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Política y Economía |Rompieron patrulleros y autos particulares y varios comercios decidieron cerrar

Graves incidentes y destrozos en el centro en violenta marcha del Astillero

Los manifestantes se enfrentaron con la policía luego de que un grupo intentara tirar las rejas de la Gobernación para ingresar al edificio. La refriega siguió en calle 7 en medio de piedrazos y balas de goma

Laura Romoli

Laura Romoli
lromoli@eldia.com

22 de Agosto de 2018 | 02:48
Edición impresa

El centro platense fue ayer escenario de una verdadera batalla campal entre trabajadores del Astillero Río Santiago y la Policía, que dejó como saldo 13 efectivos heridos y seis detenidos, en el marco de un enfrentamiento que incluyó pedradas, gases lacrimógenos y terminó con veredas y vehículos destrozados.

Todo comenzó pasado el mediodía, mientras se desarrollaba una movilización de trabajadores por un reclamo salarial, cuando éstos intentaron ingresar por la fuerza a la Gobernación y la Policía procedió a dispersarlos con agua.

Los manifestantes reaccionaron entonces con una lluvia de piedras que hirió a varios efectivos y provocó la rotura de vidrios en la Casa de Gobierno, al tiempo que atacaron la caseta de seguridad de la plaza San Martín, mientras rompían veredas para arrojar más proyectiles contra las fuerzas de seguridad, que desplazaron el foco de conflicto hasta la avenida 7 y 50 utilizando gases lacrimógenos y disparando balas de goma.

Además de una innumerable cantidad de pedazos de baldosas, se hallaron en la zona numerosos rulemanes, tuercas, tornillos y bombas molotov que los violentos habrían utilizado como proyectiles contra los efectivos. Destrozaron, además, seis patrulleros y 10 autos particulares. Incendiaron también contenedores de basura y arrancaron la señalética de las paradas de micros.

Tarde violenta

La marcha había sido convocada por la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) de Ensenada y Provincia, que, acompañada de agrupaciones y partidos de izquierda, reclamaban por el quite de dos bonificaciones al salario. El conflicto con el gobierno de María Eugenia Vidal es aún más profundo ya que el gremio plantea la reactivación de la fábrica y denuncia un intento de vaciamiento oficial.

En ese marco se inscribe una denuncia judicial del presidente de la planta naviera, Daniel Capdevilla, en la que acusa al gremio de graves irregularidades con fondos pertenecientes a la empresa.

Luego de que unas 5 mil personas -según estimaciones de la policía que actuó en el operativo- partieran desde la vecina ciudad de Ensenada y cortaran por la mañana la bajada de la Autopista, la movilización por el reclamo salarial se trasladó a la sede del ministerio de Economía, en 8 entre 45 y 46, y, posteriormente, a la plaza San Martín.

Al llegar a la Casa de Gobierno, los más violentos comenzaron a trepar las rejas del portón de ingreso, buscando, además, romper los candados que lo mantenían cerrado. Fue esa acción de los manifestantes la que motivó que la policía comenzara a arrojar agua para que depongan su actitud. Y poco después los militantes iniciaron una lluvia de piedras sobre los efectivos y el edificio de la Gobernación, donde, entre muchos otros, un adoquín atravesó el vidrio de la sala de periodistas.

También utilizaron como proyectiles las propias baldosas de la plaza, las que rompían a fin de arrojar los pedazos contra las fuerzas policiales. Varios cuerpos de Infantería se desplegaron entonces sobre la plaza y las calles 50 y 51 para dispersarlos.

Seguido de la orden de despejar la calle, las fuerzas policiales obligaron a los violentos a retroceder hasta la avenida 7, llevando el foco del enfrentamiento al tramo que va de 47 a 50.

Casi al mismo tiempo que subía la tensión en la avenida más céntrica de la Ciudad los comerciantes bajaban las persianas de los negocios para protegerse de los desmanes. En 7 y 49 un patrullero protagonizó un incidente al atropellar a un manifestante, provocando la reacción del resto de los trabajadores que se abalanzaron sobre el vehículo y le provocaron serios destrozos.

En una constante de avances y repliegues en ambas manos de la avenida 7, las fuerzas policiales arrojaban gases y balas de goma que eran respondidos por los manifestantes con todo tipo de elementos contundentes. Miles de transeúntes no salían de su asombro por la rudeza del enfrentamiento.

Las escenas de violencia se repitieron durante casi tres horas convirtiendo la zona en un campo de batalla por el que, entre los manifestantes y policías pretendían circular, confundidos, taxis, micros y autos particulares, entre quienes reinaba el desconcierto y el temor al toparse con la manifestación, en algunas arterias; con un cordón policial, en otras.

El condimento, no menor, que agregaba a la situación más caos, lo aportaba la falta de cercos de la Dirección de Tránsito del municipio que delimitara un área de circulación precisa. Incluso, la Infantería debió cruzar un camión propio en 7 y 54 para interrumpir el paso de vehículos y evitar que los transeúntes se expusieran al peligro de resultar heridos.

Recién pasadas las 15 los efectivos policiales se retiraron y la multitud recuperó una tensa calma. Sobre la avenida 7, abarcando las cuadras que van desde 47 a 50, trabajadores del Astillero, dirigentes gremiales y militantes de izquierda brindaron una conferencia de prensa en la que repudiaron el accionar de la policía y reclamaron por los detenidos, dos de ellos, según afirmaron, con heridas (ver aparte).

Entre choripanes, cantos y banderas anunciaron medidas de fuerza para rechazar lo ocurrido, entre ellas un paro para el día de hoy de ATE Provincia. El asfalto quedó minado de adoquines de todos los tamaños, surgidos incluso de dos volquetes que estaban ubicados frente al banco Galicia. Humeantes, los contenedores ya habían quedado reducidos a cenizas, el paragolpes arrancado de un patrullero yacía atravesado en una rampa de discapacitados y los carteles de señalización que fueron arrancados de las paradas de micros eran pateados y pisoteados al pasar por los transeúntes que usaban la cinta asfáltica como vereda.

Curiosa, una mujer interrumpió a un policía que ya en reposo descansaba en las veredas de 7 y 51. “¿Qué pasó?”, preguntó. “Hubo una movilización”, le respondió. La señora miró la desolación de la plaza, la calle cubierta de escombros de distintos tamaños, las persianas bajas de los comercios y cordón de Infantería que aún custodiaba las puertas de la Legislatura. Asombrada, se alejó sin decir nada.

 

 

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