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Información General |DEBEN MANTENER AISLAMIENTO DOMICILIARIO HASTA FIN DE MES

Dos médicos platenses en cuarentena tras regresar de un crucero por China

Estuvieron en el Westerdam, el barco rechazado por cinco países asiáticos a raíz de un caso sospechoso de coronavirus. La medida les fue comunicada por las autoridades sanitarias cuatro días después de llegar al país

Dos médicos platenses en cuarentena tras regresar de un crucero por China
Nicolás Maldonado

Nicolás Maldonado
nmaldonado@eldia.com

25 de Febrero de 2020 | 00:55
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Un ansiado crucero por Asia se convirtió para un matrimonio platense en una odisea que no ha terminado aún. Y es que tras quedar atrapados durante casi dos semanas en un barco al que cinco países le rechazaron la entrada a puerto, cuando los dos pudieron regresar finalmente a Argentina se enteraron que debían permanecer otros quince días en aislamiento domiciliario, una medida que les fue notificada por las autoridades sanitarias cuatro días después de arribar al país.

La aventura de Eduardo Ferraresi y su mujer Diana -él médico terapista; ella psiquiatra- comenzó el 15 de enero pasado cuando llegaron en un vuelo a Hong Kong donde debían embarcar en el crucero Westerdam. Si bien para entonces el brote de coronavirus desatado en China había llevado a que la compañía naviera impidiera embarcar a pasajeros que hubieran estado en ese país durante los últimos 14 días, la medida no afectó al matrimonio platense porque su ciudad de arribo no estaba incluida en la restricción.

Los problemas se presentaron sin embargo apenas comenzado el viaje ya que al llegar el Westerdam a Manila, primera escala de su travesía, los pasajeros se enteraron que el gobierno de Filipinas no iba a permitir que el barco entrara a puerto por temor a que hubiera casos de coronavirus no detectados a bordo. “Entonces el capitán siguió viaje para Taiwán, donde sí pudimos desembarcar y estuvimos paseando un poco. Sin embarco, cuando quisimos hacerlo por segunda vez ya no nos permitieron bajar por decisión del gobierno taiwanés”, cuenta Eduardo, quien hasta hace poco trabajaba en el Hospital Rossi.

“Al seguir viaje para Japón volvió a pasar la mismo. Y no sólo en Japón sino también en los siguientes destinos: Corea del Sur y Shanghai, que era el final del crucero, pero el capitán ya había desistido de dejarnos en China continental. Nos dirigimos entonces hacia Tailandia, pero al llegar al puerto de Bangkok una lancha torpedera se nos puso al lado y le ordenó al capitán volver a aguas internacionales. Para ese momento llevábamos ya doce días rebotando de puerto en puerto, y aunque nadie entró en pánico, mucha gente que no pudo bajar donde tenía previsto ya había perdido reservas de hoteles y conexiones aéreas”, explica el médico al comentar que ése fue también su caso, ya que con su mujer tenían previsto visitar Beijing.

De todos modos, a esa altura “la preocupación ya no era qué destinos nos habíamos perdido sino cuándo íbamos a poder volver a Buenos Aires, porque no nos dejaban bajar -agrega-. Entre los 1.500 pasajeros del crucero había una mujer de 83 años que en principio se creyó que tenía coronavirus tras un control que le hicieron cuando llegó a Malasia, según nos enteramos después”.

Tras ser rechazado por cinco países, la compañía consiguió finalmente que el Westerdam fuera admitido por Camboya. “Con mi mujer formamos parte del primer contingente que desembarcó. Fue todo un acontecimiento: nos esperaban decenas de cámaras de televisión y hasta el primer ministro nos recibió con flores y nos dio la mano a uno por uno”, comenta Eduardo, quien tras la recibida fue llevado junto a otros pasajeros al aeropuerto internacional de Camboya, donde abordó un vuelo regular de Qatar Airways.

UN ARRIBO INADVERTIDO

Tras una escala en San Pablo, Eduardo Ferraresi y su mujer llegaron a Ezeiza el 15 de febrero. “Como era tarde, vino a recogernos mi hijo y fuimos al cumpleaños de mi nuera, donde estuvimos compartiendo anécdotas de lo que habíamos vivido. Ese fin de semana estuvimos también con mi hija y mis nietos, y visitamos a amigos”, cuenta Eduardo, que recién cuatro días después de volver al país se enteró que debía estar en aislamiento preventivo.

“El martes 18 de febrero me entero que la subsecretaria de Salud del Ministerio se había comunicado con el Hospital Rossi, de donde me jubilé hace ya dos años, para advertirle que uno de sus médicos había roto el aislamiento por coronavirus. Fue una sorpresa enterarme porque nadie nos había informado siquiera que teníamos que mantener un aislamiento preventivo”, comenta.

“Formalmente nos enteramos gracias a que el secretario de Salud de la Municipalidad me llamó para avisarme. Desde entonces estamos con mi mujer en casa, donde debemos permanecer encerrados hasta fin de mes. Según nos dijeron, en estos días vendría un equipo del Ministerio para tomarnos muestras y hacer análisis para determinar si es necesario continuar con el aislamiento; yo diría que un poco tarde porque alguno de los dos podría estar enfermo asintomáticamente y contagiar al otro”, señala el médico.

“Más allá de que nadie nos informara de entrada que debíamos mantener aislamiento domiciliario -dice-, lo que nos resulta difícil de entender es que no se hayan enterado de que el único caso sospechoso que había en el crucero finalmente dio negativo. De hecho, la compañía se lo notificó a los pasajeros y las autoridades sanitarias de Estados Unidos no impusieron medidas preventivas a los ciudadanos de ese país que iban a bordo”.

Mientras tanto, “hace días que no podemos ver a la familia, mi mujer tuvo que suspender turnos programados con pacientes y yo estoy viendo cómo consigo alguna certificación oficial de la orden de aislamiento para justificar mi ausencia en el trabajo”, comenta.

“Fuera de eso -reconoce- los dos estamos bien. La compañía no sólo no nos cobró el crucero sino que nos dio los pasajes aéreos de regreso y nos regaló un viaje: espero que no sea a China porque a mi mujer no la vuelvo a llevar a Asia ni a empujones”.

 

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