El fuego los arruinó y les robaron lo poco que quedó: “No sabemos cómo seguir”

Cualquiera que haya pisado el local de Baobab antes de la tarde del último miércoles entiende a su dueño cuando apela a las palabras “desazón, tristeza, angustia y desolación” para referirse a las sensaciones que le dejó el incendio que convirtió al negocio de 14 entre 518 y 519 en un espacio de ruinas calcinadas. Encima, lo que no destruyó el fuego se lo llevaron los delincuentes que se colaron por los fondos mientras un patrullero estaba en la puerta. Hay más: en las últimas horas se reavivaron algunos focos, lo que obligó a la intervención de una dotación del cuartel central de bomberos, mientras que algunos vecinos contactaron a los servicios de emergencia por la persistencia de un “humo molesto” en los alrededores.

“Nos sentimos solos, desamparados y sin saber cómo seguir; es la ruina”, reconoció Aldo Arístides Herbotte, el dueño de este negocio que montó hace 22 años y del que ayer no paró de sacar mercadería quemada, con empleados, familiares y lágrimas en los ojos.

“Una amiga decía que cada aventurero platense tenía un pedacito de Baobab”, dijo en una charla con este diario, sin pasar por alto que en estas décadas de historia atravesaron distintos sobresaltos, algunos ciertamente fuertes, aunque los superaron a todos.

Herbotte se ubica entre los que creen que “cada tropezón es una oportunidad”, pero “hoy no la veo”, confesó abatido, en medio de la oscuridad de ese local que fue arrasado por un incendio que comenzó a las 16 del miércoles y se propagó rápidamente a otros tres. En uno, de lonas sintéticas que provee a las piletas Olimpia - “las únicas platenses”, apuntó Aldo-, la destrucción también fue total, mientras que uno de pesca sufrió daños en un 70% y un galpón resultó con una pared y el techo afectados.

Herbotte lamentó “la ausencia de las autoridades” en un momento que los encuentra “sin dormir, cansados y angustiados. No nos sentimos protegidos ni cuidados”, aseguró.

Ayer a la mañana los peritos trabajaron en la escena para determinar las causas del siniestro, aunque los damnificados lo vinculan con los trabajos que hacían dos operarios en los techos del negocio, para reparar las consecuencias del último temporal.

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Contó Aldo que el viernes anterior “se nos rompieron dos claraboyas que tenían policarbonato. La idea era reparar y poner chapas directamente y ahí empezó una fuente ígnea”. Por lo que pudo saber, “de arriba lo apagaron, pero el fuego habría seguido abajo”. Para cuando él abrió el local (esto sucedió en momentos en que estaba cerrado), el incendio ya estaba declarado.

Aldo confirmó que desde el principio contrató “un seguro completo” para su negocio de artículos de pesca, camping y deportivos, pero “con la situación del país lo fui achicando, porque en 22 años nunca me había pasado nada”, lamentó, convencido de que “poco me va a servir (lo que cobre) con esta ruina”.

“Todo lo que teníamos está puesto acá dentro -continuó. Los cuatro depósitos estaban llenos de indumentaria y material combustible que le sirvió de alimento a este monstruo para destruirlo todo”.

Cuando faltaba poco para que terminara ese día de miércoles, ladrones ingresaron en el sector de la fábrica de piletas que está en el fondo del inmueble.

“Se ve que esta gente entró aprovechando la desgracia, la falta de luz y de alarma. Se metieron y robaron veinte piletas”, afirmó otro de los damnificados, a pesar de que el acceso principal del negocio (ya en ruinas) estaba custodiado por un patrullero.

Según Herbotte, de Baobab dependen “entre 10 y 12 familias directamente”, aunque no pasó por alto que varias más resultaron perjudicadas por los daños en los otros locales.

Todos ellos se mantienen firmes en ese lugar en el que el miércoles dominó la confusión, ayer la tristeza y hoy, seguramente, ganará el impulso de salir adelante: “Acá hay chicos, hay familias y hay un esfuerzo platense”, cerró Aldo.