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El Presidente largó la motosierra, pero mostró el hacha

Fernando Coradazzi

Fernando Coradazzi
fcoradazzi@eldia.com

27 de Enero de 2024 | 03:29
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La semana empezó bien para el Gobierno. El martes logró que la Ley Ómnibus obtuviera dictamen en el plenario de comisiones de la Cámara de baja. Y todo parecía encaminado a un tratamiento favorable de la iniciativa en el recinto, dos días después.

Pero el miércoles, los diputados que habían apoyado la ley en general, aunque con algunas disidencias, percibieron que el texto acordado con el oficialismo había sufrido cambios. La reforma previsional, las retenciones, las modificaciones en biocombustibles y en la pesca, entre otros, no aparecían en el texto del dictamen oficial con la redacción que habían arreglado el día anterior.

Comenzó el escándalo y las broncas de los referentes de la UCR, Hacemos Coalición Federal y los partidos provinciales nucleados en Innovación Federal. Se habló de una reunión fuera del edificio de Diputados, con la participación de algunos legisladores oficialistas y de la oposición donde se modificó el texto acordado el día anterior.

 

Ni el director del film “Un Día de Furia”, escribió un guión mejor para el jueves en la Rosada

 

Ese mismo día, transcurrió el paro y la movilización de la CGT. Y con ese telón de fondo, donde la marcha se llevó casi todos los titulares, el ruido en el Congreso no tuvo tanto eco.

Pero el anuncio del oficialismo de que postergaban la sesión para el martes 30 de enero, ya advertía los problemas. Y la declaración del ministro de Economía, Luis Caputo, que en un tuit le avisaba a los gobernadores que si la ley no salía el ajuste iba a ser feroz, le metió más leña al fuego.

El diputado Miguel Pichetto le pidió calma y que deje de “apretar” a los mandatarios provinciales. Y el gobernador de Entre Ríos, Rogelio Frigerio, del PRO, le reclamó al Ejecutivo nacional que cumpla con lo pactado.

Con respecto a la medida de fuerza de la CGT, el Gobierno lo minimizó. E incluso dejó trascender en las declaraciones de algunos de sus funcionarios, que había elegido a la central obrera como el enemigo número uno “por el desprestigio” que tienen ante la opinión pública.

Pero al día siguiente, el día de la frustrada sesión en Diputados, estalló una jornada de furia. El dialoguista ministro del Interior, Guillermo Francos, defendió las amenazas del titular de Economía a los gobernadores de que sin ley no había plata para transferir a las provincias. Y la frase adjudicada al presidente durante la reunión de la mañana, en Casa Rosada, amplificó el alboroto. “Los voy a dejar sin un peso”, habría dicho el primer mandatario.

Tras la reunión de Gabinete, se conoció la remoción de los encargados de la Superintendencia de Servicios de Salud Enrique Rodríguez Chiantore y Nicolás Striglio, quienes duraron menos de dos meses en sus cargos. La Superintendencia de Servicios de Salud debe llevar adelante la desregulación del sistema de salud que propone el Gobierno de La Libertad Avanza. Y que ya habían comenzado a hablar con los sindicatos.

Claramente el mensaje fue para la CGT, que había realizado el paro del día anterior.

Las presuntas declaraciones del Presidente en contra de los gobernadores y el anuncio de la futura creación de una Fiscalía para investigar los actos de corrupción de los funcionarios provinciales, profundizó la pelea del ejecutivo nacional con las provincias.

Por la noche, el broche final de un día agitado fue el pedido de renuncia del ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, por haber filtrado los dichos de Javier Milei en la reunión de Gabinete.

Ni Joel Schumacher, el director del film Un día de Furia, podría haber escrito un libreto mejor para ese jueves en la Rosada.

La semana anterior, concluía auspiciosa porque parecía que el oficialismo había decidido moderar el ímpetu inicial que había generado muchos heridos. Y acordándose de la frase de Hipócrates (“Lo primero es no hacer daño”) el Gobierno se mostró negociador.

Pero la que está concluyendo mostró a un gobierno enojado con la realidad.

En una entrevista con la periodista colombiana Patricia Janiot el Presidente habló de las negociaciones con la oposición por el articulado de la Ley Ómnibus. “En nada voy a ceder porque la libertad no se negocia”, aseguró.

Sin embargo gobernar en un sistema republicano exige negociaciones permanentes. Con el poder Judicial, con los legisladores, con las cámaras empresarias, con los sindicatos y con todos los actores que componen esta realidad compleja como es la Argentina actual.

La pelea a Todo o Nada puede complicar todo en la crisis actual del pais. No es con motosierras ni con hachas. Es con persuasión y diálogo.

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