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Uno de los extras de “Siete años en el Tibet” rememora aquel verano de 1997
Su metro ochenta y cinco, una cara de gallego que por el origen celta bien daba para soldado alemán, y un par de fotos de frente y perfil que confirmaron su “physique du rol” fueron el pasaporte de Gustavo Cantil para actuar, como extra, en “Siete años en el Tibet”, la película que trajo en 1997 a Brad Pitt a La Plata. Por estos días se cumplen 20 años de la distinguida visita y de las ajetreadas jornadas de un tórrido enero en que la Estación de Trenes de 1 y 44 se convirtió en set de filmación. Para el ya padre de familia y profesor de Educación Física con cierta antigüedad en varias escuelas, aquel recuerdo es “de los mejores”, pues la experiencia le dejó más de una marca personal: además de algunos amigos y varias enseñanzas vitales le trazó un vínculo que lo llevó a conocer a quien es su mujer y madre de sus tres hijos.
Los agitados cuatro días de rodaje se iniciaron el 20 de enero, después de una previa en que la producción del filme de Jean Jacques Annaud comenzó a organizar la locación platense (el edificio de la antigua Estación, la avenida 1 desde 42 a 44) donde se desarrollarían las escenas (en rigor fueron dos, una en plena Segunda Guerra Mundial y otra, ya más cerca del final de la trama, que se ubicaba en 1951).
El primer revuelo se armó durante los preparativos del desembarco de los equipos artísticos y técnicos. En algunos negocios de la zona sus dueños plantearon, frente a las horas de “parate” comercial que iba a implicar el rodaje y a la posibilidad de que por razones de escenografía se buscara modificar las fachadas los locales, cobrar una suma en efectivo. Según el caso, pedían desde $100 por día hasta un total de $3.000, todo un monto de dinero en esos tiempos de convertibilidad. Al final, los reclamos se calmaron y nada se pagó por usar la Estación como escenario.
Llegó el día. Y ahí estaba Pitt, radiante, ya convertido en uno de los hombres más deseados del mundo y, por ende, inabordable; sus fans desenfrenadas pero contenidas por un elegante personal de seguridad que no les dejaba saltar la valla; la actriz lituana Ingeborga Dapkünaite, que hacía de esposa del personaje de Pitt, rodeada de vestuaristas y maquilladores; actores estadounidenses e indios que ensayaban sus roles secundarios; y unos 300 extras, la mayoría vecinos de la Región surgidos de un casting que se había realizado en el Instituto Goethe local. Todo confluía en la recreación de la austríaca Estación de Graz, recargada de banderas nazis, soldados del ejército alemán y de la SS y hombres, mujeres y niños vestidos a la usanza europea de los años 40.
Desde su casa de City Bell, Cantil -48- rememora su participación en el film como si no lo separaran de el dos décadas. Recuerda el grueso uniforme verdoso y las calurosas botas que tuvo que vestir durante horas en pleno verano; las ganas frustradas de tomarse una foto junto al actor norteamericano (“era imposible acercarse a él”, dice); y la enorme cantidad de veces que lo hicieron repetir la misma toma en la que debía estar parado en posición de firme. “Estuve tres días filmando desde muy temprano a la mañana hasta la nochecita y después las escenas de la Estación duraron en la película no más de un minuto”, cuenta y se ríe, sin el más mínimo tono de decepción.
Y es que de aquella vivencia todo para Cantil integra la lista de los haberes. “Tengo los mejores recuerdos: nos pagaron muy bien, 40 dólares por día; la comida era excelente, muy buena; a partir de entonces vi que era necesario saber inglés y lo estudié y viajé varias veces; y conocí al hermano de Silvina, mi mujer, que también fue extra. Me reencontré con él un tiempo después, me invitó a su cumpleaños y ahí me crucé con ella, nos casamos y ahora tenemos tres hijos”, detalla.
Durante un tiempo, después de enero del 97, algunos extra de “Siete años en el Tibet” se siguieron reuniendo a través de un espacio de Facebook que creó Andrés Alemán, otro de los participantes platenses ya fallecido. “El fue el que nos reunió a todos, pero con los años y ya sin Andrés no entremos más a la página”, concluye el extra platense de Brad Pitt.
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