Salvaje asalto a un matrimonio en Hernández

Lo que debía ser una rutina cotidiana, se convirtió en una noche de terror absoluto para un matrimonio de Hernández. La tranquilidad, que había caracterizado la jornada de esta pareja viró, de un instante a otro, a la brutalidad de dos motochorros que, sin piedad, irrumpieron en la morada y la sometieron a un calvario de golpes, amenazas y despojo. El violento hecho ocurrió el lunes, minutos antes de las 21.00, en una casa ubicada en 21 entre 516 y 517.

Todo comenzó cuando la pareja se disponía a sacar la basura. El dueño de la finca permanecía en la puerta, mientras su esposa llevaba la bolsa hasta el canasto de la vía pública. Fue entonces cuando el rugido de una motocicleta rompió el silencio de la noche. En cuestión de segundos, dos figuras vestidas de negro descendieron del vehículo como sombras amenazantes. Uno de ellos se lanzó sobre la mujer, tomándola con brutalidad del cabello y arrastrándola sin miramientos al interior de la vivienda. Su esposo intentó reaccionar, pero el cañón frío y áspero de una pistola tumbera se posó sobre su cuerpo, acompañado de una amenaza escalofriante: “Quedate en el molde o te meto un tiro”.

En un acto desesperado, el hombre forcejeó con el atacante y logró torcerle el brazo, impidiendo que el arma lo apuntara. Pero la resistencia solo desató más violencia: el segundo delincuente irrumpió con furia y, a golpes y patadas, derribó al dueño del domicilio.

En cuestión de segundos, ambos quedaron reducidos, atados de pies y manos con precintos negros, convertidos en presas de la ferocidad de sus captores. “Vos tenés dólares, dámelos porque te quemo. No te quiero matar, pero si lo tengo que hacer, lo hago”, exigió uno de los ladrones, al tiempo que el miedo helaba la sangre de sus víctimas.

Con una impunidad aterradora, los delincuentes saquearon la vivienda. Revolvieron cajones, volcaron muebles, pisotearon pertenencias. Y se apoderaron de lo que fueron encontrando.

Mientras uno de los delincuentes registraba el resto de la finca, el otro se mantenía junto a la pareja, asegurándose de que no intentaran nada. Los minutos transcurrían en una angustia insoportable. La sensación de impotencia y la incertidumbre se apoderaban de la escena. El matrimonio apenas podía respirar, temiendo que cualquier movimiento en falso desencadenara una tragedia.

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Así se llevaron dos relojes sin batería, 300.000 pesos argentinos, 100 dólares y un teléfono celular. Pero no se conformaron con eso. Uno de ellos, insaciable, se internó en una segunda habitación y halló una bolsa con 18.000 pesos y 700 dólares más, además de otro teléfono móvil perteneciente a la mujer.

Antes de marcharse, los asaltantes se aseguraron de dejar a la pareja completamente inmovilizada. Solo cuando el sonido de la puerta cerrándose marcó su partida, el dueño de casa comenzó a luchar contra los precintos.

Con un esfuerzo sobrehumano, logró liberarse y, aún aturdido, corrió hasta la casa de un vecino para pedir ayuda. Minutos después, su hijo y la Policía llegaron al lugar, pero los delincuentes ya se habían esfumado en la oscuridad.

Hasta el momento, no han logrado dar con el paradero de los asaltantes. En ese marco, los investigadores analizan cámaras en busca de su identificación.