Ya se vive en la Ciudad la temporada alta de las recibidas

A caballo de la satisfacción del objetivo cumplido y la excitación generalizada que acompaña cada fin de año, los festejos de graduación universitaria entraron en su temporada alta. Durante las próximas semanas, el eje de 48 entre 6 y 7, las principales calles céntricas y la explanada de acceso a la Catedral serán escenario de caravanas y “ensuciadas” nauseabundas, que generan entre transeúntes, vecinos, fieles y comerciantes sensaciones encontradas, y no pocas quejas.

Confinadas hace algún tiempo a un “festejódromo” en la esquina de 7 y 48, y actualmente reinstaladas en las veredas ampliadas del ex Jockey Club y la calle 6 entre 47 y 48, las celebraciones vinculadas con las facultades de Derecho y Humanidades de la UNLP están entre las más exuberantes. Pero a la salida de cada unidad académica -pública o no- hay un corredor para el enchastre. Las unidades académicas del Bosque suelen hacerlo, por caso, en el paseo.

En 2 entre 45 y 46, las recibidas de una universidad de gestión privada crearon una patina de mugre que los vecinos califican como insoportable. “Mejor no estaciones el coche acá por unos días, porque te lo van a dejan todo salpicado y hecho un asco” advirtió un frentista habituado a la dinámica de las “ensuciadas”, que admitió tener que “salir a baldear con lavandina, en esta época del año, todos los santos días”.

Es que la mezcla de engrudo, tinturas, vinagre, huevos y materia orgánica en putrefacción, harina, detergentes, mermeladas, papel picado y otros componentes, para alborozo de los amigos del egresado y resignación de éste, está pensada en textura y olor para desafiar los límites de lo tolerable.

Estos festejos, que se inician apenas los graduados salen del aula en que rindieron con éxito sus últimos exámenes, tienen diferentes puntos de largada pero comparten, cada vez más, una misma meta: la explanada de la Catedral platense y sus escalinatas, en 14 entre 51 y 53.

CARAVANA Y CATEDRAL

Allí confluyen, todos los días, varias caravanas de coches que estacionan en la zona luego de dar la “vuelta del perro” tocando bocina con los flamantes profesionales andrajosos, semidesnudos y cubiertos de menjunje en algún baúl; portando carteles caseros, los protagonistas posan para fotos y videos con el templo de fondo, en el escaparate natural que les proveen los escalones; en ocasiones, las comitivas son tantas que mientras una se toma las imágenes para el recuerdo hay otra al costado, esperando su turno.

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Esa tribuna estuvo parcialmente vedada el año pasado, partir de la colocación, por pedido del Arzobispado local, de vallas metálicas del tipo de las que se utilizan para contener desbordes en las grandes manifestaciones de reclamo político y social. Esas vallas, que de todos modos a menudo eran traspasadas, acotaban el festejo; pero este año ya no están, y no todos los feligreses están de acuerdo.

PICOS DE TENSIÓN

En marzo pasado, la moda de festejar en el templo mayor de la Ciudad tuvo su efecto colateral más sonado: a un sacerdote se le “salió la cadena” y desplazó de la escalera, con una especie de patada, a una egresada de la facultad de Periodismo.

Se trató del párroco Esteban Alfón, quien se cansó de prácticas que “dejan todo sucio y arruinan un lugar que es sagrado”. El religioso apuntó que “podrían expresarse en la plaza y no ensuciar la casa de Dios”.

Lo cierto es que confrontó a Sofía Conte y una amiga que se hallaban festejando en la escalera, les pidió que se bajaran, y luego empujó a Sofía con una flexión y un movimiento descendente de su pie.

Luego, el Arzobispado tuvo que salir a pedir disculpas oficialmente e incitó a “superar el entredicho con sabiduría, respeto mutuo y en plena verdad”. Las imágenes del incidente fueron registradas en un video que se viralizó en las redes sociales, y que la joven utilizó para realizar una denuncia.

Acto seguido la Catedral fue cercada temporariamente, algo a lo que por ahora, la nueva conducción del Arzobispado local no ha recurrido.