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CCK: otra decisión de Milei provocadora para apuntalar un cambio de paradigma

CCK: otra decisión de Milei provocadora para apuntalar un cambio de paradigma
Mariano Pérez de Eulate

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com

27 de Marzo de 2024 | 04:39
Edición impresa

En un país con la economía en crisis, cambiar el nombre del Centro Cultural Kirchner claramente no debería ser una prioridad para el gobierno. No obstante, como anunció ayer el vocero presidencial, Javier Milei avanzará con la movida. Al Presidente le sirve en una dimensión simbólica: para apuntalar su relato de cambios de paradigmas, sobre todo en ese universo de ciudadanos que parece tener una paciencia infinita frente a su plan económico de ajuste.

En rigor, Milei avanza en línea con lo que acaso piense la mayoría de la gente que lo respaldó en las urnas, hace de eso algo más de cuatro meses: que ese hermoso centro de las artes, emblemático edificio de la Ciudad de Buenos Aires que fue el antiguo Palacio de Correos y Telégrafos, no debe llevar el nombre del fallecido expresidente santacruceño por más que lo haya inaugurado su viuda, también ella exjefa de Estado.

Siempre rondó el concepto de desmesura respecto a bautizar “CCK” al centro cultural, de los más grande que tiene Latinoamérica y el mundo. Tal vez porque pasó muy poco tiempo entre la muerte de Néstor Kirchner y la inauguración del mismo y porque en aquellos tiempos, finales del gobierno de Cristina, el peronismo exhibía una notable compulsión a bautizar cualquier cosa con el nombre del expresidente. Años de grita político/ideológica en Argentina terminaron ubicando simbólicamente al magnífico espacio de un sólo lado de esa maldita hendidura.

La idea rebautizadora de Milei, que había intentado Mauricio Macri sin éxito cuando pasó por la Rosada, deberá ser trabajada. Es que por la ley 26.794, del año 2012, el originalmente llamado Centro Cultural del Bicentenario pasó a llamarse Presidente Néstor Carlos Kirchner. Una nueva ley podría cambiar esa denominación. Y si no un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), que luego debería ser considerado por el Congreso. Lo dicho: para el gobierno puede haber “necesidad” pero la verdad es que no hay urgencia.

En sectores políticos no mileistas se lee la noticia como una suerte de provocación “para la tribuna”, que llega cuando caía sobre el Presidente cierta sospecha de un entendimiento subterráneo con el peronismo para lograr la aprobación del polémico juez Ariel Lijo como futuro miembro de la Corte Suprema de Justicia. Sería inocente y casi descalificador pensar que golpes de efectos como el anunciado ayer por Adorni puedan tapar jugadas que rozan el escándalo. Se verá.

Milei tiene un perfil provocador, de eso no quedan dudas. Lo viene mostrando desde que era candidato presidencial. El pico absoluto de esa estrategia fue la aplicación del sambenito de ser “Casta” a todo lo que no fuera de La Libertad Avanza, efectiva muletilla electoral cuya construcción se va diluyendo por las necesidades de gobernabilidad en la “realpolitik” del Milei ya presidente.

otros hitos

Esta estrategia de promover reacciones -eso es provocar- supuestamente aprobatorias, tuvo otros hitos recientes.

El último 24 de marzo, aniversario del golpe militar del 76, la cuenta oficial en redes de la Casa Rosada publicó un video de 12 minutos destinado a refutar el relato histórico establecido respecto a las víctimas de la represión ilegal, ese que fue trabajado con especial profundidad durante las gestiones kirchneristas. Otra vez, el actual gobierno no hizo más que avanzar en promesas de campaña: equiparar la gravedad de los actos de la guerrilla con los del terrorismo de Estado, reivindicar las víctimas “del otro lado” y dinamitar la cifra de 30 mil desaparecidos, incluyendo el relato de un ex montonero, Luis Labraña, que se adjudicó la autoría de la cifra para asegurar mayor impacto internacional.

Por supuesto que hubo reacciones adversas de sectores peronistas, de izquierda y progresistas. Pero en el gobierno anotan lo otro: la recepción sin escándalos en buena parte de la población de ese mensaje que, en definitiva, buscó relativizar, tal vez desmentir, uno de los consensos posteriores a 1983 que como país parecían cerrados y sin discusiones de alcances mayoritarios.

El Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo último, la Rosada tuvo un gesto cargado de simbolismo que fue leído como algo irritante en varios sectores. En este caso sobre todo en el vasto universo feminista y de reivindicación de la lucha de género. Piloteada por la influyente Karina Milei, el Salón de las Mujeres de la Casa de Gobierno pasó a llamarse de los Próceres.

Cuadros de damas con tarea histórica en todos los rubros -actrices, científicas, políticas, etc.- fueron reemplazadas por figuras de la historia tradicional argentina, fundadores de la Patria, héroes de la independencia. Todos hombres. “¿Era necesario?”, se preguntó la política. “¿Y era necesario en el Día de la Mujer?”, resaltaban los que no dudaban en calificar de repulsivo el gesto. Era el efecto buscado, precisamente. Dirigido para repeler al mismo mundillo al que enfiló lo del CCK y para agradar al otro, al propio. El video de divulgación del acto incluso estuvo locutado por la propia Karina. Mucho creyeron ver en ese gesto el anuncio de una futura candidatura legislativa de la secretaria General. Rumores.

El mileísmo, por cierto, también cayó en una desmesura. Entre los próceres ubicó el retrato del ex presidente Carlos Menem, parangonando su entidad con la de un San Martín o un Belgrano. Puede ser el ídolo de Milei, como él mismo ha confesado, pero el manto del tiempo que ha pasado desde su muerte difícilmente le haya dado al riojano la altura de un prohombre o de una eminencia.

La del estribo: también la ligó el busto de Kirchner que había en el Senado. En este caso la Vice Victoria Villaruel apeló a la simpleza cáustica para explicar un gesto que enojó a buena parte de la tropa legislativa peronista: “No fue senador, no fue vicepresidente y yo no soy su viuda”, dijo.

 

 

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