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Cristina, entre el “fulbito para la tribuna” y la hoja de ruta discursiva para el peronismo

Mariano Pérez de Eulate

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com

15 de Febrero de 2024 | 02:31
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Cristina Kirchner es una muy buena tiempista. Siempre lo fue. El documento de 33 páginas difundido ayer puso fin a un silencio político autoimpuesto -más allá de alguna cosita esporádica de bajo voltaje en redes- desde la asunción de Javier Milei, a quien ahora definió como un “showman”.

Que ayer se haya conmemorado el “Día de San Valentín” fue sólo un dato anecdótico que le sirvió a la dos veces presidenta para resaltar su condición de “enamorada” de la Patria. Fue “fulbito para la tribuna” (propia), como dicen en el barrio.

Cristina salió a hablar de economía, un ítem que la obsesiona hace años pero que fue especialmente exacerbado entre sus inquietudes personales durante la gestión que encabezó Alberto Fernández -una creación suya- y debido a que el ex mandatario enfiló por un carril que ella desaprobaba: la reformulación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la implementación del ajuste económico que eso implicaba.

Ese fue el punto a partir del cual Cristina se desligó de la gestión de Fernández, la desconoció como lo que realmente era: una “reentrada” del kirchnerismo al poder.

Así sigue pensando hasta hoy, según se desprende del memorándum difundido ayer, que tiene varias inexactitudes históricas y técnicas y ciertas omisiones que obviamente ayudan a construir su relato. Por ejemplo, que en la Convertibilidad de los 90 no hubo superávit fiscal (si lo hubo por varios años) o que el proceso inflacionario en el país se desató con el regreso del FMI con Mauricio Macri (la realidad es que la suba de precios arrancó en 2007, durante su gestión).

 

¿Olerá Cristina un cambio de rumbo profundo en las demandas de la sociedad?

 

Si éste fuera un año electoral, el nuevo paper de CFK destilaría cierto tufillo de propuesta de campaña. No lo es, pero acaso pretenda sentar las bases de una hoja de ruta discursiva para el sector del peronismo que aún le responde a la ex Vice, que sigue siendo importante. En ese sentido, también es un documento político.

Lo curioso es que, entre las propuestas que enumera, se destacan cuestiones que hasta ahora nunca había puesto sobre la mesa como parte de su ideario, siempre afecto al hiper-intervencionismo estatal y al consiguiente agigantamiento del Estado. Cristina habla, por ejemplo, de la necesidad de una reforma laboral, de sacar impuesto para simplificar el sistema tributario, de tocar el universo de la salud y hasta de la posibilidad de privatizar algunas empresas. Nunca como presidenta apuntó en este sentido. Es más: hizo lo contrario.

INTERROGANTES

¿Olerá Cristina un cambio de rumbo profundo en las demandas de la sociedad a partir de la entronización de Milei y a pesar del profundo ajuste que el hombre está llevando adelante? ¿Intuye que la ciudadanía se cansó del populismo de izquierda con el que siempre se la ha identificado a ella y, aún sin estar enamorada de LLA, la gente ya no vería al “antiguo” kirchnerismo como una opción? ¿Entendió que es tiempo de un “reseteo”?

Resulta sugestivo que el documento de la reciente ex Vice salga a la luz un par de días después de que un comunicador de públicos vínculos con ella -Roberto Navarro- difundiera una suerte de explicación de cómo Cristina ve a Milei en la intimidad. Visión en la que, más allá de destacar obvias diferencias ideológicas, lo resaltaba como dirigente político y subrayaba su firmeza y osadía. Tal vez haya sido demasiado para la feligresía cristinista.

El regreso, aunque sea transitorio, de Cristina a la centralidad política expone no sólo su notable capacidad de cíclica resurrección sino también la orfandad de liderazgo en el peronismo, que todavía no se recupera del golpe por haber perdido el poder en manos de un novato como Milei, sin territorio, sin historia, sin dirigencia. Alguna vez Cristina habló de que alguien tenía que tomar el bastón de mariscal que ella estaba dispuesta a dejar. Ahora parecería que está en camino de rever esa idea o, de nuevo, de decidir a quién dárselo.

El Presidente, en un principio, no le respondió. Y dejó las respuestas en boca de algunos de sus ministros (Francos, Caputo, Bullrich). Quienes, con diversos tonos, sostuvieron algo no falto de razón: Cristina sale a hablar como si no fuera parte del problema que tiene la Argentina en términos económicos y sociales. Como si sus presidencias -y su rol decisivo en la de Alberto- hubieran sido sólo una ristra de éxitos y no parte de la decadencia. Pero anoche, Milei hizo declaraciones sobre el tema, en el inicio de una serie de entrevistas que tiene pensado dar.

EL ENCUENTRO CON EL PAPA

Otro interrogante factible de ser planteado: ¿la salida ahora de Cristina, y el tono de crítica económico-social de su paper, tendrá que ver con el reciente encuentro de Milei y el Papa Francisco? Para el Presidente, que venía de una historia de desencuentros con el Pontífice, la bilateral fue todo ganancia. Se vio cordialidad entre las partes, tal vez el pre-anuncio no oficial de la postergada visita a la Argentina.

En el Instituto Patria niegan cualquier especulación al respecto y atribuyen la reaparición de la jefa a la necesidad de explicar su visión de las cosas ante lo que el kirchnerismo cree que es una dolarización inminente de la economía, que en su lógica ocasionaría sólo perjuicios a la ciudadanía. Como para dejar escrito que Cristina cree que hay otro camino para salir del atolladero.

Un dato importante, no obstante, es que la irrupción de Cristina se da ante la inminencia de una entrada formal de Mauricio Macri y su gente al Gobierno, en lo que se supone será un fortalecimiento político del oficialismo. Hay que entender que Macri es el verdadero objeto de odio del kirchnerismo, no tanto Milei.

 

Macri es el verdadero objeto de odio del kirchnerismo, no tanto Milei

 

Por supuesto que nada está escrito aún pero, muerto Juntos por el Cambio, una alianza entre LLA y el PRO (más la posible incorporación de expresiones radicales y cierto peronismo no K) supondría una nueva vigorosidad de un espacio de derecha o centro derecha en la Argentina. Cristina tal vez barrunte que, anclada en la provincia de Buenos Aires a través de Axel Kicillof y juntando las cabezas propias y esas que siempre amenazan con revelarse a su liderazgo y nunca lo hacen, pueda digitar la conformación de un polo opositor fuerte, guiado por el credo que acaba de publicar. Claro, su ímpetu y real poder de fuego dependerá de cómo le vaya a Milei con la economía y del eventual surgimiento o no de un tercer bloque político, con perfil más de centro izquierda, que ya empieza a insinuarse con elementos de las provincias, con otros sectores de la UCR y desencantados del macrismo.

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