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Opinión |Editorial

Educación y libertad son lo contrario de todo intento de adoctrinamiento

Educación y libertad son lo contrario de todo intento de adoctrinamiento
19 de Noviembre de 2020 | 04:20
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La experiencia histórica de la Argentina y la aquilatada en muchos otros países contienen claras enseñanzas sobre lo regresivo que resulta ser el adoctrinamiento político en los ámbitos educativos, que en primer lugar pretende invadir y entrometerse en espacios de libertad que pertenecen a los alumnos, a quienes se les intenta así negar, desde temprano, capacidad de discernimiento propio.

Este ataque a la posibilidad de un desarrollo libre de la personalidad de los chicos y jóvenes se ha presentado, invariablemente, en las dictaduras más rígidas, como las planteadas en el nazismo y en la desaparecida Unión Soviética, con Hitler y Stalin convertidos en arquetipos.

Esas experiencias ciertamente negativas, cuyos resultados fueron aterradores, se vieron replicadas por dictadores de toda laya, que promovieron el culto a la personalidad y que, sin rubor alguno, en lugar de garantizar el libre aprendizaje de los jóvenes, volcaron hacia ellos prédicas oscuras, en las que la luz de la verdad no surgía del derecho a pensar sino de la voluntad del líder. Por el contrario, en ninguna sociedad avanzada, democrática y realmente progresista se ha buscado adoctrinar a los estudiantes de ningún nivel.

En esos esquemas desviados y obsecuentes, la verdad sólo la tiene el que dispone del poder y la fuerza. Se trata, por consiguiente, de una conclusión conceptual que se encuentra en las antípodas de lo esencial de la educación, que exige justamente que cada estudiante conozca las distintas alternativas de la realidad para que, después, cuando crezca, elija su propio rumbo. Hay algunos, sin embargo, que propician eliminar esa opción e inducir a chicos y jóvenes a que vayan sólo en la dirección que ellos les indican.

Lamentablemente, existieron en los últimos años numerosos antecedentes de esta naturaleza en nuestro país, en todos los niveles de la educación y esa intención se ha visto reflejada en el actual gobierno nuevamente. En el caso de los chicos de menor edad, puede recordarse el reparto de libros y folletos escolares durante la pandemia con textos que contenían claros mensajes doctrinarios a favor de la Cámpora, del kirchnerismo o del presidente Alberto Fernández, matizados con críticas al gobierno de Horacio Rodríguez Larreta o con enumeraciones elogiosas de las obras públicas dispuestas por el actual gobierno nacional.

Mensajes presidenciales, apologías de figuras del peronismo y del kirchnerismo, críticas a los opositores forman parte habitual del material “didáctico” que las autoridades educativas no dejaron de enviar a los colegios. Se promueven dibujos como “Gorila, gorilón” y otros de parecido tenor, mientras que no han faltado críticas del oficialismo educativo a Domingo Faustino Sarmiento, pese al luminoso aporte que dejó a favor de la educación pública, gratuita y laica.

En el otro extremo, es decir, en muchas Universidades, no han faltado desde 2003 persecuciones, hostilidades, silenciamientos y hasta cesantías de profesores por el sólo hecho de no pertenecer el profesor al oficialismo de turno. No puede pasarse por alto actos públicos a dictadores sudamericanos que negaron y niegan libertades esenciales a la población, que promovieron la pobreza y originaron uno de los mayores éxodos de la historia y una de las más terribles catástrofes sociales.

Afortunadamente, existen en el mundo universitario personalidades libres y respetuosas de los estudiantes, a quienes no coaccionan con intromisiones que nada tienen que ver con la libertad de conciencia. Si hiciera falta un modelo en el que inspirarse, la Argentina cuenta con la Reforma Universitaria de 1918 que exaltó todas las libertades y le dio al país un impulso académico de relieve.

Promover, en cambio, la difusión de manuales y textos escolares que exaltan sólo a un sector político y, asimismo, intentar teñir el derecho de aprender de los alumnos con pruebas en las que se denigra a políticos no pertenecientes al oficialismo –como ha ocurrido estos días con un examen escrito en la Universidad Nacional de Buenos Aires, cargado de groseros ataques al gobierno anterior- no son los caminos que deben transitar los docentes ni las autoridades educativas.

Se ha dicho que, hasta ahora, todavía puede hablarse de casos esporádicos. Ello no implica desconocer que existe una fuerte tendencia hacia el adoctrinamiento educativo, de modo que el gobierno nacional debería evitar que se generalice. Una cosa es el populismo bien encarado, como alternativa que un sector puede defender. Otra muy distinta sería aceptar que se convierta en una fórmula despótica, impulsada por unos pocos con la intención de disciplinar a todos.

La educación pública es una de las columnas esenciales del Estado, y el Estado no pertenece a ningún partido político.

 

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