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“La ira de Dios”: religión, muerte y venganza en la nueva peli argentina de Netflix

Sebatiás Schindel adaptó otra novela de Guillermo Martínez y dirige un thriller psicológico protagonizado por Diego Peretti, Macarena Achaga y Juan Minujín. En diálogo con EL DIA, el realizador cuenta detalles de esta oscura producción que marca su segunda colaboración con la plataforma

“La ira de Dios”: religión, muerte y venganza en la nueva peli argentina de Netflix

Macarena Achaga y Diego Peretti en una escena de “La ira de Dios”, la nueva película argentina que se estrenó en Netflix

María Virginia Bruno

María Virginia Bruno
vbruno@eldia.com

19 de Junio de 2022 | 03:54
Edición impresa

El Ateneo Grand Splendid, considerada como una de las librerías más bellas del mundo, es el escenario de uno de los trágicos acontecimientos narrados en “La ira de Dios”, la nueva película argentina de Netflix que acaba de estrenarse con una historia sórdida entre el acoso, la muerte, la venganza y la religión. Y a propósito de su lanzamiento, la plataforma organizó un evento de prensa en ese emblemático edificio de la porteña avenida Santa Fe, que llevó a EL DIA a charlar sobre el filme con el director Sebastián Schindel en el escenario devenido en un coqueto café.

Bajo una cúpula pintada al óleo con una representación alegórica de la paz, el marco de la entrevista fue espectacular, a metros nomás de donde se suscitó el ficticio suceso: estantes repletos de libros copando una platea que supo cobijar a 500 espectadores y cuatro hileras de palcos por las que desfilan compradores, turistas, periodistas, técnicos y los protagonistas de este tenso thriller basado en la novela “La muerte lenta de Luciana B” de Guillermo Martínez, el autor al que Schindel ya había abordado cuando llevó a la pantalla la novela “Una madre protectora” con “El Hijo”.

El realizador, que venía de estrenar en el gigante on demand “Crímenes de familia” y que supo mostrar en el catálogo su premiada “El patrón”, volvió a colaborar con Netflix en esta producción protagonizada por Diego Peretti (“El Reino”), Macarena Achaga (“Luis Miguel”) y Juan Minujín (“El Marginal”), tres intérpretes que venían de encabezar sendos éxitos en la plataforma.

En “La ira de Dios”, los familiares de Luciana están muriendo uno tras otro de forma misteriosa. La presencia de su ex jefe, un enigmático escritor de comportamiento sospechoso, se cierne sobre los sucesos tras un velo de terror. Mientras hace lo imposible por salvar a su hermana Valentina, la única pariente que le queda con vida, Luciana se encuentra en una encrucijada entre la razón y la muerte y acude a un frustrado autor, que se gana la vida como periodista, en busca de ayuda; en una carrera contrarreloj por sacar su verdad a la luz, se sella un pacto de sangre para consumar la venganza.

Acciones, reacciones y la interpretación del “ojo por ojo” atraviesan la historia de “La ira de Dios”

 

-¿Cómo nace la idea de adaptar otra novela de Guillermo Martínez?

-Gracias a la amistad que generé con Guillermo después de haber hecho “El Hijo”. Yo leí todo lo que él escribe, me encanta su literatura, me siento muy cercano, muy identificado. Y “La muerte lenta de Luciana B” es la novela de él que a mí más me gusta, más me impacta y hace años que la quiero hacer. Cuando salió “El Hijo” dije “ahora quiero hacer esta” y en ese momento los derechos los tenía otro. Después de varios años de insistir y de gestiones lo logramos, junto con los productores con los que vengo trabajando, y la pudimos armar.

-¿Qué fue lo que más te interesó de la novela?

-Es una novela muy compleja. Yo creo que las ambigüedades. Creo que hay algo que dice la novela, y que está en la película, que es lo que le preguntan a Kloster en una entrevista: “¿Qué es lo importante en un thriller?”. Y él dice: “No las muertes, la sucesión de cadáveres, sino las conjeturas, las posibles explicaciones”. Creo que eso es lo más interesante.

El director Sebastián Schindel / Camila Miyazono

-En la película hay muchas muertes misteriosas, que se cuentan, pero no se ven. Eso lo hace más interesante.

-Trabajar con el fuera de campo tuvo que ver también con un montón de dificultades en la adaptación, que tienen que ver con cómo está armada la novela. En la novela, si uno hace un desglose muy rápido y simple, es toda la versión que Luciana le cuenta a Esteban en media novela y después la versión que Kloster le cuenta a Esteban. Dos versiones de los mismos hechos. Son larguísimas conversaciones. El desafío fue cómo llevar eso a algo más dinámico y cómo no revisitar también: no mostrar también las dos situaciones desde diferentes puntos de vista sino mostrarlo por una única vez pero con la ambigüedad suficiente para que pueda tener más de una interpretación para que se pueda leer de distintas formas.

-¿Guillermo tuvo alguna participación en el guión?

-En este caso no participó de la adaptación, sí lo hizo en “El Hijo”. Yo le mandé cuando tenía un guión avanzado, no le había gustado mucho, yo le iba contando los cambios que iba planteando. Al principio no le gustaron mucho pero después cuando vio la película terminada, hace un par de semanas, fue buenísimo porque fue el reencuentro. Igual, siempre hubo buena onda, él me dijo “Sebastián, te respeto, confío en vos, me gustan tus películas, pero te tengo que decir que no estoy de acuerdo con A, B y C, pero yo la novela ya la hice y a vos te toca hacer la película”. Siempre muy respetuoso pero pudiendo decir su punto de vista. Cuando la vio terminada, quedó feliz él y feliz yo porque me dijo “es súper fiel a la novela”. A veces hay que cambiar la letra para respetar el espíritu. Así que estoy muy contento de que él esté contento: fue mi primer espectador.

-Tanto Peretti, como Achaga y Minujín venían de tener sus éxitos en Netflix. ¿Cómo fue la elección del elenco? ¿Fueron elecciones tuyas o sugerencias de la plataforma?

-No, no. Total libertad creativa, la hice como quise. Al primero que convoqué fue a Diego.

-Diego es siniestro, mete miedo con la mirada.

-Qué bueno que me digas eso (risas), para mí es un piropo. Diego venía de hacer algunos personajes más oscuros, como en “El Reino”, que se estrenó justo cuando yo estaba en preproducción. Y le pedí a mis amigos de Netflix, con mucha confianza, si me podían dar un acceso anticipado para verla ya para no construir lo mismo porque, verdaderamente, hay puntos de contacto entre los personajes, es inevitable. Y al ser el mismo actor quise verlo antes para ver cómo me desmarcaba lo más posible. Pero, bueno, pasan estas cosas. También es el crecimiento natural de los actores: él es un actor que durante muchísimo tiempo hizo comedias súper exitosas y que ahora está en otra. Diego es un tipo como yo que le gustan los desafíos y te agarra los papeles por eso. Me dijo “yo este personaje no lo hice nunca, es rarísimo y dificilísimo”. Le gusta no quedarse en el lugar de comodidad. Le mandé el guión a través de la persona de casting y a los tres días me manda un audio que le había encantado, que lo había leído en voz alta con su novia y que no habían podido parar. “Hace años que no leo un guión tan bueno”, me dijo y lo sentí como una caricia para el alma. Para mí era fundamental para armar el elenco primero tener a Kloster, que es el personaje más impactante.

-Me sorprendió Macarena. No solo por cómo se transforma a lo largo de la hora y media de la peli sino porque hace algo muy diferente a lo que conocimos de ella como la hija de Luis Miguel.

-Para Luciana hice casting durante muchísimos meses, no sé cuántos. Vi muchísimas actrices y ya sobre el final del proceso aparece la posibilidad de Macarena. Hizo el casting a la distancia, porque ella está viviendo en México, aunque era en plena época de pandemia por lo que la mayoría de los casting se hicieron por Zoom. Ella hizo una prueba excelente, muy buena, y ahí empezamos a explorar la posibilidad de que ella haga el rol, que le entusiasmaba mucho pero tenía que ver cómo hacer porque tiene una agenda complicada, no para de trabajar. Pero lo logramos. En un momento casi que no lo puede hacer porque no daban las fechas. A mí me encantó agarrarla desde ese lugar de chica linda y ubicarla en un personaje sórdido y súper complejo, con una dificultad interpretativa enorme y que ojalá le ayude a seguir creciendo en su carrera como actriz y darse cuenta que puede hacer muchas cosas y no sólo de chica linda que es lo que naturalmente entrega, porque es muy bonita, y tiene una energía positiva, alegre, natural. Hay algo que más allá de lo que construye el actor, es lo que entrega naturalmente. Y ella entrega naturalmente lo opuesto a lo que es Luciana, y ahí estaba el desafío: llevarla a ese lugar.

-¿Y Juan?

-Fue el tercero, le gustó el guión, le entusiasmaba mucho trabajar conmigo porque le gustaron mis películas, yo también lo admiro muchísimo, pero en el caso de él fue muy interesante porque me planteó que había que trabajarlo más a su personaje, Esteban Rey, porque lo sentía medio débil. “Tenés razón que está medio débil”, le dije, y tenía que ver con algo de la adaptación de la novela que es un recurso que suele usar Guillermo en casi todas sus obras: están contadas desde el punto de vista de un narrador privilegiado, que es un personaje del que no se sabe nada, ni nombre tiene. Es un testigo de los hechos del que no se sabe nada, no tiene pasado, no tiene conflicto, entonces había que construirlo de cero y obviamente darle más entidad. Así que Juan participó en la construcción de ese personaje, que tuvo varias reescrituras. Le mandaba propuestas, él me devolvía. Y fue buenísimo porque no solo creció su personaje sino la película gracias a ese proceso porque había un punto flaco que me costaba resolver y qué mejor que resolverlo con la ayuda con el tipo que no sólo es un gran actor sino también es director, guionista, un tipo súper inteligente, sensible. Así que le estoy súper agradecido.

Historias oscuras, sobre temas sin solución y saltos temporales son parte del estilo de Schindel

 

-El rodaje fue en plena pandemia. ¿Fue complicado?

-Todos con barbijo, con las medidas de seguridad, con los testeos dos veces por semana. Si ves las fotos que están dando vuelta del backstage estamos todos con máscaras todo el tiempo. Filmar la escena que se filmó acá en el Ateneo era un lío porque fue una escena que requirió más de 200 extras, y era un tema. La logística para meter 200 extras en pandemia fue digna de un estado mayor conjunto: había una base donde por grupos se maquillaban, se vestían, se los testeaba porque se los testeaba todos los días a todos: el que daba positivo a la casa.

-¿Cómo surge la posibilidad de filmar en el Grand Splendid?

-Desde que escribí el primer borrador del guión la gran escena transcurría acá, y siempre hablamos con los productores para ver si lo podíamos conseguir, sino me decían de pensar un plan b. Sí, podemos pensar un plan b pero pongamos toda la energía en conseguirlo, y bueno, lo logramos.

-Contar las historias de forma no cronológica es una marca de tu estilo. ¿Qué posibilidades encontrás en esa narración?

-Me da la posibilidad de trabajar mejor la tensión en el relato. Muchas veces mis historias tienen un larguísimo primer acto, hay mucho que explicar en el set up de la situación, los personajes, las relaciones y vínculos, que si uno lo cuenta de manera lineal se puede hacer aburrido. Al romper la temporalidad tengo elementos para generar más ritmo a la película, que el espectador tenga trozos de información anticipada y esos trozos lo ayudan a ir hacia adelante. Yo digo que hay que llevar al espectador hasta el final de la película, tiene que recorrer el camino desde el minuto cero al minuto 90. Entonces, cómo hago para que recorra ese camino de la forma más fluida posible. Cuando yo hago el guión, y escribo estos saltos temporales, no estoy pensando en lo que el espectador está viendo en cada escena, sino en lo que está pensando o fantaseando en cada escena. Está viendo esto pero cuáles van a ser sus hipótesis en sus cabezas, y poder en algún punto anticiparme a sus pensamientos.

-En general, tus películas se ven en tensión constante, son oscuras, dramones tremendos. ¿Qué te interesa de ese tipo de historias?

-Me gustan los conflictos que no tienen solución, que son los conflictos de la vida misma. El conflicto inicial de una situación incómoda de acoso en el ámbito del trabajo, que es lo que pasa entre Kloster y Luciana, es un conflicto que no tiene solución. Uno puede ir a la Justicia y pedir un resarcimiento pero son cosas que quedan.

-¿Qué te gustaría que el público se lleve después de ver esta película?

-Me gustaría que se quedaran pensando. Me gusta tratar de lograr que mis películas, al día siguiente, te permitan seguir pensando, meditando sobre alguna cosa de los personajes, los dilemas morales, las ambigüedades. Que sean historias que queden rebotando en la cabeza del espectador.

-Cada vez que voy a la carnicería me acuerdo de vos...

-Y ya pasaron un montón de años de “El patrón” (risas), funcionó. Ojalá pase lo mismo con esta. Para mí las películas no terminan con los títulos finales, me gusta imaginar en qué se quedarán pensando después de verla, qué van a comentar. Por eso los finales de mis películas suelen ser angustiantes, no es que volvemos a un estado de normalidad y felicidad donde las cosas encontraron un equilibrio porque la vida nunca está en equilibrio.

Juan Minujín interpreta a Esteban Rey, un frustrado escritor devenido en periodista que ¿intenta ayudar?

-¿Cómo fue esta segunda colaboración con Netflix?

-Impecable, la verdad que no puedo estar más que contento porque tengo total libertad, hago lo que quiero, con total respeto. Es un mundo ideal, le ponen un montón de energía al estreno, para comunicarla, promocionarla. Haber hecho el evento de prensa no en un salón cualquiera sino en el Ateneo para resignificarla son pequeñas decisiones porque es ponerle amor a lo que uno hace. Y creo que Netflix le pone mucho amor a sus productos.

La película está basada en la novela de Guillermo Martínez, “La muerte lenta de Luciana B”

 

-¿Ya están charlando de algún nuevo proyecto?

-Ahí estamos. Vengo de filmar dos películas seguidas, vengo medio agotado, tengo varios proyectos que están en estado de desarrollo, están verdes.

-¿Y “Miénteme”?

-No está tan verde porque ya está cerrado el montaje, en etapa final de postproducción. Y esta sí: no es thriller, no es angustia, es una comedia romántica, conflictos livianos y no hay saltos temporales (risas). Hago todo lo que nunca hice.

-No parecés vos...

-A mí me gusta experimentar. Soy un privilegiado de la vida que puedo trabajar y vivir de lo que amo, de lo que me gusta, y me gusta tomar riesgos, experimentar. Y en cada película tomo mis riesgos artísticos, de narración, con contenidos que despiertan polémica. En esta era el riesgo de meterme en un género rarísimo, totalmente distinto a lo que vengo haciendo, e ir aprendiendo en el proceso.

-¿Ya está la fecha de estreno?

-Se está moviendo pero es probable que sea en febrero de 2023 porque viene el Mundial y es como que con el Mundial se para el mundo. Así que ojalá sea en febrero.

 

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