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Opinión |Editorial

En Plaza Malvinas sigue la luz verde para ruidos molestos y el descontrol

En Plaza Malvinas sigue la luz verde para ruidos molestos y el descontrol
30 de Enero de 2023 | 03:37
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Existen transgresiones a la convivencia social que, a pesar de las protestas vecinales, se reiteran sin solución de continuidad. Se conoce que en algunos lugares pululan las infracciones a las ordenanzas y leyes vigentes, pero que, pese a eso, el poder público permanece ajeno, naturalizando el descontrol a partir de su inacción.

Uno de los casos más representativos de estos fenómenos negativos es el que se presenta en Plaza Malvinas, cuyos vecinos vienen denunciando desde hace mucho tiempo la sucesión de ruidos molestos que caracterizan a las horas nocturnas, el desmedido consumo de alcohol por parte de los visitantes que ocupan ese paseo, los desbordes de todo tipo y la creciente anarquía que, virtualmente, se hace cargo del lugar.

Un testimonio vecinal reciente ofreció esta descripción, que pareciera servir como contexto explicativo: “No hay casetas de seguridad en la plaza y los patrulleros policiales aparecen un rato y luego se van....”.

“Con el tema de las motos y los ruidos con los caños de escapes y aceleraciones venimos hace más de un año y medio. El tema de los autos con música fuerte incluso viene de más atrás. Y el consumo de alcohol hasta las 4 de la madrugada es cada vez más común”, dijeron en la asamblea vecinal del barrio de Plaza Malvinas, luego de que, a raíz de ese combo de descontrol, costara una vez más pegar un ojo y poder tener un buen descanso.

“No nos quejamos de las cervecerías del barrio. Pero cuando son las 3 ó 4 de la mañana y escuchamos griteríos, autos con música a todo volumen, motos explosivas, y vemos a jóvenes que orinan en la vereda de nuestras casas, decimos que aquí falta control”, señalaron, para agregar que “nadie toma conciencia de que esto es un espacio público, que a su alrededor viven familias. Estamos cansados de todo esto”.

Es verdad que este tipo de problemas se presenta en otras zonas, en especial en torno a los boliches especializados en fiestas nocturnas. Pero lo de Plaza Malvinas resulta particularmente ruidoso, por el céntrico y amplio escenario que disponen los asistentes al lugar. Un paseo que, curiosamente, entre sus vecinos más conspicuos se encuentra –sobre 20 y 50- la oficina de “Control Urbano”.

Hasta el momento, según los testimonios, los vecinos no han logrado la adopción de medidas destinadas a frenar ese descontrol y deben pasar noches en vela hasta tres veces por semana, según apuntaron en otra ocasión los vecinos.

Esto significaría que, en cuatro décadas, una zona que se encontraba desvalorizada se valorizó cuando se mudó el Regimiento y se habilitó allí la plaza Malvinas. Ahora, por una razón diferente –concretamente por el descontrol y la contaminación sonora- el barrio que se había recuperado volvería a verse perjudicado.

Todo pareciera indicar que las llamadas zonificaciones se volvieron elásticas y que no existen pautas objetivas y previsibles. Si a un determinado vecindario llega un boliche, ¿allá se habrá perdido la tranquilidad y hay que acostumbrarse a la música propalada a todo volumen, y, en otro orden, al descontrol de las picadas de motos y autos? ¿Se mide aún el nivel de los sonidos, para ver si superan los raseros permitidos? ¿Cualquier plaza o avenida pueden convertirse en boliches a cielo abierto o en pistas de carreras clandestinas?

Lo que va quedando en claro es que, tanto para la actual como para muchas de las administraciones anteriores, la contaminación acústica es raramente sancionada. Pareciera que el ruido en la Ciudad no es considerado como una transgresión, cuando tanto las normas legales, así como muchas ordenanzas, lo han incorporado como una falta grave contra la salud y la calidad de vida de los habitantes. El combate a los ruidos molestos es riguroso en muchísimos países. Lo cierto es que hay luz verde para la contaminación sonora, y eso debe revertirse.

 

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