Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
La Ciudad |JOSÉ MARÍA MAINETTI

Emblema de enseñanza, investigación y diagnóstico certero

Fue mentor de Favaloro y uno de los tantos profesionales que supieron recibir el título de Ciudadano Ilustre de La Plata

2 de Marzo de 2016 | 03:01

A veces también bajaba un piso, y en la sala V (del Policlínico San Martín) observaba las primeras operaciones del profesor Mainetti. Era fascinante ver con qué facilidad y belleza movía sus manos en maniobras y gestos que todavía no interpretábamos en toda su amplitud”. El entonces alumno de la facultad de Medicina de La Plata, René Favaloro, recordaba así a quien sería su mentor, referente mundial en cirugía, oncología, bioética y trasplante de médula ósea, el médico José María Mainetti.

Hijo “preferido” de la ciudad de La Plata, con título más que merecido en su caso de Ciudadano Ilustre, Mainetti nació el 30 de mayo de 1909 en el pequeño poblado rural de Hinojo, situado a 19 kilómetros de la cabecera del partido de Olavarría, llamado así por la gran cantidad de hinojales que había en el lugar.

Ingresó en la Escuela Preparatoria de Ciencias Médicas de la Universidad de La Plata y se recibió en 1932. La escuela se convirtió en facultad en 1934.

José María destacó como estudiante. Ya entonces demostró la pasión por aprender que no lo abandonaría hasta sus últimos días.

Un paso clave en la obra de Mainetti fue la creación, en 1969, de la Fundación Dr. José María Mainetti para el Progreso de la Medicina. Y, dos años más tarde, de la Escuela de Oncología.

En 1986, nuestra ciudad, de la mano del eminente profesional, se convirtió en centro de atención del mundo médico. Es que ese año, la Fundación dio a luz al Centro Oncológico de Excelencia (COE) en la localidad de Gonnet.

Sus objetivos fueron la enseñanza, investigación, diagnóstico, atención y docencia en prevención, diagnóstico y tratamiento de tumores cancerígenos. Fue centro de referencia para América Latina y otros continentes.

En una extensa entrevista con este diario, cuando el COE -ya a mediados de los ‘90- comenzó a atravesar fuertes problemas económicos, Mainetti explicó su concepto de la medicina. Dijo -palabra más, palabra menos- que si los adelantos médicos no llegaban a todos, no tenían sentido. Ese profundo espíritu humanista de la profesión fue el que encandiló desde joven a Favaloro y a decenas de pares. No así al Estado y a las mutuales que, según el propio José María, acumulaban deudas con el centro y lo ponían contra la pared.

Todo ello pese a que a principios de esa década, en 1993, Mainetti puso en marcha el Instituto de Trasplante de Médula Osea (ITMO), y ese mismo año realizó el primer trasplante autólogo.

¿De qué se trata? Para la época fue revolucionario. El trasplante de médula ósea es un procedimiento médico propio del campo de la hematología, que suele realizarse en pacientes con cáncer en sangre o médula ósea (mieloma múltiple o leucemia), para eliminar las células enfermas o defectuosas e introducir células madres que produzcan glóbulos y plaquetas sanos.

El trasplante puede llevarse a cabo empleando la médula de otra persona (trasplante alogénico) o del mismo paciente receptor (trasplante autólogo). Este tratamiento se usa en pacientes con trastornos hematológicos, inmunitarios o neoplásicos, como leucemias, linfomas e inmunodeficiencias. Muchas veces, antes de realizar el trasplante es preciso destruir la médula ósea del receptor por medio de quimioterapia y/o radioterapia.

Este tipo de procedimiento usa precursores hematopoyéticos del mismo paciente que va a recibir el trasplante: bajo el nombre de “progenitores hemopoyéticos” se agrupan los precursores de las células de la sangre humana, administradas con el fin de que se produzca una regeneración de las mismas en el lugar donde se fabrican habitualmente, es decir, la médula ósea del enfermo que había dejado de producirlas.

Como las células trasplantadas se toman de la médula ya dañada, muchos protocolos emplean algunas técnicas para escoger las células sanas que se van a devolver al paciente. Ese proceso puede involucrar fármacos o anticuerpos diseñados.

Un trasplante autólogo tiene un riesgo menor de padecer alguna infección durante la parte inmunocomprometida del tratamiento, ya que la recuperación de la función inmune es rápida. Además, la incidencia de pacientes que experimentan rechazo es muy rara.

Dos años más tarde, el ITMO también efectuó el primer trasplante con células progenitoras de cordón umbilical de la Argentina.

Un capítulo aparte merece la relación entre Favaloro y Mainetti, su “mentor”.

Como lo contaba el propio Favaloro, en tercer año de la carrera de Medicina comenzó las concurrencias al Hospital Policlínico. Y mientras cursaba las materias se escapaba a presenciar las operaciones del profesor José María Mainetti, de quien captó su “espíritu renovador”.

Pasó el tiempo. En el joven médico del Barrio El Mondongo fue creciendo el entusiasmo por la cirugía torácica, a la vez que iba dándole forma a la idea de terminar con su práctica de médico rural y viajar a los Estados Unidos para hacer una especialización. Quería participar de la “revolución médica que se producía de la mano de los constantes avances” y que él leía en revistas extranjeras, y no ser un mero observador.

En uno de sus viajes a La Plata, mientras ejercía como médico de familia en Jacinto Aráuz, un pequeño pueblo pampeano, le manifestó ese deseo al profesor Mainetti, quien le aconsejó que el lugar indicado era la Cleveland Clinic.

Con pocos recursos y un inglés incipiente, Favaloro se decidió a viajar a Cleveland.

Todos los días, apenas terminaba su labor en la sala de cirugía, Favaloro pasaba horas y horas estudiando la anatomía de las arterias coronarias y su relación con el músculo cardíaco.

A comienzos de 1967, empezó a pensar en la posibilidad de utilizar la vena safena en la cirugía coronaria. Llevó a la práctica sus ideas por primera vez en mayo de ese año. La estandarización de esa técnica, llamada del “bypass”, hasta hoy en día salva millones de vidas por día. El Profesor le había dado el mejor consejo, como lo hacen los grandes profesores.

En 1980 comenzaron las obras de construcción de lo que cinco años más tarde sería el Centro Oncológico de Excelencia (COE), que desarrolló un concepto de atención integral del paciente oncológico, aún incipiente en el país.

Por aquel entonces era una novedad de avanzada que un centro oncológico no se ocupara solamente de los aspectos quirúrgicos o de inmunoterapia, sino que reuniera todas las armas disponibles para combatir el cáncer, brindando un tratamiento integral para los pacientes con esta afección. Se elevaba a un rango superlativo la atención y contención de la persona y de su familia.

Pero no sólo la faz asistencial del COE es la que le dio el prestigio que llegó a ostentar. Los trabajos de investigación clínica, fundamentalmente sobre cáncer de mama y cáncer de próstata, fueron premiados en varias ocasiones por la Academia Nacional de Medicina. Por otro lado, el Instituto de Médula Osea fue “modelo” mucho más allá de las fronteras del país.

Su sello distintivo fue, como se dijo, la búsqueda permanente de vincular la medicina con las humanidades. La síntesis entre la oncología y lo humanístico.

La institución cayó en una complicada situación financiera, que no escapaba hacia el año 2000 a la crisis sanitaria general.

El centro médico tenía inconvenientes para pagar con puntualidad los salarios del personal, debido a la mora de las obras sociales, que mantenían una deuda superior a los dos millones de pesos de entonces.

Al igual que su discípulo Favaloro, Mainetti encontró serias dificultades administrativas en su fundación. A mediados de 2005 pidió un subsidio al Estado bonaerense porque el centro médico que él había creado estaba agobiado por las deudas.

“Como decía René -dijo el médico a un matutino por entonces-, trabajamos para el país y nos pagan con mortadela”.

José María Mainetti, a los 96 años, murió en Gonnet el 9 de febrero de 2006, a las 18,20 en su vivienda particular.

Con la presencia de cientos de pacientes, médicos, ex alumnos, los restos del doctor José María Mainetti fueron sepultados en el cementerio local en una ceremonia íntima y austera, tal como había pedido el oncólogo, luego de ser velados en el Centro Oncológico de excelencia por él creado.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE a esta promo especial
Multimedia
+ Comentarios

Para comentar suscribite haciendo click aquí

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Full Promocional mensual

$650/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $6100

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme

Básico Promocional mensual

$500/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $3950

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme
Ver todos los planes Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional mensual
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$500.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $3950.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla