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Una inédita influencia de la Provincia en la Nación

Una inédita influencia de la Provincia en la Nación

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Mariano Pérez de Eulate

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com

5 de Mayo de 2021 | 02:14
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El sistema político argentino está viviendo algo inédito: no se recuerda en la historia reciente un nivel de influencia tan alto de un gobernador bonaerense en las decisiones de gestión del gobierno nacional como el que parece tener Axel Kicillof. Eso lo ubica en una situación de tensión inevitable con el presidente Alberto Fernández y buena parte de su gabinete, aunque las formas seguirán siendo guardadas al menos hasta las elecciones legislativas de este año. El affaire por la renuncia no concretada del subsecretario de Energía nacional, Federico Basualdo, fue la más reciente evidencia de aquel juego del gobernador. Pero claramente no es la única.

El ministro de Economía, Martín Guzmán, con el respaldo presidencial, decidió echar a Basualdo pero el funcionario, una tercera línea en la grilla ministerial, se mantuvo en su lugar por el apoyo de La Cámpora y de la vicepresidenta Cristina Fernández. Esta última, se sabe, es la terminal que le da densidad política a la figura de perfil técnico de Kicillof. Pero Axel subió aún más la apuesta: se paró en el bando de Basualdo (el otro es, obviamente, el del propio Guzmán), respaldándolo, diciendo que era un excelente funcionario. Traducido al lenguaje político: “No deberían sacarlo y es correcta su visión del aumento de las tarifas”.

Breve resumen de esa cuestión: Guzmán pretende ir a un esquema de aumento de la energía en un par de tramos, con un 9% ya decretado para terminar en un 15% anual. Una cifra que le serviría para achicar el nivel de subsidios al sector energético y bajar el déficit fiscal. Basualdo, encargado de diagramarlo, no movió un dedo. Defiende la idea de que sólo hay que aumentar un 9% anual. Es la tesis del Instituto Patria, probablemente impregnada de la necesidad electoral en el Conurbano, esa zona donde reside el núcleo duro del voto cristinista.

Es la lógica, en verdad, que viene transmitiendo Axel hacia adentro del kirchnerismo desde siempre: un aumento de tarifas de dos dígitos implica que la gente tenga menos plata fresca en el bolsillo, lo que a su vez redunda en una baja del consumo cotidiano y, por consiguiente, en un golpe al mercado interno que debería ser el principal motor de la reactivación.

Lo mismo pregonaba Kicillof cuando era ministro de Economía del último gobierno de Cristina, donde, a diferencia de Guzmán ahora, manejó amplias cuotas de poder real. Axel es hoy, de hecho, la palabra en materia económica que más escucha y más respeta la vicepresidenta. Es con ese respaldo que el gobernador se opuso al acuerdo de renovación de deuda que Guzmán había iniciado con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Muy simplificado, el ministro avanzaba hacia un acuerdo de 10 años con determinadas condiciones y desde La Plata se presionó para que el entendimiento no sea menor a 20 años, algo muy difícil de digerir para el organismo crediticio. Finalmente, el acuerdo nunca se cerró y parece cada día más lejano.

Fuentes de la gobernación niegan que exista una mala relación entre el ministro de Economía y el gobernador. Explican que suelen hablar seguido y que, en todo caso, pudo haber disconformidad de Axel por cómo se filtró a los medios la decisión de despedir a Basualdo.

La saga de las restricciones por la segunda ola de Covid de mediados de abril también mostró la llegada de Axel a la Casa Rosada. El gobernador fue siempre defensor de un cierre total de unas cuantas semanas, lo que incluía el corte de las clases presenciales. Corrido por el aumento de contagios, insistió con estos temas ante el Presidente, que del otro lado aparecía tironeado por el alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, quien buscaba menos dureza de las restricciones en su distrito. El famoso DNU que sacó Fernández estuvo bastante moldeado por las necesidades bonaerenses.

Pero sobre todo, Alberto “compró” la tesis que le llevó el gobernador: en el tema Covid, borrar límites entre Provincia y capital, manejarlo como una misma zona de emergencia más allá de que los números oficiales mostraban en aquel momento diferencias que podían ser leídas como puntos a favor de los porteños. Fernández se convirtió así en lo que sus detractores definirían luego con ironía como el “Presidente del AMBA”. Ese mote maldito supone, además, un eventual ninguneo a la noción de país federal.

coparticipación

Otro episodio que patentizó la influencia de Kicillof se dio en 2020, con la pandemia en pleno desarrollo. Fue lo que marcó la ruptura entre el Presidente y Rodríguez Larreta: el gobierno nacional sacó fondos de coparticipación a la Ciudad Autónoma para dárselos a la Provincia y de esta manera posibilitarle al gobernador una solución a la delicada rebelión policial por un reclamo salarial que en ese momento no podía satisfacer.

Así nació el Fondo de Fortalecimiento Fiscal para la Provincia. Que se sumó a la inyección de fondos que, por fuera de la coparticipación automática de impuestos, recibió desde la Nación y que encumbraron a Buenos Aires como el distrito más beneficiado del país por ese mecanismo. Según cifras oficiales, en 2020 los envíos discrecionales a la provincia de Axel crecieron un 128% respecto a 2019. Eso implicó que Buenos Aires se llevara el 32% de todos los giros discrecionales realizados a todos los distritos. Es probable que este año se incrementen.

Lo dicho: los gobernadores bonaerenses venían siendo maltratados o ninguneados por los habitantes de la Casa Rosada. Daniel Scioli y Cristina Kirchner, que convivieron 8 años, acaso sean el paradigma. Pero también Felipe Solá tuvo una relación tirante con Néstor Kirchner y jamás pudo poner en el gabinete ni a un funcionario de segunda línea. Menos fijar políticas públicas.

Con María Eugenia Vidal, en el macrismo se guardaron los modos pero lo cierto es que la Provincia terminó perjudicada cuando la exgobernadora tuvo que absorber, sin margen para rebelarse contra Presidencia, los subsidios por la energía y el transporte en el Conurbano. Eso le licuó los fondos que ella había podido conseguir antes, en concepto de actualización del famoso Fondo del Conurbano.

Esa figura, creada a principios de los 90 para que Eduardo Duhalde pudiera manejar la Provincia sin penurias, le dio al entonces gobernador y luego presidente de transición cierta holgura fiscal y menos dependencia financiera de Nación. Pero, en términos políticos, tampoco logró gran influencia en el gobierno de Carlos Menem, con quien terminó enfrentado políticamente.

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