Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
La Ciudad |IMPRESIONES

Ocurrencias: hasta que la muerte no los separe

Ocurrencias: hasta que la muerte no los separe

Alejandro Castañeda
Alejandro Castañeda

14 de Abril de 2024 | 03:24
Edición impresa

Dries van Agt, ex primer ministro neerlandés, y su esposa Eugenie, ambos de 93 años, decidieron morir juntos y en el mismo instante, reflejando su deseo de no separarse ni siquiera en la hora final. Fallecieron “tomados de la mano”, semanas atrás, según un comunicado del Rights Forum, una organización pro-palestina fundada por Dries van Agt. Ambos optaron por morir mediante lo que se conoce como “eutanasia dual”, una tendencia creciente en los Países Bajos, donde un pequeño número de parejas ha logrado en años recientes cumplir su deseo de morir al unísono, apelando usualmente a la dosis letal de un medicamento.

En Holanda el suicidio y la eutanasia están legalizados. Ellos decidieron, tras setenta años de amor, marcharse juntos, de la mano y para siempre. Este caso tiene especial resonancia emotiva y afirma una tendencia creciente: el año pasado, allí, 52 parejas, acechadas por enfermedades terminales o sufrimientos insoportables, decidieron ponerle fin a su vida en el mismo instante.

Dries estaba más enfermo, pero ella también se encontraba contagiada de agonía. De a poco fueron decidiendo que en ese estado, cuando uno de ellos se apagara, el otro no soportaría prolongar un sufrimiento que la soledad potenciaría. Maupassant dijo que “cuando quedamos mucho tiempo solos, poblamos nuestro espíritu de fantasmas”. Sus familiares no intentaron disuadirlos.

Los argumentos de la pareja eran tan contundentes y tan firme sus propósitos de alcanzar juntos el alivio, que sólo se llevó a cabo una despedida sobria, sentida pero anhelada, una adiós que de alguna manera venía a ponerle eterna calma y un tocante desenlace a este amor que así buscaba, quizá, no distanciarse jamás.

El hecho se dio a conocer en la semana donde se celebró el día de los Enamorados. Nada más justo. Porque la elección de este pareja le otorga un aire de exaltación amorosa a la muerte. Su final, le dio certeza a un juramento decidido a ponerle fin a un martirio compartido que no tenía otra esperanza que dejar de vivir para dejar de sufrir. Cuando el medico les aplicó simultáneamente la medicación letal, hubo un instante de estremecedora espiritualidad al sentir que, aún a ese más allá tan desconocido, convenía llegar bien agarrado de un ser querido. Nunca la muerte estuvo mejor acompañada. No se sabe si habrán encontrado algún el cielo que los haya recibido, pero al menos los dos, tomados de esa mano de siempre, aguardan que el amor se prolongue en ese incierto lugar que los espera.

Eligieron marcharse juntos y tomados de la mano. Nunca la muerte estuvo mejor acompañada

“Nacemos solos y morimos solos, es verdad; pero, entre medias, la vida es un viaje tan difícil que para soportarla es preferible cruzarla entre dos”, escribió Erich Fromm. Sin duda esta noticia revivió el debate sobre quién es el verdadero propietario de nuestras vidas, y por lo tanto de nuestras muertes.

Hay sólo un puñado de países que admiten el suicidio (cuando la persona decide tomar un remedio letal acompañado por un médico) y la eutanasia (cuando es el médico el que le suministra esa medicación).

Se descuenta que, como pasó con la legalización del aborto, en un futuro cercano cada uno podrá decidir sobre su vida. ¿Por qué el Estado tiene que proteger, admitir o prohibir la forma en que cada uno de nosotros decide cuándo y cómo morir?

Por qué, si la laicidad ha desterrado la idea de que la vida pertenezca a ningún tipo de divinidad, el Estado, prohibiendo la eutanasia o la asistencia al suicidio, es capaz en cambio de entrometerse en determinar la cantidad de sufrimiento que un ser humano deba soportar en su agonía. Por qué la ley obliga a vivir a los desahuciados, es decir, a morir mil veces cada día, hasta que ese suplicio termine sólo cuando la muerte lo decida.

Son decisiones profundas y absolutamente personales. Y esta, la de organizar la despedida con su pareja de toda la vida, corrige aquella frase matrimonial tan incumplida (“hasta que la muerte nos separe”) y los deja ilusionarse con alcanzar un final que los siga manteniendo unidos. Ibsen, que por supuesto no pactaba con la soledad, dijo que «para dos que se eligen, no hay pendiente demasiado empinada». Dries y Eugenie, se habrán mirado por última vez, estremecidos y enamorados, antes de viajar hacia el misterio. Apostaron a que todo duele un poco menos junto al ser querido.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE

+ Comentarios

Para comentar suscribite haciendo click aquí

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Básico Promocional

$135/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $2590

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme

Full Promocional

$190/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $3970

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme
Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$135.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $2590.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla