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La Ciudad |ENTRE EL SABER Y EL CIVISMO

El defensor de las libertades y de los derechos humanos

Carlos Sánchez Viamonte, jurista de relieve y figura del entonces pujante Partido Socialista. Un platense lleno de talento, con un insobornable rigor ético

El defensor de las libertades y de los derechos humanos

Carlos Sánchez Viamonte fue diputado nacional por el Partido Socialista

2 de Marzo de 2023 | 03:35
Edición impresa

Carlos Sánchez Viamonte (1892-1972) fue un jurista de relieve, hombre público, diputado nacional entre 1940 y 1943 por el Partido Socialista, del cual fue un importante dirigente al punto de que integró como candidato a vicepresidente de la República la fórmula que en 1958 postuló para la primera magistratura a Alfredo Palacios.

Nacido en La Plata, hijo de otro renombrado jurista, Julio Sánchez Viamonte y de Bernabela Molina Salas, cursó sus estudios primario y secundario en nuestra ciudad, graduándose como abogado en 1914, a la edad de 22 años, en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNLP.

Era bisnieto del general Juan José Viamonte e hijo de otro renombrado jurista, Julio Sánchez; fue profesor en las universidades de La Plata y de Buenos Aires (1958) y miembro fundador de la Unión Latinoamericana. Escribió numerosas obras, entre las que cabe citar Tratado sobre el «habeas corpus» (1927), Manual de derecho político (1960) y Teoría del Estado (1968). Fue elegido el 12 de diciembre de 1947 académico de número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas a propuesta de Alfredo Palacios y Monseñor Miguel de Andrea.

 

“Con su fuerza dialéctica arrollaba a sus contrincantes, que se refugiaban en el silencio”

 

Más allá de los múltiples e importantes cargos que ocupó en la órbita universitaria, luego como legislador o como respetado autor de obras de doctrina, debe señalarse que Sánchez Viamonte formó parte de una pléyade de personalidades -pertenecientes en su vida cívica a distintos partidos políticos- que acompañaban su gran riqueza intelectual y humanística, adquirida en el contacto con todas las fuentes del conocimiento, con una sencillez y sobriedad de vida admirables.

Ateos o religiosos, progresistas o conservadores, supieron compartir los intereses comunes y, acaso, formaron parte de las últimas generaciones que hicieron grande a la Argentina.

Una vez abogado, Sánchez Viamonte enseñó en la facultad platense la materia de Derecho Público y Derecho Constitucional, en una cátedra ciertamente histórica que contó con el concurso de otros grandes profesores, como Emilio Ravignani y Alfredo Palacios.

Más adelante fundó la revista Sagitario junto a Julio V. González, hijo de Joaquín V. González, donde se trataban temas sobre la unidad latinoamericana. Entre otras personalidades y escritores de relieve, en dicha revista llegaron a escribir José Luis Romero, Alfredo Palacios, Miguel Ángel Asturias, José Carlos Mariátegui, Albert Camus y José Vasconcelos.

Carlos Sánchez Viamonte fue un jurista de relieve y un hombre público

Como abogado particular concentró su ejercicio en asuntos civiles, comerciales y laborales -en esta última rama, formalmente creada mucho después, fue un verdadero precursor- pero enfocó su atención en forma preferente en la defensa de las libertades públicas y en la lucha contra las violaciones de los derechos humanos.

PERSECUCIONES

Tal como se pone de relieve en sus biografías, su intensa actividad en pro de las libertades civiles y políticas provocaron la persecución de varios gobiernos. En 1915 fue arrestado por su ataque a los desmanes del poder político.

Y fue el golpe de 1930 que derrocó a Hipólito Yrigoyen el que lo empujó a la actividad política. El 6 de junio de 1931 la dictadura del general Uriburu lo declaró cesante en sus funciones de profesor de enseñanza secundaria y debió exiliarse en Montevideo.

Se afilió entonces al Partido Socialista en 1931, fue convencional constituyente provincial y logró una banca como diputado provincial en 1935, actuando como tal hasta 1940. Desde allí propuso derechos sociales y económicos ignorados hasta el momento, así como la igualdad de género.

 

Era bisnieto del general Juan José Viamonte e hijo de otro renombrado jurista, Julio Sánchez

 

En 1940 fue elegido diputado nacional, pero su término fue acortado por el golpe de 1943. Pasó entonces a ser un vocero del antitotalitarismo, opositor del gobierno y encarcelado, sin proceso alguno, durante la presidencia de Perón, quien según el mismo Sánchez Viamonte, era continuador del antes mencionado gobierno de facto.

Su libertad fue reclamada, durante los cinco meses que duró su encierro, en varias ocasiones, incluso por figuras que no pertenecían al ámbito del derecho, como el escritor Jorge Luis Borges.

Durante el gobierno peronista su casa fue allanada varias veces, tuvo que mantenerse oculto en repetidas ocasiones y fue detenido y puesto a disposición del Poder Ejecutivo en dos oportunidades. Durante la presidencia de Arturo Illia representó al país ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Renunció tras el golpe de 1966. Además, rechazó en varias ocasiones integrar la Corte Suprema.​

En una publicación del Museo Casa de la Reforma Universitaria se dice que “su labor más notable fue la crítica. Con impresionante fuerza dialéctica arrollaba a sus contrincantes que acaban por refugiarse en el silencio absoluto”.

La actuación pública de Sánchez Viamonte, añade, “fue intensa, llegó a ser diputado nacional sin abandonar el estudio y el cultivo de sus aptitudes científicas. Fue el único reformista ortodoxo, de primera hora, que llegó a la cátedra titular en la Facultad de Derecho. Expulsado por el peronismo, retornó en 1955, cuando la Universidad se encaminaba por una línea democrática y de notorio progreso pedagógico. Sólo la Facultad de Derecho se mantuvo al margen de ésta línea, condiciones que llevaron a Sánchez Viamonte a renunciar”.

“En su existencia valió tanto el saber como el civismo. Siempre decía que éste último aspecto debía prevalecer sobre todo. Sólo respetaba en los demás la conducta. Vivió con un estoicismo a prueba de toda tentación y de toda pesadumbre particular, con un obstinado e insobornable rigor ético. Se mostró siempre dispuesto a denunciar, a renunciar, a sostener sobre cualquier cosa su espartana concepción de la vida. Obsesivo, no transigía con dualidades ni complacencias. Murió, como vivió, en su casa de calle Florida, quince días antes de cumplir 80 años”.

Carlos Sánchez Viamonte, al emitir su voto

 

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