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Espectáculos |BREVE HISTORIA

Pantalla erótica: los actores que jugaron al límite de lo explícito e hicieron arder la tevé y el cine locales

Desde Isabel Sarli a Pampita, de Gerardo Romano a “La China”, desafiaron las normas y causaron sensación

Pantalla erótica: los actores que jugaron al límite de lo explícito e hicieron arder la tevé y el cine locales

Susana Giménez y Carlos Monzón en la mítica “La Mary”

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

20 de Octubre de 2019 | 08:00
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Cuando en 1946 la mítica Olga Zubarry protagonizó el primer desnudo de la historia del cine nacional en “El ángel desnudo” (aunque ella dice que no, que usó una malla muy ajustada porque era menor), algo se habilitó: las compuertas del reino erótico se abrieron para el cine y la televisión de nuestro país, iniciando una prolífica historia de películas y shows que a menudo se vendieron solamente con la promesa de osadas escenas sexuales.

Pero aunque el retrato de la belleza física de sus sujetos, de la intimidad y las relaciones afectivas ha sido objeto de la cámara desde los inicios del medio, es también un universo problemático, por lo que esta breve historia de los actores que hicieron arder la tevé y el cine es también la historia de prohibiciones, censuras y películas de dudosa moral.

La primera en desafiar la moral de la época, claro, fue Isabel “La Coca” Sarli, mito del cine erótico en nuestro país y responsable de la educación sexual de varias generaciones. Sarli, claro, merece un capítulo aparte junto a Armando Bó, el cráneo detrás del mito y director de emblemáticas obras del erotismo que se expandieron a lo largo de una década y media, desde “El trueno entre las hojas” a “Fiebre”: durante esos años, su cine desafiaba los límites de lo que se podía mostrar, aunque, en retrospectiva, sea algo naif... y también, desde ya, cintas algo machistas, analizadas desde la claridad del presente. El título del filme “Carne”, donde una muchacha (siempre Sarli) que trabaja en un frigorífico es secuestrada y violada en un camión de transporte de carne por un grupo de hombres, todo lo dice.

Eran tiempos difíciles para el cine nacional que quería ser erótico. La larga historia de censura en el medio, que comenzó con el primer peronismo, comenzó a vigilar la producción de forma severa desde 1951, desde la Comisión Nacional Calificadora (precursor del Ente de Calificación Cinematográfica, creado durante el gobierno de Onganía), un organismo que se fue nutriendo de influencias católicas conservadoras con el correr de los años.

Inspirado en el edicto franquista que prohibía difundir las “actividades sexuales ilícitas”, el código de censura dictado en 1968 bajo la dictadura de Onganía prohibió años después las escenas con “insinuaciones de orden sexual, estimulo del erotismo” y otras que promovieran las relaciones extramatrimoniales. También se prohibió el pensamiento comunista.

Sarli resistió a la censura, aunque sus películas fueron tijereteadas profundamente. Cuando en 1973 regresó la democracia, algunos soñaron con un regreso de la libertad cinematográfica, y, un año después, se estrenaba “La Mary”, donde una de las estrellas del momento, Susana Giménez, protagonizaba escenas de alto voltaje con Carlos Monzón. Algunos dicen que había poco de actuación en aquellos momentos de intimidad...

Pero el destape tendría que esperar: la censura continuaba a la orden del día (muchos jóvenes de ayer recuerdan haber corrido al Cinema Uno de Suipacha a ver “Último Tango en París” en 1973, antes de que sea levantada por orden judicial) y, tras la muerte de Perón, Isabel designó al frente del Ente de Calificación Cinematográfica a Miguel Paulino Tato. “El Señor Tijeras”, el mayor censor de la historia del cine nacional, que continuaría con su labor en tiempos dictatoriales.

TIJERA Y PICARESCA

En aquellos tiempos resistió la picaresca de la factoría de Hugo Sofovich, películas como “Expertos en pinchazos” y “Así no hay cama que aguante”, un tipo de humor con un poco de piel siempre femenina que se trasladaría a la tevé con Olmedo y Porcel al frente. Pero para el regreso del erotismo hubo que esperar a la caída de la dictadura cívico-militar: en 1984 el Senado derogó la ley 18.019, que en enero de 1969 había creado el conocido Ente de Calificación Cinematográfica y comenzó un nuevo destape en las pantallas, con numerosos ejemplos desde el thriller erótico “Correccional de mujeres”, con Edda Bustamante al desnudo en una cárcel femenina, hasta la ridícula “Las colegialas se divierten”, con Susana Traverso y Mónica Guido al frente, “un pobre ejemplo tardío del destape nacional” según determinó la crítica de entonces.

“Si por algo Las colegialas pasará a la historia del cine será porque se trata del primer film argentino y el primer film a secas al parecer en que un personaje femenino se tira un pedo, expansión permitida a los hombres hasta el momento”, escribió Daniel López en La Razón. De allí emergería nuestro National Lampoon: el equipo continuó la tradición de Olmedo en la tevé, con un destape ATP que llevó a muchas vedettes de la época a la televisión, con Guillermo Francella a la cabeza, Carlos Gallettini como director recurrente (asistente de dirección en “La tregua”, nominada al Oscar), Salvador Valverde como guionista y sagas como “Los bañeros”, “Los extermineitors” y “Brigada Cola” como ejemplos.

En aquellos años 80, muchos actores hoy consagrados mostraron algo de piel en el camino al estrellato, desde Katja Aleman y Carola Reyna a Ricardo Darín y Darío Grandinetti. Alicia Zanca revelaba todo en “Los amores de Laurita”, y protagonizaba escenas de sexo subidas de tono con Daniel Fanego, Gustavo Garzón y Raúl Rizzo. En “Sucedió en el internado”, un asesino hacía de las suyas con “colegialas”, y de paso veíamos a Silvia Pérez y Mariana Karr, entre otras, en jugadas escenas con Facha Martel, galán de la época y Gerardo Romano, que comenzaba a habituarse al destape.

Otra de cárceles, “Atrapadas”, tuvo como protagonistas a Leonor Benedetto y Camila Perise, con Romano otra vez sin nada puesto y manteniendo, al inicio, una escena muy subida de tono con su pareja de entonces, Benedetto. Según cuenta la leyenda, terminada de filmar, los técnicos dejaron sola a la pareja para que se hicieran unos mimos por el estado hot en el que estaban...

En 1984 se disolvió el Ente de Calificación Cinematográfica y comenzó el destape

 

EN LA PANTALLA CHICA

Ahora, el cine era una cosa, pero la tevé era otra. Porque en la pantalla chica mandan los auspiciantes, que no querían saber nada con shows de tevé solo para adultos porque reducía el rating drásticamente. Por eso, por ejemplo, Telefé levantó en 1994 “La marca del deseo”, tras dos episodios: el thriller erótico protagonizado por Gerardo Romano, un psicópata que goza tatuando a sus víctimas después de seducirlas, mostraba en escenas muy calientes a Romano, Esther Goris y más, algo totalmente inhabitual en la pantalla chica. La Cámara Argentina de Anunciantes sugirió a sus miembros no pautar publicidad en el programa y triunfó en su boicot.

La serie se emitiría finalmente en 1997, cuando la Cámara, de fuertes valores conservadores, comprendió que el entretenimiento para adultos también vendía (entre otros motivos, por los 15 puntos de rating que marcaba a la medianoche “Beavis y Butthead”). Para esa época aparecían ficciones como “Ciudad prohibida”, otro thriller psicológico cargado de sexo, con Thelma Biral, Nora Cárpena, Antonio Grimau y Valeria Britos como protagonistas.

La apertura continuó en el nuevo siglo, con ficciones de alto voltaje como “Tiempo final”, “Doble vida” e “Historias de sexo de gente común”, que mostraban a las estrellas de esos días desprovistas de ropaje (desde Florencia Peña a Pamela David), mientras que en las ficciones del prime time, pensadas habitualmente para toda la familia, también comenzaron a animarse a más: desde “Resistiré” a “El elegido”, las escenas hot eran la norma en la televisión argentina después de la noche.

En los últimos años, sin embargo, esas ínfulas de mostrar carne y escenas hot, muy problemáticas en tiempos donde se han vuelto evidentes los problemas de volver a actores y actrices meros objetos del deseo, se apaciguaron en la televisión. También, claro, hay menos ficción nacional, y con cada producción se corre tanto riesgo que se intenta crear series que apelen a la mayor cantidad de público posible (el sexo ofende ciertas sensibilidades y, además, elimina a un sector entero de la audiencia, los más chicos).

Pero el erotismo siempre sobrevive, y tiene un nombre: Érica Halvorsen es la guionista detrás de “ADDA”, con Mariano Martínez, Eleonora Wexler y Federico Amador, y también de “El hilo rojo”, drama romántico con escenas muy eróticas entre “La China” Suárez y Benjamín Vicuña que, entre beso y beso, terminaron, como Susana y Monzón, convirtiéndose en pareja, un amor sellado en el motorhome de la producción.

Halvorsen también escribió “Desearás al hombre de tu hermana”, una cinta vendida alrededor del protagonismo de Pampita en una película erótica (una costumbre desde el primer desnudo nacional, que ya anunciaba en el título la presencia de Zubarry como Dios la trajo al mundo). La cinta de altísima temperatura parece ridícula como drama romántico; sin embargo, hay un aspecto paródico en el melodramático volumen de los engaños cruzados, las tentaciones y el exceso que la vuelve candidata a volverse cinta de culto (que se puede ver en Netflix), sumado, claro, a la presencia de Pampita, jugando a ser Sarli.

De hecho, la modelo contó que, como “Coca”, se congeló filmando escenas en traje de baño en aguas frías, metiéndose una y otra vez en la pileta para repetir una de las recurrentes imágenes del cine erótico nacional: mujeres mojadas, mojadas por la lluvia, por el agua de la pileta, por la ducha.

 

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