el 0-2 pero Alexis Martín Arias se estiró y sacó el balón por encima del travesaño.

Pasada la media hora, con más empuje y garra que fútbol, el Lobo se recuperó y acorraló al equipo de Bauza, que se limitó a abroquelarse en el fondo hasta que Loustau, muy cuestionado por el conjunto albiazul, pitó el final del primer acto. Al Lobo le faltó precisión para poder vulnerar a una última línea blindada por Matías Caruzzo y Oscar Cabezas, quienes en el primer tiempo se cansaron de rechazar de alto.

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Para buscar romper con eso y darle más compañía al uruguayo Santiago Silva, Pedro Troglio mandó a la cancha a Jan Jurtado y decidió que Horacio Tijanovich se quedara en el vestuario. Por momentos el venezolano se disfrazó de volante por izquierda para darle auxilio a Matías Melluso pero cuando el equipo atacaba se transformaba en un segundo punta.

Y en el amanecer del complemento el Lobo llegó al empate jugando de la misma forma que en la primera mitad: ganando el mediocampo y saliendo rápido. Aunque esta vez acertó en la asociación. Santiago Silva encabezó el embate y el ex Newell’s Lorenzo Faravelli le puso el sello a un centro de Maximiliano Comba desde la derecha. El rosarino, después de la conquista se fue a sentar al banco por una dolencia y Troglio hizo debutar a Kevin Gutiérrez.

El envión anímico que significó el empate transformó a la banda propiedad del mismo Comba, en una autopista. El cordobés, incansable, comenzó a ganarle el duelo al chileno Parot y Gimnasia apostaba a esa llave para buscar lastimar por segunda vez pero no lo consiguió. El DT intentó meter más agresividad con el ingreso de Matías Gómez, pero en medio de un partido chivo, el Monito no entró demasiado en juego.

Rosario Central, aturdido, nunca atinó a cambiar su libreto y continuó apostando al balón largo para sus grandotes, aunque sin mucho éxito, sobre todo, por la buena labor de Manuel Guanini en el juego aéreo.

Silva de cabeza tuvo el segundo después de un tiro de esquina de Víctor Ayala y Central tuvo la suya con un disparo defectuoso de Ruben. El ocaso del juego fue como el inicio, trabado y disputado, pero con el Lobo proponiendo un poco más que el adversario y apelando al empuje para no llegar a los penales, aunque no logró hacerlo.

En la definición a suerte y verdad, a todo o nada, Rosario Central, el que menos propuso desde el juego, se quedó con la gloria.