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Información General |“Adultxs”, la entidad que nació para proteger a menores vulnerados

Una casa recuperada en Abasto para luchar por los derechos de la infancia

El horror de una historia de abusos se reconvirtió en nuestra región en un centro de esperanzas para cientos de niños y niñas que fueron víctimas de violencias

Una casa recuperada en Abasto para luchar por los derechos de la infancia

Silvia Piceda y Sebastián Cuattromo en la casa de abasto, donde funciona la sede de “Adultxs” / demian alday

4 de Diciembre de 2018 | 02:08
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La casa está en la calle 496 y 220, en pleno corazón de Abasto. Y señala, desde su portal, una historia que allí transcurrió durante años y que ahora dio origen a “Adultxs por los derechos de la infancia”, el nombre de la entidad mencionada en el mismo acceso a la vivienda. Es una casa recuperada después de décadas, de silencios y de abusos.

Silvia Piceda (51), médica de profesión, es la protagonista de esta historia. Ella y su hija Jazmín, que hoy tiene 20 años, quienes en su momento debieron escapar de la casa de Abasto para huir de un abusador, el propio padre de Jazmín.

“Yo viví allí hasta el año 2010 -cuenta- cuando aterrada por el accionar de mi ex pareja, y para proteger a mi hija, me tuve que escapar de la casa”.

Silvia describe que estando en pareja con D.S (hoy de 66 años), “compramos esta casa en Abasto, cerca de Estancia Chica, porque a mí me gustaba lo rural, y la hicimos con muchos sueños, al menos de mi parte. Así, cuando nos mudamos, Jazmín tenía 8 meses y comenzamos a vivir en un predio de dos hectáreas. Y si bien comenzaba a observar algunas actitudes extrañas de él, yo estaba enamorada”.

Todo cambiaría mucho tiempo después, cuando Jazmín tenía 11 años, en 2009. “Yo conocía algo del pasado de mi ex pareja, pero evidentemente no todo. Fue en ese año cuando la hija de una ex pareja de D.S, Romina, quien hoy tiene 42 años, me buscó para contarme que cuando ella tenía 11 años, su padrastro (D.S) había comenzado a abusar sexualmente de ella, que tenía una denuncia penal por esos episodios , y que también el padre de D.S tenía causas por abusar de sus nietas, que a la sazón eran las primas de mi hija Jazmín. Luego de comprobar que todo eso era cierto, me asusté mucho, hice una denuncia en la Comisaría de la Mujer, pedí una cautelar, y junto a mi hija, nos fuimos de la casa”.

Tras aquella situación, se sucedieron distintas presentaciones judiciales que incluyeron una medida cautelar con prohibición de acercamiento para el progenitor de la entonces menor.

“Él es el progenitor, no el padre -señala Silvia- y es un abusador impune porque la Justicia nunca lo condenó, a pesar de los testimonios brindados por Romina, por Jazmín y por mí. Mi hija habla poco de aquellos años, pero sufrió crisis de pánico, y siempre sostuvo, inclusive frente a la Justicia, que no quería volver a ver jamás a su progenitor”.

Con el tiempo, Silvia conoció a Sebastián Cuattromo (52), quien también fue víctima de abusos durante su adolescencia (ver aparte) y juntos formaron no sólo un nuevo hogar, sino que también fundaron una entidad cuyo fin es proteger a menores abusados y cuya sede hoy funciona en la casa de Abasto, recuperada por Silvia luego de una larga batalla judicial.

“Fue un inmenso y muy injusto trabajo de lucha que significó para una madre intentar proteger a su hija de un progenitor que ya había abusado de su hijastra -apunta Sebastián-. Y además de estas dificultades y dolores, junto con el horror indescriptible que significó tener que asumir el hecho de que había tenido su hija con un agresor sexual, se sumó la locura judicial; con un juzgado de familia al que lo único que le interesó fue proteger al hombre denunciado, y no a la niña que tenía la obligación de cuidar. De Jazmín, lo que nos parece interesante contar como un muy esperanzador mensaje social, y especialmente para otros jóvenes, es que a los 11 años estaba teniendo crisis de pánico, que a los 14 se presentó al Juzgado de Familia con enorme valentía para decir claramente que no quería tener ningún tipo de contacto con su progenitor agresor, y que hoy, a sus 20 años de edad, es una joven llena de proyectos, deportista de alto rendimiento, estudiante de la UBA, y con muchos amigos”.

También Jazmín cuenta que “a los 12 años, unos días antes de Año Nuevo, me tuve que ir de mi casa porque un juez ordenó la re vinculación con la persona que yo había dicho expresamente que no quería ver (su progenitor). Me tuve que escapar de mi propia casa y vivir escondida por mucho tiempo, injustamente. Tuve suerte en tener una mamá que me protegió en todo lo que pudo; una psicóloga que también lo hizo y un entorno de amigos y tías postizas que me acompañaron en ese triste proceso. Hoy, a 8 años, remarco que no solo pude salir adelante, sino que me constituí como una persona fuerte y capaz. Egresé del colegio con honores, estudio una carrera universitaria y hago deporte de alto rendimiento (es corredora), además de tener un entorno de amigos que me quieren mucho. Y lo más importante, soy feliz. Nada de esto se lo debo al sistema judicial que lo único que hizo fue desproteger a una nena de 12 años. Se lo debo a mi entorno social y afectivo”.

LA SEDE DE “ADULTXS”

“También nos parece fundamental tener en cuenta -agregó finalmente Sebastián- que decidimos hacer públicas nuestras historias porque hoy por hoy siguen siendo parte de una inadmisible regla de impunidad y de profunda desprotección de la infancia, constituyendo la excepción las situaciones de cuidado de niños y niñas víctimas, y los logros de reparación y justicia, con el debido juicio y condena de los culpables. Silvia pudo proteger a su hija a pesar del mal accionar de la Justicia, pero muchas otras madres no pueden. Y eso es lo que como sociedad no podemos permitirnos más, y por eso desde hace años, y por todo el país, los ‘Adultxs por los derechos de la infancia’ venimos llevando adelante un amoroso compromiso de visibilización pública testimonial con la comunidad, en los más diversos ámbitos sociales, con la esperanza de contribuir a cambiar esta inaceptable historia de injusticias contra los más débiles de todos que son los niños, y que ahora, gracias a un formidable logro de lucha, se pudo recuperar la casa, lo que queremos compartir con el pueblo de Abasto y con toda la comunidad de La Plata”.

“Es un amoroso compromiso de visibilización para cambiar injusticias inaceptables”

Sebastián Cuattromo

 

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