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Opinión |Análisis

Con la política a los tumbos es más difícil salir de la crisis

Con la política a los tumbos es más difícil salir de la crisis

Daer, Acuña y Moyano, los conductores de la CGT/WEB

Fernando Coradazzi

Fernando Coradazzi
fcoradazzi@eldia.com

14 de Abril de 2024 | 03:15
Edición impresa

Mientras el Gobierno obtuvo algunos resultados positivos en la macroeconomía (baja de la inflación, reducción del déficit fiscal primario, aumento de las reservas y achicamiento del déficit cuasi fiscal del Banco Central, anclaje del dólar y retroceso del riesgo país) la política anda a los tumbos.

Con un peronismo sin liderazgo, el PRO fosilizado tras la asunción de Mauricio Macri como Presidente, la UCR dividida y los libertarios dando peleas de jardín de infantes, los representantes del pueblo brindan una pálida imagen ante quienes los eligieron.

En la Argentina, el problema fundamental no es solo la economía. Es también la política, que no logra conformar un programa sustentable que permita a los argentinos salir del estancamiento.

Parece ser que la política se acostumbró a gobernar el subdesarrollo.

En el caso del peronismo, la ausencia de un liderazgo de su ala política (para este movimiento político es un gran problema la ausencia de un líder) asomó la Confederación General del Trabajo. Como en tiempos de Raúl Alfonsín, los líderes gremiales prometen arreciar con paros generales y sectoriales al gobierno de Javier Milei. Al líder radical le realizaron 13 huelgas nacionales. Al libertario, en 4 meses de gobierno, ya le hicieron una y anunciaron una segunda para el 9 de mayo.

Pero el gremialismo no representa en la Argentina de hoy una alternativa política. Negociaron con Macri y callaron con Alberto Fernández. Pueden hacer daño. De hecho el último paro de transporte en el AMBA generó un caos. Pero no construyen una alternativa política.

Recordemos que cuando el peronismo perdió la elección con el radicalismo, en 1983, no pudo ser alternativa electoral hasta que Antonio Cafiero, José Manuel De la Sota, Carlos Menem y José Luis Manzano, entre otros, construyeron la renovación. Como reflejó el sociólogo Steven Levitzky en La Transformación del Peronismo (del partido sindical al partido clientelista), fue la preeminencia del ala política lo que le permitió al justicialismo volver a ser competitivo en la arena electoral.

Eso no parece estar ocurriendo hoy en el partido creado por Juan Domingo Perón. Eso se mostró en el último congreso partidario realizado en el Polideportivo del Club Ferrocarril Oeste, en Buenos Aires, donde se eligió un conducción colegiada solo para salir del paso.

También es cierto que la difícil situación socioeconómica de amplios sectores - golpeados por la licuación de sus haberes por la inflación, los recortes presupuestarios y la quita de subsidios- favorece un clima de protesta que fogonea los reclamos sindicales.

Aunque una motivación extra fue que el proyecto de reforma laboral que el Gobierno le encargó a la UCR, les quita a los gremios el 1% de aporte de la cuota sindical.

Desde que Mauricio Macri retomó la conducción del PRO, este partido parece haber entrado en una especie de hibernación.

Una encuesta reciente de Giacobbe Consultores revela que solo el 5,7% de sus seguidores proponen hoy que Macri vuelva a postularse como presidente de la Nación. Y un 40,8% desean aliarse a la Libertad Avanza. Además un 59% cree que tiene que producirse una renovación en la conducción partidaria. Es decir, los partidarios del PRO se debaten entre la adhesión a la fuerza política de Milei y la negación a Macri.

Y el radicalismo está prácticamente dividido. Por un lado se muestra el presidente de la UCR, Martín Lousteau, que aparece como opositor total al gobierno libertario. Y del lado de enfrente están los gobernadores radicales de Mendoza, Jujuy y Corrientes y el radicalismo cordobés, confrontando con el senador porteño.

Esta semana, mientras Lousteau criticaba a Milei y Emiliano Yacobitti retó a una pelea de box al vocero presidencial, Manuel Adorni, legisladores de la UCR encabezados por el diputado cordobés Rodrigo De Loredo, le presentaban al Gobierno un borrador de reforma laboral para ser incluido en la Ley Ómnibus que el Ejecutivo enviará al Congreso la semana próxima.

Días pasados, estalló una interna de alto voltaje entre los diputados de La Libertad Avanza. Oscar Zago, hasta el miércoles presidente del bloque en la Cámara baja, impulsó la candidatura de Marcela Pagano como presidenta de la Comisión de Juicio Político. Enterado Martín Menem, presidente del cuerpo, vetó la decisión y desconoció la elección de Pagano. Horas después, Zago era desplazado del bloque y reemplazado por el diputado cordobés Gabriel Bornoroni.

La elección de Pagano en un lugar tan sensible como es la titularidad de una comisión que puede decidir el futuro juicio político al Presidente, habla de la falta de expertiz de los integrantes del partido libertario. Y del propio Milei, si se tiene por cierto lo que expresaron Zago y Pagano, de que les dio el sí a esa candidatura.

Estos enredos políticos son constantes en la fuerza libertaria. Y, obviamente, perjudican la aprobación de las reformas económicas que impulsa su gobierno.

En cambio el bloque que conduce Miguel Pichetto (Hacemos Coalición Federal) parece haber encontrado una forma de funcionar pluralista, que no afecta la unidad del grupo político. Pero que ha sido ninguneado por el Gobierno en lugar de ser seducido. Más allá de que este bloque no haya tenido un peso electoral relevante en las últimas elecciones. Pero tiene 23 diputados, que son esenciales a la hora de votar un proyecto.

Al comienzo de esta nota decíamos que el Gobierno puede exhibir hoy varios indicadores macroeconómicos positivos. Esta semana, el INDEC anunció que el índice inflacionario del mes marzo fue del 11%. Y un acumulado anual de 287,9%. Aunque este número incluye 8 meses de la gestión de Sergio Massa al frente del ministerio de Economía.

Este dato y otros que acumuló la gestión de Luis Caputo al frente de Economía, necesitan consolidarse con otras medidas que surjan del consenso político. Es algo que pidió El Fondo Monetario Internacional. Pero también lo reclama la racionalidad de un plan económico sustentable. Cuidando de que la ciudadanía lo apoye porque cree que mejorará su situación, y de que no caerá en la pobreza o la indigencia.

De eso se trata.

Un 40,8% de los adherentes al PRO creen que este partido debe aliarse a los libertarios

 

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