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La Ciudad |INSPIRACIÓN, AMISTADES Y UN GRAN AMOR

Jorge Luis Borges y su gran relación con La Plata

El genial escritor se casó por primera vez con su novia platense de la juventud y además en nuestra ciudad brindó su primera conferencia pública en 1940

Jorge Luis Borges y su gran relación con La Plata

Jorge Luis Borges tuvo una cercana y afectuosa relación con La Plata

2 de Marzo de 2020 | 02:37
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A lo largo de una parte importante de su vida, Jorge Luis Borges mantuvo con nuestra ciudad una relación típicamente “borgeana”, tan profunda como laberíntica y, hasta en cierto sentido, primordial.

Fue en La Plata en donde el más grande escritor argentino, cultivó fuertes amistades que transitaron, desde lo personal, por los siempre creativos caminos de la literatura y el análisis filosófico.

En una de las tantas entrevistas que concedió a lo largo de sus años, Borges definió a La Plata como “una ciudad de llanura, acogedora, de gente muy amable y culta”.

Fue en nuestra ciudad en donde a sus veintitantos años, Borges se enamoró de una adolescente a la que en la década de los años 20 frecuentó semanalmente durante un tiempo pero que, por las vueltas de la vida, recién medio siglo más tarde se casaría con ella en lo que fue su primer y efímero matrimonio.

Y en el marco de esa misteriosa relación con aristas, como se dijo, primordiales, que el autor de “El Aleph” tuvo con la capital bonaerense, el hombre brindó aquí su primera conferencia pública, venciendo a los 41 años, la implacable timidez que hasta ese momento le había literalmente impedido hablar en público.

En un reportaje, Borges dijo una vez que pese a poder encontrarse en cualquier lugar del mundo el aroma de los eucaliptos los transportaba a su querida localidad de Adrogué, lo mismo que el aroma de los tilos a La Plata, otro sitio en el que había dio feliz.

Y así, también en una entrevista periodística, la propia María Kodama manifestó que Borges guardaba a sus amigos platenses y al ambiente cultural de nuestra ciudad, en un rincón privilegiado de sus afectos y su memoria.

La relación de Jorge Luis Borges con La Plata comenzó a sus 26 años, en 1925, cuando comenzó a viajar para verse con el brillante poeta platense Francisco López Merino, con quien previamente se había visto varias veces en la ciudad de Buenos Aires.

TERTULIAS LITERARIAS

Los encuentros con “Panchito” se llevaban a cabo en la histórica confitería platense “El Rayo”, situada en 1 y 44; a Borges le quedaba cómodo porque bajaba del tren y sólo tenía que cruzar la calle. A esas reuniones, siempre de contenido literario, fueron paulatinamente sumándose escritores, tanto platenses como porteños.

Entre las “plumas” de nuestra ciudad figuraban, entre varios otros, el cuñado de López Merino, Pedro Mario Delheye, Héctor Ripa Alberdi y Alberto Mendióroz. Mientras que a Borges lo solían acompañar Oliverio Girondo, Brandan Caraffa, Leopoldo Marechal, Francisco Luis Bernárdez, Pablo Rojas Paz.

Se trataba de verdaderas y riquísimas tertulias literarias que se prolongaron, con una frecuencia a veces semanal y otras quincenal, hasta 1928, año en el que el 20 de mayo López Merino se quitó la vida; apenas dos días antes el platense había visitado a Borges en la Capital Federal, oportunidad en la que pasearon por el Jardín Botánico, en donde se les tomó una foto histórica.

Luego escribiría dos poemas, “A Francisco López Merino” y “Mayo, 20, 1928”.

AMIGO DE HENRIQUEZ UREÑA

Pero Borges tuvo en nuestra ciudad otro gran amigo como el profesor de Letras, escritor, poeta y filósofo Pedro Henríquez Ureña, un brillante intelectual dominicano que le había sido presentado por López Merino.

La vida conyugal fue de mal en peor. Años después ella diría que él era poco cariñoso

 

Borges solía recordar que Henríquez Ureña fue quien le propuso por primera vez publicar poesías suyas en la legendaria revista literaria “Sur”, con lo cual se sumó, de manera rutilante, a una congregación de escritores e intelectuales de alto vuelo.

De la mano del intelectual centroamericano Borges trabó relación con otros docentes y escritores platense brillantes como Ezequiel Martínez Estrada, Alejandro Korn y su hijo, Sánchez Roblé, Amado Alonso, María de Villarino, José Luis Romero, Raimundo Lida, Alfonso Reyes, Enrique Imbert y a Ernesto Sábato, entre otros.

Pero Henríquez Ureña no sólo le presentó a Borges poetas e intelectuales, sino también a quien se convertiría en la primera esposa del laureado escritor.

Pero los contactos personales se llevaban a cabo en su mayor parte en la ciudad de Buenos Aires, porque durante algunos años, Borges rehuía venir a La Plata en donde sabía que el siempre vigente recuerdo de Panchito lo aguardaba, implacable y reluciente.

“El oro de los tigres”, es el título del poema que Borges escribió en memoria de Henríquez Ureña, fallecido de un infarto en 1946 en el vagón de un tren que de Plaza Constitución lo traería a La Plata; y en uno de sus versos dice: “Dentro de unas horas te apresurarás por el último andén de Constitución para dictar tu clase en la Universidad de La Plata. Alcanzarás el tren, pondrás la cartera en la red y te acomodarás en el asiento, junto a la ventanilla. Alguien, cuyo nombre no sé pero cuya cara estoy viendo, te dirigirá unas palabras. No le contestarás, porque estás muerto”.

LA PRIMERA CONFERENCIA PÚBLICA

Para 1940, Borges, nacido en 1899, era un escritor de renombre y muchas de sus obras se conocían en Europa y habían sido traducidas a distintos idiomas, pero nunca había accedido a brindar una conferencia pública, pese a las múltiples solicitudes que en ese sentido le llegaban, incluso del exterior.

La razón era la de su extrema timidez; hablar en público, decía, “no es para mí; me resultaría imposible”.

Durante varios años sus amigos de La Plata lo instaban a dictar alguna conferencia en nuestra ciudad, ante poco público y en lugares que no tuviesen una masiva capacidad. Se cuenta que en 1939 estuvieron a punto de convencerlo de hablar en el Círculo de Periodistas, pero a última hora el escritor se arrepintió.

A los 41 años brindó en La Plata su primera conferencia pública, venciendo su gran timidez

 

Fue al año siguiente cuando se produjo finalmente el ansiado “acontecimiento”. Quien más empeño puso en convencerlo fue Henríquez Ureña. La disertación sería sobre las formas del soneto y el lugar, uno de los salones de la sede de ex Jockey Club en la calle 48.

Borges contó que fue hasta la estación de Constitución para viajar a La Plata con mucho miedo y sumamente nervioso. Al ingresar al amplio hall de la terminal ferroviaria, el autor de “Ficciones” se encontró nada menos que con su muy admirado Macedonio Fernández (nacido en 1874), quien se encontraba justo allí para tomar un tren que lo llevara a Banfield.

El gran literato de la metafísica argentina aconsejó a su amigo, veinticinco años menor que él, sobre cómo dar una conferencia, que decir y qué no decir, como iniciar la charla y la importancia de hacer hincapié en sólo y como máximo, dos ideas centrales, a las cuales debería tratar desde distintos puntos de vista.

El hombre abordó su tren hacia nuestra ciudad no del todo convencido, pero, según refirió luego, bastante más tranquilo y confiado.

La conferencia en La Plata fue un éxito y de ese modo Borges se abrió un muy largo camino como conferencista, algo que siguió realizando casi hasta el final de sus días y, casi como una jugada magistral del destino, con nuestra ciudad nuevamente como escenario.

Borges, fallecido en 1986, dio una de sus últimas conferencias en 1984 en La Plata. Esta vez no fue en uno de los salones del Jockey Club sino en el amplísimo salón central de la planta baja de Pasaje Dardo Rocha; y no había un grupo de escritores, poetas e intelectuales locales para escucharlo como en 1940, sino una verdaderamente multitudinaria audiencia, que más allá de ocupar todas las butacas, se agolpó en pasillos y los balcones del primer piso.

SU AMOR PLATENSE, SU PRIMERA ESPOSA

En La Plata también encontró Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo, tal su nombre completo, su primer gran amor. Una mujer casi 12 años menor que él. Se trataba de Elsa Astete Millán, nacida en 1911.

María Kodama dijo que Borges le guardaba a la cultura platense mucho afecto

 

En 1931, durante una conferencia de Néstor Ibarra en el Museo de Bellas Artes de La Plata, Pedro Henríquez Ureña, le presentó a su colega a Elsa y según contara la mujer muchos años después, una vez concluida la charla, se fueron a tomar el té al Jockey Club. Una semana después ella viajó con su hermana Alicia para encontrarse con el escritor.

Elsa vivía frente a la Plaza Alsina (1 y 38) y Borges, que le había confesado su “amor eterno” la visitaba una vez por semana, generalmente los sábados por la tarde, según recordaba ella.

El romance, pese al enamoramiento del literato, no tuvo el mismo correlato sentimental por parte de Elsa, quien terminó casándose con el platense Ricardo Albarracín, quien falleciera en 1964.

En 1967, enterado Borges de que aquella joven platense de la que se había enamorado perdidamente décadas atrás había enviudado, no lo dudó y fue a su encuentro.

El 4 de agosto, en la ciudad de Buenos Aires, Jorge, ya de 68 años de edad, y Elsa se casaron por civil y por Iglesia.

Durante un tiempo vivieron con la madre de él, pero luego la pareja se fuera a vivir sola a un departamento. La mujer siempre sostuvo que en ningún momento la madre de él no tuvo comportamiento alguno que perjudicara la relación matrimonial, cuestión que fue totalmente desmentida por varios amigos del literato que, de manera coincidente, hablaron de celos y constantes y fuertes discusiones entre ambas.

De todos modos la vida conyugal fue de mal en peor. Años después ella diría en una entrevista que él era poco cariñoso y que “parecía estar siempre en otro lado”. Y tras tres años de matrimonio se separaron en 1970. Elsa falleció en octubre de 2001.

 

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