Cruje la economía y el oficialismo enfrenta una campaña con la incertidumbre en alza por Milei

La coalición oficialista busca “invisibilizar” la fórmula que encabeza Patricia Bullrich y pretende polarizar con la propuesta libertaria a la que acusa desde querer replicar un plan Bonex (por la incautación de plazos fijos del `89) hasta fomentar “la disolución del país”.

Pero el Gobierno viene de transitar una semana en la que se pusieron de manifiesto contradicciones al analizar y enfrentar los ataques a comercios y supermercados que comenzaron el último fin de semana en el interior pero el martes llegaron al Conurbano. Temeroso, el oficialismo primero negó los hechos y luego dejó traslucir nuevamente su propia interna al no acordar un discurso unívoco sobre el origen de esos “robos organizados”.

Las acusaciones de la portavoz presidencial Gabriela Cerruti a Milei y su entorno por estar detrás de los hechos no hicieron otra cosa que enardecer al massismo, que intenta sacar del centro de la escena al locuaz economista y evitar “victimizarlo”. Pese a que fue desmentida por altos funcionarios, como el jefe de gabinete, Agustín Rossi, la vocera sigue en su cargo. Su único respaldo es un Presidente, sin agenda por esas horas, que recién el miércoles por la tarde retomó la escena pública en un acto en el que justificó su bajo perfil por no ser “candidato”.

Cristina, en tanto, continúa en silencio desde la derrota de las PASO pero dio la orden de “blindar” la figura de Axel Kicillof para que no lo afecte la sensación de “desgobierno” que se percibía en medio de los ataques a los comercios.

En el oficialismo, más precisamente desde el kirchnerismo, advirtieron que si la única respuesta es “recomponer el orden” podría haber riesgo de “una espiral ascendente”, por lo que reclamaron “paliativos urgentes”. No se referían sólo al postergado “plan platita”, que incluye bonos extraordinarios para planes sociales y subas en la AUH y la Tarjeta Alimentar, sino al pedido de una normal provisión de alimentos a comedores y centros comunitarios que escasean desde hace meses.

El jueves por la tarde los piqueteros de la llamada izquierda coparon la plaza de Mayo por el mismo reclamo. Es que para algunos sectores del oficialismo el shock del resultado electoral demoró una respuesta a la devaluación del 14 de agosto y eso alimentó la sensación de vacío de poder.

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Si bien en la campaña de viene se continuará mostrando a Massa como “un gestor” que puede abocarse a resolver los grandes problemas del país y un garante de la “estabilidad” frente a las posiciones más disruptivas de Milei y de la propia Bullrich, hay temor en que la compleja coyuntura pueda impedir con en el promocionado “crecimiento” que aspira a tener UP en las elecciones generales con votos de sectores moderados de JxC pero también de quienes se ausentaron en las primarias.

Esta semana Bullrich podría oficializar a Carlos Melconian como su “vocero” en economía

La convocatoria a un “gobierno de unidad nacional”, el nuevo leit motiv del titular del Palacio de Hacienda, o un mayor involucramiento de los gobernadores peronistas en la campaña deberían estar acompañados por gestos de apertura si el intento está dirigido a sectores de clase media urbana cercanos al radicalismo a Rodríguez Larreta.

Agendas como la inclusión de Argentina en los BRICS no logran llegar al electorado desencantado aunque sí, quizás, fidelizar al sector ideologizado propio. Los intendentes del Gran Buenos Aires, como los dirigentes gremiales insisten en que frente a la situación económica hay que aplicar ya “el plan platita”.

El candidato presidencial de UP si coincide con Milei en desgastar a JxC en una alquimia que la propia Bullrich atribuyó a la necesidad de ambas fuerzas de dejarla afuera del balotaje del 19 de noviembre.

En el mayor armado opositor reconocen que por estos días deben surfear la “ola Milei” que en las encuestas, las mismas que no lograron anticipar el cimbronazo de las PASO, lo muestran creciendo. Prima el optimismo en el “campamento” de La Libertad Avanza donde observan que tanto UP como JxC tendrán dificultades en retener los votos cosechados el 13 de agosto. Sí reconocen que en las generales no contarán nuevamente con la “ayuda” del peronismo en la fiscalización por lo que están abocados a incorporar a miles de seguidores para cuidar la boleta el 22 de octubre.

Mientras, Bullrich busca salir de esa “incomodidad” que le atribuyen desde el espacio libertario, por no poder endurecer el discurso ante el temor a una fuga del voto larretista. Esta semana dio varios pasos en pos de solidificar la “unidad” de la alianza opositora con una foto de familia con Larreta, Gerardo Morales y las principales figuras de JxC y congregando a los economistas de los distintos partidos donde coincidieron en la necesidad de realizar un plan de estabilización para luego avanzar en reformas “estructurales” que permitan al país salir de la crisis.

El massismo intenta sacar del centro de la escena al locuaz economista y evitar “victimizarlo”

Esta semana la exministra de Seguridad podría oficializar a Carlos Melconian como su “vocero” en economía, un área basal en la disputa con Milei por la representación “del cambio”. Es el concepto que en 2015 llevó al triunfo a Mauricio Macri y el mismo que lo lleva a elogiar a Milei por sus posturas disruptivas que, vale decir, tendió a morigerar en la presentación ante empresarios reunidos en el Consejo de las Américas.

Desde Marruecos, donde participa de un torneo de bridge, el expresidente ratificó el apoyo Bullrich por su rechazo a la participación argentina en el bloque que encabezan Rusia, India y Brasil, como forma de aventar las suspicacias, que él mismo ha despertado, sobre un eventual respaldo al candidato libertario. Sí el fundador del PRO desea que se cumpla su vaticinio de abril pasado cuando auguró una segunda vuelta entre un candidato de JxC y Milei. Solo así, estima, Argentina podrá dejar atrás el populismo y avanzar en las reformas en lo laboral, previsional y económico que saquen al país de décadas de postergación. El oficialismo, por su parte, insistirá en el costo social que generarían esas políticas: sin dudas la “campaña del miedo” tendrá continuidad hasta horas antes del momento mismo del sufragio.