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La Ciudad |Cómo se transformó la plata por la pandemia

El radical cambio del paisaje urbano tras 20 días de cuarentena

Desde vendedores que atienden con máscaras o detrás de nylon hasta canillas en la entrada a los comercios, por el aislamiento se presentan raras escenas en la Ciudad casi a cada paso

El radical cambio del paisaje urbano tras 20 días de cuarentena

En cualquier comercio o dependencia abierta atienden al público con estrictas normas de prevención / d. Ripoll

9 de Abril de 2020 | 04:16
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Colas, tomando distancia de más de un metro entre los vecinos, en los accesos de los pocos comercios que están abiertos en la Ciudad; vendedores que atienden con máscaras protectoras y/o detrás de un acrílico; algunas farmacias, que parecen en permanente situación “de turno”; gente –poca- que va por la calle con algo, lo que sea, tapándose la boca y la nariz. Efecto del coronavirus y de las consecuencias que se deben prevenir, a un poco más de tres semanas de declarada la cuarentena obligatoria el paisaje urbano platense muestra una cara desconocida, tan extraña como la del “día después” de una película de cine catástrofe producida en Hollywood.

Basta con salir a la calle y andar las tres, cuatro o cinco cuadras a la redonda del hogar permitidas para la subsistencia, para el consumo más indispensable. En ese corto recorrido, enmarcado en un silencio ambiental insólito, se presentan escenas nunca vistas.

Todo comenzó con el inicio del aislamiento social, cuando se determinaron, por ejemplo, horarios especiales de ingreso a los supermercados con prioridad para las personas de 60 años en adelante, la franja etaria considerada más vulnerable para el contagio del virus. A partir de entonces continuaron agregándose más y más medidas profilácticas dentro de la actividad comercial.

Ahora, ningún local que no haya bajado las persianas por tiempo indeterminado (la mayoría están cerrados) atiende al público como antes de la pandemia y son diversos los recursos a los que se echa mano para evitar el contacto personal: en cualquier caso se entra después de un rato de espera en la puerta, de a una persona o en tandas igual reducidas si el espacio interior es amplio; los cajeros de las cadenas de súper o híper realizan su trabajo con protección facial y algunos hasta con guantes; en los negocios más chicos el mostrador casi sale a la vereda, porque se atiende con los clientes afuera; en muchas verdulerías se prohíbe, con carteles que lo piden expresamente, que se toque la mercadería. Y así, son infinitos los hábitos que cambiaron en la relación comercio-consumidor.

A cada paso los vecinos se encuentran con situaciones inauditas. Hay supermercados de barrio que toman la temperatura a los clientes antes del ingreso. En uno de esos locales, concretamente el de 25 entre 39 y 40, además de exigir que pase sólo una persona por grupo familiar y de “gatillar” con el dispositivo para detectar la fiebre a quien está por entrar, un empleado se ocupa de desinfectar los changuitos cada vez que son usados. Pero ahí no terminan las precauciones.

“Además de adaptarnos a varias medidas pusimos una pileta con una canilla en la puerta para que los clientes se laven las manos antes de entrar. Hacemos que se respete todo, la distancia entre una persona y otra, lo mismo entre los empleados. Y entran de a 15 o 20 clientes por vez”, precisó el encargado del comercio de La Loma, Santiago Brito.

Con medidas especiales

Las farmacias parecen también un territorio inexplorado. Esos establecimientos, tan necesarios para la vida cotidiana de la comunidad, siguen el protocolo impulsado desde el nucleamiento que reúne al sector, pero las medidas que cada uno ha implementado para evitar la transmisión del COVID-19 son particulares, pues los locales deben adaptarse a las instrucciones de acuerdo a sus necesidades y limitaciones.

En todos los locales de expendio de medicamentos se atiende a una distancia prudencial con el paciente y en todos, claro, hay dispensers con alcohol en gel para el uso del personal y del público. Por otra parte, se generalizó la práctica de no compartir el bolígrafo (lo habitual siempre fue que el farmacéutico facilitara ese útil para completar el trámite) y para eso se le solicita al público que concurra con la receta ya firmada. Pero en algunos lugares del rubro, se cumple con mayores restricciones.

Así lo explicó la presidenta del Colegio de Farmacéuticos de La Plata, Alejandra Gómez: “hay farmacias con salones en los que pudieron adaptarse colocando una mampara que separa a quien atiende de los pacientes, pero otras no han podido reacondicionarse y entonces atienden por ventanilla”.

A ese sector, se le agrega, además, cierta prevención, explicó la dirigente, “por la inseguridad que nos afectó hace unos días”. Se produjeron algunos asaltos durante el funcionamiento de locales y se extendió cierto temor. De ahí que en algunos casos la fila haya que hacerla en la vereda y desde ese espacio se recibe el despacho.

Salir a hacer los mandados en el centro significa observar toda otra serie de rarezas. Como que los colectivos marchan con varios asientos vacíos; los pasajeros ingresan a esos vehículos por la puerta trasera; camiones cisterna transitan por la calle mientras desinfectan con chorros de agua con cloro la vía pública; y agentes comunales friegan las garitas de las paradas de micros.

También parecen escenarios de ficción los principales accesos a la Ciudad. La mayoría bajo una estricta custodia, son controlados por policías e inspectores de tránsito para verificar que todo automovilista porte la autorización correspondiente para circular.

En los barrios más alejados del casco céntrico si bien los hábitos de la actividad comercial también se han modificado no se cumple en forma tan estricta la cuarentena y coches y peatones circulan más de lo que las autoridades indican.

También impacta en el transporte público, con los pasajeros subiendo a los micros por atrás

Salir a hacer los mandados en el centro significa observar toda otra serie de rarezas

 

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En cualquier comercio o dependencia abierta atienden al público con estrictas normas de prevención / d. Ripoll

Las máscaras son un lugar común en los súper / d.r

Los barbijos se multiplicaron en la vía pública / d. r

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