Con el crecimiento urbano llegó una más intensa vida social

Los años 20 encontraron a una Ciudad que, políticamente y al igual que en Nación, se encontraba con el predominio del radicalismo, cuando corría la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen que, luego, sería sucedido por el también radical Marcelo T. de Alvear entre 1922 y 1928. Dos gobernadores radicales, José Luis Cantilo y Valentín Vergara secundaban a la autoridad nacional.

Superada la profunda crisis de principios de siglo, La Plata creció urbanísticamente y a la vez se intensificó la vida de relación en una sociedad ya asentada. Residencias en los barrios cercanos, la conclusión de nuevos edificios gubernamentales y las primeras construcciones de altura cambiaron el diseño de la ciudad fundacional.

Desde el punto de vista del desarrollo científico cobró impulso, entre otros establecimientos, el Observatorio Astronómico, en el que fue nombrado como director el doctor Juan Hartmann, que en 1921 descubrirá un nuevo planeta al que denominó “La Plata”.

El crecimiento del casco histórico platense se vio también acompañado por el dinámico empuje de la zona portuaria en Berisso y Ensenada.

En la entonces delegación platense de Ensenada se radicó en esa época la familia de don Pedro Lopérfido, que adquirió el bar “La Marina”, ubicado en La Merced entre Colón y América.

Allí, durante años, se concentraron los jóvenes que cumplían servicio militar en la Base Naval y muchos integrantes de las comunidades extranjeras, radicadas ya como vecinas y acriolladas en Ensenada y Berisso.

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Mientras tanto, en la asentada y más dinámica La Plata comenzaron a abrirse cines. El primero de ellos, el “Esmeralda” de calle 7 entre 55 y 56, que luego pasaría a llamarse “Select”. Pero antes que el cine Esmeralda había sido el teatro San Martín y luego el Orfeón. Fue propiedad de las familias Aguado y Sanz, Pujol y Tolosa, Serrano y Roca, hasta que en 1933 lo adquirió la empresa AIA, que, a su vez, lo transfirió en 1959 a los hermanos Lombardi.

En esta década enriquecedora, la Universidad platense creó la facultad de Medicina Veterinaria y apareció el primer “Anuario y Guía de La Plata”, con una reseña histórica, geográfica y descriptiva de sus principales y muy activas instituciones.

Todo ello ocurrió en 1920, año en que se iniciaría en La Plata la vigencia de la Reforma Universitaria que, tal como lo señala el historiador Ricardo Soler, “sería luego interrumpida por el peronismo y que, repuesta a partir de 1955, fue anulada luego por el general Onganía, quien la desterró de los claustros y terminó con la coparticipación de estudiantes en el gobierno y con la autonomía universitaria”, hasta que el retorno de la democracia en 1983 la restituyó.

La vida cultural de La Plata se vio enriquecida notablemente. Al principio de la década llegaron a dar recitales dos maestros de renombre internacional, como el guitarrista Andrés Segovia y el pianista Arturo Rubinstein, ambos seguidos por numerosos públicos en el Argentino. Después volverían varias veces al país y a nuestra ciudad. Entre los muchos visitantes ilustres que llegaron a la Ciudad pueden mencionarse al Príncipe de Gales y a la tripulación del Plus Ultra, que había unido por aire España con la Argentina.

El Jockey Club

Fundado en nuestra ciudad en 1904, el Jockey Club de la provincia de Buenos Aires desplegó de inmediato una intensa vida social y se convirtió en una de las instituciones principales de la Ciudad.

El fallecimiento del fundador, Dardo Rocha, se produjo el 6 de septiembre de 1921

El desarrollo inicial se consolidó y fue el 19 de noviembre de 1922 cuando logró inaugurar su imponente edificio, con puertas de entrada sobre avenida 7 y las transversales 48 y 49, a partir de un proyecto que fue adjudicado en su diseño y posterior construcción al ingeniero Emilio Coutaret.

Se concretó así la tenencia de una sede propia bajo la presidencia entonces de Manuel F. Gnecco. Tal como lo señalan Sara Alicia Canestri y Graziela Canestri en su trabajo titulado “El Jockey”, en el libro La Plata Ciudad Milagro, publicado por la Municipalidad en 1982, la sede del Jockey se caracterizó por el esplendor de su diseño y de su mobiliario.

Las tradicionales cenas de año nuevo, las fiestas celebratorias de la fundación de La Plata fueron, entre otras reuniones que organizaban los platenses, encuentros tradicionales y ciertamente brillantes, a los que siempre asistieron las más altas autoridades de la Ciudad y la Provincia.

A todo esto los recitales con grandes artistas y las veladas sociales en el Coliseo Podestá, en donde retiraban las butacas y nivelaban el piso de la platea preparada para esos encuentros, se constituyeron en citas de honor para los platenses.

LA MUERTE DEL PATRIARCA

Desde luego que en la década del 20 al 30 correspondiente al siglo pasado ocurrieron hechos muy tristes para la Ciudad. Uno de ellos fue el fallecimiento del fundador, Dardo Rocha, ocurrido el 6 de septiembre de 1921.

El historiador Soler así lo narra: “La Plata comenzaba a vivir las grandes ausencias”. Y allí transcribe la nota necrológica del diario EL DIA que dijo así: “Para la Ciudad, el fundador era aquel anciano a quien todos conocíamos de cerca a través de sus visitas sucesivas y constantes y a quien ningún platense dejó seguramente de saludar alguna vez con la alta distinción que merecía; aquel anciano de silueta inconfundible que vestía con toda pulcritud y tenía siempre una expresión paternal”.

También era y es “memoria e identidad con su obra más querida, La Plata, en la que todo está indeleblemente asociado a su nombre”.

“Su nombre es hoy un perfil en el anverso de las medallas, un rostro juvenil de soldado del Paraguay con su uniforme de línea, un orgulloso gobernante retratado con sus galas o un erguido anciano rodeado del afecto de sus íntimos y de sus platenses”.

Pocos días después , el 19 de septiembre, en la basílica de San Ponciano, a la que asistiera en tantas ocasiones, se realizó un funeral oficial. Concluye Soler señalando que años después sus restos fueron trasladados a la cripta de la Catedral, donde descansan junto a los de su esposa.

La Plata vivió una época de real esplendor social. Se comenzó a festejar el Día del Estudiante con fiestas en el Bosque, se iniciaron los grandes corsos de flores en calle 7, con palcos para presenciar el paso de universitarios. Los balcones de las casas y clubes eran bellamente adornados, comenzaron a funcionar distintas orquestas juveniles y la pérgola de plaza San Martín inició sus magníficos recitales.

El teatro platense florecía bajo el influjo de los Podestá, que hizo trabajar a compañías de acróbatas y de artistas de circo en distintos escenarios. Una crónica costumbrista, del 19 de julio de 1925, dice también que “los transeúntes sufrían también las molestias que les causaban las bicicletas de los ‘niños bien’ cuando se acercaban en silencio a las señoritas y hacían sonar las bocinas, provocando un susto a las víctimas y risas y burlas a los amigotes que contemplaban la escena...”.

Unos meses después un cronista anónimo de El DIA sostenía la necesidad de “alentar al cine nacional, aumentando los gravámenes a la importación de películas extranjeras”. Afirmaba que los paisajes del Iguazú o la zona de los lagos del Sur merecían ser mostrados. En 1925 muchos platenses asistieron a dos recitales que hizo el dúo Gardel-Razzano en el cine Ideal.

El jardín Zoológico en el Paseo del Bosque se potenció a partir de la gestión en la década del 20 al 30 de don Alfredo Plot, que incluso decidió vivir en la misma institución. Director por muchos años, Plot fue el responsable de la modernización del Zoo y, además, tenía un humor formidable.

“Hombre de especial sentido del humor -dice una crónica de época- se le ocurrió la idea de cortar el pelo de un perro de su propiedad, con melena y pluma en la cola, imitando a un león. Un domingo por la mañana paseaban en el zoológico don Francisco Artola y su hijo Miguel, cuando apareció el perro disfrazado de león. Padre e hijo huyeron despavoridos en dirección a su automóvil. Otro día ‘el león de Plot’ apareció a la entrada del Teatro del Lago, durante una función, sembrando el pánico entre los espectadores”. Las andanzas del pacífico “león de Plot” fueron comidilla de la ciudad durante mucho tiempo.