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La Ciudad |El boom de los deportistas no profesionales que encaran metas exigentes no decae. El desafío de hacerlo a conciencia

Salud versus... Salud: cómo moverse, disfrutar y competir sin “pasarse de rosca”

Alcanzar un objetivo que se creía lejano entrega una satisfacción incomparable. Testimonios y consejos para los que siempre van por más

Salud versus... Salud: cómo moverse, disfrutar y competir sin “pasarse de rosca”

pantera molina en acción

30 de Marzo de 2025 | 02:35
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Dejarlo todo. Empujar los límites y desafiarse hasta la extenuación por esa recompensa que otorga el cumplimiento de un objetivo que antes parecía ajeno, distante. Es el caso de miles de platenses que promediando la ruta de la vida se vuelcan con pasión al deporte. Correr maratones, por ejemplo, puede ser una experiencia gratificante y desafiante, pero también conlleva riesgos. El desgaste físico y mental afecta tanto a “runners” experimentados como a aficionados, pero para estos últimos es mayor el riesgo un impacto negativo en la salud si no se miden con sensatez las metas.

“La actividad física hoy está en un momento muy alto, en la cresta de la ola. Lo primero que siempre recomiendo es hacerse los estudios médicos: el apto físico, todo lo necesario para evitar riesgos. La mayoría de las personas que comienzan con la actividad física lo hace caminando, y siempre recomiendo empezar con caminatas suaves o trote-caminata. Es una forma de sentirse bien para caminar, trabajar, estar en el día a día” aclara Julio César “Pantera” Molina, Pantera a secas para todo el mundo.

“Caminar es la mejor elección para iniciar. Después, cuando uno ya empieza a correr, surgen las ganas de anotarse en competencias: primero 5K, luego 10K, 21K y hasta 42K. Pero siempre digo que es clave tener un profe que te guíe” advierte el platense que ya pisa las seis décadas y se convirtió en un experto en las lides más exigentes del triatlón en todo el mundo: “llevo más de 30 años corriendo, carreras de calle, triatlones, duatlones y veinte Ironman. Esa experiencia me permite decirles a mis alumnos por dónde empezar, qué distancias abordar, cómo prepararse. También les transmito las sensaciones, porque eso es clave”.

“Hay que aprender a escuchar al cuerpo. A veces estamos en condiciones de entrenar fuerte, y otras veces no. La actividad física nos ayuda a canalizar muchas de esas emociones. Por eso es tan recomendable correr, moverse”.

“Siempre me puse metas altas, pero fue progresivo” recuerda Pantera: “a la larga, el cuerpo igual te pasa factura, y la exigencia siempre deja huella, pero hay muchos métodos que ayudan a cuidarlo. Les digo a mis alumnos: ‘estás 50 minutos con el celular… pero si los usás para salir a caminar o trotar, cuando volvés sos otra persona”.

“Alguna vez seguramente elegí objetivos por encima de mis posibilidades, pero creo que lo que maneja todo es la mente. Es muy fuerte, pero a la vez débil, y por eso hay que entrenarla. Si tu sueño o tu objetivo no te asusta, es porque no es lo suficientemente grande. Ese miedo, ese respeto por el desafío, te hace crecer. Pero la mente enseguida empieza a decir: ‘pará, pará, pará’. Y ahí es donde uno tiene que trabajar y entrenar para vencer eso” concluye Pantera Molina.

SUPERAR EL “MOMENTO GAUDIO”

“Hace rato que yo no corro más. Dejé de correr, precisamente, por eso que pasa cuando te vas al carajo y terminás rompiéndote todo... Siempre entrené solo, nunca fui a un entrenador, siempre a lo rústico. Igual, todos los años iba al cardiólogo, me hacía los estudios médicos” repasa Ernesto Berlanga, de 56 años, cocinero en uno de los polos gastronómicos platenses: “claro que, respecto a eso de preguntarte ‘qué estoy haciendo acá?’, te digo que en casi todas las carreras largas, en algún momento, te lo preguntás. Siempre te pasa, al mejor estilo Gaudio. Pero cuando uno es inquieto, busca siempre un poco más. Y suele llegar un momento en que te rompés”.

“Nosotros, por ejemplo, trabajábamos en el bar un sábado hasta las dos de la mañana, y a las cinco ya nos estábamos levantando para ir a correr 21 kilómetros a Buenos Aires. Corríamos, volvíamos, abríamos el bar y laburábamos todo el domingo. Son cosas que sólo unos locos pueden hacer. Pero también tiene que ver con la edad. Ahora, con 56, si hago eso, me muero. También tenés esa adrenalina cuando estás llegando, cuando estás cumpliendo. Porque uno no corre para ganar, sino para terminar. El triunfo es llegar, es cruzar la meta. Y cuando llegás, esa adrenalina es hermosa. Después de haberte preguntado unos kilómetros atrás ‘¿qué hago acá?’, cuando cruzás la meta te estás respondiendo: ‘lo hago por esto que estoy sintiendo ahora’”.

“Siempre que uno es deportista de toda la vida, tiene un poco ese chip medio loco, esa cosa de exigirse más de lo habitual. Pero nunca fui a correr 20 kilómetros habiendo entrenado para 5. Cuando corría 20, entrenaba para 20” concluye Berlanga.

RETROCEDER NUNCA, RENDIRSE JAMÁS

Peluquero y padre de familia, en la mitad de sus 50, Luis Di Francesco, es un apasionado del running y de los desafíos -viene de escalar el Aconcagua con amigos-, reflexiona que “a mí me pasa algo: nunca he tenido que abandonar una carrera, sin importar la distancia. Si estoy con algún problema de salud, simplemente no la corro. Pero nunca he abandonado en competencia”.

“El que se siente deportista tiene un poco ese chip medio loco de exigirse más de lo habitual”

Desde su punto de vista, identifica y caracteriza cuatro principales razones por las que los corredores suelen hacerlo: subestimar la distancia; factores imprevistos; sobrecarga física; y el factor mental (“cuando empezás a pensar que no vas a llegar, te ponés excusas: ‘el año que viene la corro mejor preparado’”).

“Tengo más de 170 carreras corridas y nunca he abandonado” concluye Di Francesco: “no soy un atleta de élite, no soy súper rápido, pero tengo una cabeza muy fuerte. Siempre sigo para adelante, aunque tenga calambres, diarrea, vómitos o cefalea. He terminado carreras de ciclismo cargando la bicicleta al hombro. Desde ya, la salud es lo primero. Pero yo sé que, al día siguiente de abandonar, me pesaría mucho haberlo hecho. Por eso, prefiero seguir adelante siempre”.

LA MIRADA MÉDICA

“Hay algunas consignas que, desde mi punto de vista, son las más importantes a tener en cuenta en estos casos. Son motivos de consulta muy frecuentes, porque muchos pacientes que seguimos por hipertensión arterial, colesterol alto o antecedentes cardiovasculares, un día vienen y nos dicen que quieren correr una maratón. Y ahí es cuando se encienden todas las alarmas, porque implica un desafío grande” señala Ricardo López Santi, cardiólogo, comunicador y jefe de promoción de la salud y prevención del Hospital Italiano local: “particularmente, he tenido un paciente que corrió dos maratones de 42 kilómetros. Y no estamos hablando de un atleta joven, sino de una persona de más de 60 años con antecedentes vasculares. Estas situaciones nos ponen entre la espada y la pared como médicos, porque valoramos la motivación y el deseo de superación, pero sabemos que este tipo de exigencia implica riesgos si no se hace de manera adecuada”.

“Hay que aprender a escuchar al cuerpo. Las emociones se transforman en sensaciones físicas”

López Santi describe los diferentes tipos de pacientes y el enfoque médico que requieren: sin antecedentes cardiovasculares pero que han estado mucho tiempo sedentarios, (“se les realizan pruebas sencillas de evaluación”); que buscan desafíos (“en competencias como la maratón de 42 kilómetros pueden ocurrir eventos adversos, por lo que la prevención es clave”); y con antecedentes médicos (la evaluación debe ser muy rigurosa”).

“Existen hoy deportistas de alto nivel, como Alexander Zverev, que son diabéticos y aun así compiten al máximo nivel” destaca López Santi: “Sin embargo, esto requiere una supervisión médica mucho más cercana para evitar descompensaciones”. El papel del médico en la decisión de competir “no es recomendar participar o no, sino brindar la mayor seguridad posible al paciente” sentencia el cardiólogo: “Nuestro trabajo consiste en darle herramientas para llegar en el mejor estado a la competencia y, sobre todo, minimizar los riesgos de eventos adversos. Aun con los mejores estudios y la mejor preparación, nunca se podrá eliminar por completo el riesgo de eventos fatales en competencias deportivas. Muchas veces, estas situaciones se producen por factores imprevisibles en el momento del esfuerzo físico y no pueden ser detectadas con los estudios médicos más actuales”.

 

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