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El armado posible de Cristina y la resistencia final de Alberto

Mariano Pérez de Eulate

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com

1 de Junio de 2023 | 03:23
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Después del acto del 25 de mayo pasado en el que habló Cristina Kirchner, el oficialismo parece moverse al ritmo de dos premisas básicas pero aún no confirmadas. Una: que Eduardo “Wado” de Pedro podría ser el candidato a Presidente de un esquema concebido por la Vice, en tanto líder de la porción mayoritaria del peronismo, en alianza con el ministro Sergio Massa. Dos: que el albertismo, o como se llame lo que no conforme el armado antes mencionado, pretende mantener a flote su último conato de resistencia al avance kirchnerista presentando al menos un postulante para enfrentar al ministro del Interior -o quien finalmente sea el elegido- en las Primarias de agosto.

Ese test interno para definir los candidatos para octubre, que desde el Instituto Patria pretenden no realizar, es acaso la carta final que le queda al presidente Alberto Fernández para terminar su gestión con un mínimo perfil diferenciador de su Vice, una herramienta para hacer un poquito de daño al férreo liderazgo de la dama. Un manotazo de dignidad final, según definen resignadas fuentes del oficialismo que lo quieren bien al jefe de Estado.

El problema para Alberto es que los resortes administrativos del peronismo (y, por ende, del Frente de Todos) los maneja el cristinismo. Por lo que, si se mantiene el desafío a Cristina con nombres como los de Daniel Scioli o Agustín Rossi para desafiar a De Pedro o a quien ella designe, es probable que éstos encuentren un camino de espinas legales para poder competir en igualdad de condiciones. Por ejemplo: el kirchnerismo no les permitiría compartir listas de gobernadores o intendentes. Si van a la guerra que sea del primero al último candidato de las boletas, se comenta cerca de la Vice.

El ascenso de Wado pareció especialmente buscado por Cristina cuando instaló la idea de que, luego de su renunciamiento a ser candidata, alberga el deseo de que “un hijo de la generación diezmada” por la dictadura tome la posta del “proyecto” fundado por Néstor Kirchner y continuado por ella misma.

El ministro, hijo de desaparecidos, automáticamente asomó como candidato natural. Viene trabajando ese rol desde hace tiempo. Es, digamos, un hombre de La Cámpora que se vende racional, preparado, incluso edificando puentes con actores demonizados por la agrupación que lidera Máximo Kirchner, como empresarios poderosos, dirigentes rurales o burócratas sindicales.

Desde aquel acto en Plaza de Mayo las usinas del kirchnerismo deslizan que el acuerdo entre Cristina y Massa se completaría con una oferta electoral que incluye:

-Axel Kicillof otra vez como candidato a gobernador de Buenos Aires, en línea con lo que él mismo pretende.

-El ministro de Economía como postulante a senador nacional por la Provincia, un tramo de la boleta en el que a muchos les gustaría ver en realidad a Cristina.

-Máximo Kirchner renovando su banca de diputado nacional por Buenos Aires, como cabeza de la lista del Frente de Todos (o como finalmente se llame el nuevo experimento electoral que patente Cristina. Dato: es probable que le cambien el nombre para despegarse, aunque sea ilusoriamente, del gobierno de Fernández).

El esquema antes mencionado en definitiva reproduce, pero ya adjudicando lugares en las futuras boletas, lo que se vio en el escenario de la Plaza de Mayo el día de la fecha patria rodeando a Cristina. “Voy con estos”, pareció decir la vicepresidenta aquella vez. También, que lo importante para ella es la reconquista de la provincia Buenos Aires. Porque el cristi-camporismo es hoy un movimiento básicamente del AMBA. Es ese ámbito que se concibe como el territorio de una eventual resistencia futura a un posible gobierno nacional de otro color político.

 

El kirchnerismo no les permitiría compartir listas de gobernadores o intendentes

 

El viaje que realiza por estos días en China una delegación nacional liderada por Massa y Máximo no hizo más que inyectar una enorme dosis de especulación en la tropa peronista. Se descuenta que de esa incursión, en la que se destaca la novedad de que el diputado casi que ha estrenado pasaporte, saldrán definiciones. Está claro que Kirchner hablará en esas roscas orientales en nombre de su madre. Porque es verdad que no siempre piensan igual pero, en este caso, es improbable que se haya subido al flamante avión AR-01 sin haber acordado previamente con ella líneas de negociación política con Massa.

Seguramente por la necesidad de fondear las arcas del Banco Central para llegar a las elecciones, el ministro asoma cada vez más volcado a la línea ideológica del kirchnerismo. Lo que incluye una cierta ponderación de China como potencia mundial y aliada clave de Argentina. Algo que hasta hace poco hubiera sido impensado en él, con un historial personal de contactos y afinidades más bien pro-norteamericanos. Le cabe a Massa el famoso dicho: la necesidad tiene cara de hereje.

La versión de la eventual postulación de Massa al Senado conlleva la aceptación de que el estado actual de la economía haría imposible su postulación presidencial con cierta expectativa de competitividad, una jugada que intramuros fue agitada por la propia Cristina hasta hace nada.

En el mundillo peronista corre una segunda especie: que el ministro más que competir por la Cámara alta estaría interesando en ser el responsable de designar al futuro candidato a vicegobernador de Kicillof, en el marco del mencionado acuerdo con el cristi-camporismo.

Esto significaría que la actual vicegobernadora, Verónica Magario, no repetiría. Lo que es igual a decir que le sacarían ese lugar a La Matanza, distrito donde el kirchnerismo siempre ha sido fuerte, y que además le darían al ministro de Economía prácticamente el control político y administrativo del Poder Legislativo provincial en el caso de que Axel logre ser reelegido. ¿Su esposa Malena Galmarini sería la elegida? Otra de las incógnitas a develarse antes del 24 de junio, día del cierre de listas.

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