Luciano Cáceres: “Mi camino es no quedarme en ningún lado”

“El hombre es lobo del hombre”: la célebre locución latina encabeza el póster de “Lobos”, el policial de Rodolfo Durán que protagonizan Luciano Cáceres y Daniel Fanego y que se estrena el jueves en Argentina, un hito más en el “revival” que atraviesa el género en el país, gracias al éxito de películas como “El Clan”, “Acusada” y “El Ángel”.

¿Es la crisis -aguda hoy, pero perpetua en el país- la que ha hecho volver el género criminal a las pantallas locales, como un reflejo de la cruda realidad? Algo de ese hálito se respira en “Lobos”, donde los crímenes son parte de un entramado del que participan las fuerzas de seguridad del Estado, y donde, como explica su director, “los Nieto”, la familia protagonista, “son victimarios, pero pronto serán víctimas de un poder que los empuja a un destino irreversible”. De ese destino intenta correrse Marcelo, el personaje de Cáceres, el hijo de Fanego y mandamás del clan criminal. Pero cuando algo sale mal, se debate entre regresar por última vez por su familia, o manterse al margen.

“La esperanza de que es el último atraco... hay algo que es muy de los argentinos ahí. Por eso estamos como estamos: de golpe se empieza a estar un poquito mejor y ya nos olvidamos de todo lo que pasó. No hay pasado”, comenta Cáceres en diálogo con EL DIA.

De hecho, explica el actor, el crimen se vive entre tensiones familiares y con reticencia, pero, finalmente, es parte de la vida cotidiana, del oficio de los Nieto. “Hay algo naturalizado: el miedo cada vez que salen es terrible, pero una vez que vuelven, pasó”, cuenta Cáceres, que choca en el filme con su padre, quien exige su regreso, y comparte elenco con actores de la talla de César Bordón y Alberto Ajaka, con quienes ya ha compartido escenario.

Con Durán, en cambio, es su primera vez: alguna vez el director lo convocó para un proyecto, pero las agendas chocaron. Esta vez no hubo conflictos y Cáceres se subió al filme, su primero dentro de “un género nuevo para mi, el policial dramático: tiene todos los tópicos del género, pero está anclado más en los vínculos y las relaciones. Lo vincular es lo que da el color a los personajes”.

Los colores de Cáceres incluyen su reticencia a la actividad criminal que es natural en la familia, una reticencia que genera tensión; y la marca de la muerte de su madre, que lo llevan a explorar un camino en las antípodas. Aunque la sangre siempre tira.

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A PULMÓN

Filmada en Avellaneda y Lobos con el apoyo del INCAA, “Lobos” es una de las películas argentinas que llega esta semana a los cines (también se estrena “Alicia”) buscando un lugar entre tanques de Hollywood e intentando ser la excepción ante el éxodo general de público. Otro proyecto a pulmón del cine nacional, que, señala Cáceres, tienen sus ventajas. “Los proyectos independientes son de todos, y los grandes son de algunos: la sensación es que uno se adueña, se pone la camiseta, aparece algo más emocional”, explica el actor, para quien “el trabajo comunitario es la única manera de crecer. Porque nosotros no somos nada si no actuamos: la actividad rentada es necesaria, pero si no está también lo tenemos que hacer, porque si no dejamos de ser lo que somos, dejamos de hacer la actividad para lo que nos formamos”.

“Pero también está buenísimo que haya industria”, aclara, “que todo el mundo pueda ganar un mango. Tenemos un oficio muy cambiante: yo puedo estar protagonizando algo en tele y haciendo teatro en una sala independiente para 40 personas”.

Sin embargo, el juego parece a veces estar arreglado, conspirar contra el crecimiento de la industria. “Hay pocos espacios, las películas argentinas grandes están asociadas con un canal y tienen mucho dinero para publicidad, que te garantiza cierta visibilidad”, explica el panorama. Para el resto del cine nacional, mantenerse en cartel es un desafío: si la película gana con el boca en boca, “cuando vas a la próxima semana ya no está, por la media por sala que hay que tener para sostenerse. Y a veces incluso hacés la media, con mucho esfuerzo, con una película distinta, y te ganás una segunda semana, pero te ponen a las 12.10 del mediodía: es bastante trucho”.

“Después hay algo cultural, y también a nivel del Estado, que no están funcionando tan bien. Pero ponerme exigente, en un momento donde hacen falta tantas necesidades básicas, con que le demos bola al cine... me parece medio pavo”, reflexiona. Pero aún en este contexto, repite, las películas “hay que hacerlas igual. Y después acompañarlas, dedicar un rato para comunicar nuestro trabajo: es una forma de que se enteren”.

VIDA A LAS CORRIDAS

Y lo que dice el actor no es casete: Cáceres atiende a EL DIA desde un aeropuerto, entre viajes y rodajes. El actor estrenó hace algunas semanas “Happy Hour”, que puede verse en Cine.Ar, acaba de terminar su temporada doble en Mar del Plata, donde dirigió y protagonizó “El Ardor” y “40 días y 40 noches”, y ya está rodando su próxima ficción.

“Parte de mi camino es no quedarme siempre en ningún lado”, se define el intérprete, que afirma que estar a las corridas “es una suerte, a veces hay más laburo, a veces menos, y cuando hay, hay que aprovechar”. Y que ahora tiene ganas de seguir corriendo, y meterse en la dirección de cine. Hasta tiene una historia craneada, “que tiene que ver con los puntos de vista, algo que empecé a experimentar desde que soy padre: ella desde ahí abajo, yo ahí abajo en el piso, ella acococho... Me hizo pensar en cómo se ven las cosas desde lo físico y con la información que uno tiene, cómo pensás cuando ya tenés la cabeza seteada de una manera, y cuando venís virgen y te preguntás las cosas por primera vez”.

Su hija Amelia es parte fundamental de la ecuación de tiempo disponible que Cáceres baraja como un malabarista, aunque, por suerte, cuenta, “Amelia acompaña un montón, va para todos lados y lo disfruta”. Este último viaje no siguió a papá “porque empezaba las clases”, pero la hija de Gloria Carrá viajó a Río a filmar “Happy Hour” y disfrutó con los hijos de otros artistas media temporada en Mardel.

Quien no disfrutó tanto fue su papá, que entre dos trabajos tuvo que lidiar con el acecho de la prensa, que lo ligó a Juanita Viale, compañera de elenco en las tablas de La Feliz. Algunos elencos juegan al escándalo para vender entradas en tiempos de crisis, pero Cáceres jura, al borde de la ofensa, que no fue la intención.

“Creo que eso no suma para nada a la actividad”, afirma, y aunque entiende que “es parte del asunto”, dice que “yo no sé jugar. Hay gente que juega muy bien y dedica mucho tiempo a su vida mediática, pero yo soy un actor, un director”.

“Es extraño”, reflexiona sobre el aspecto mediático, del que ha elegido protegerse a lo largo de una carrera de bajo perfil y mucho laburo, con éxito variado. “Lo he transitado en algunos momentos de mi vida, y sigo intentando mantenerme al margen. No tengo tele, me gusta hacer otras cosas en mi casa, así que no estoy muy enterado del afuera. Pero de golpe salía de ensayar y me encontraba con un móvil, y me preguntaban por Juanita. A algunos movileros les terminaba diciendo que no me pregunten por la obra, que me pregunten por lo otro, porque después lo de la obra no va a salir. No perdamos tiempo. Te digo que no y ya está. Lo negaba y listo, besos”.