
Carlos Patricio Mac Allister se eleva y de cabeza convierte el 2 a 0 ante la mirada de Darío Ortíz (6) / Archivo
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Estudiantes en junio de 1991, pudo imponerse 2-0 en el estadio del Bosque después de casi 15 años, con goles de Aredes y Mac Allister
Carlos Patricio Mac Allister se eleva y de cabeza convierte el 2 a 0 ante la mirada de Darío Ortíz (6) / Archivo
Walter Epíscopo
wepiscopo@eldia.com
Alguien dijo alguna vez que las rachas están para romperse. Y hay pocas verdades como esas en el fútbol, por que en algún momento, sea buena o mala, se termina cortando. El domingo 30 de junio de 1991 se jugaba una nueva edición del clásico platense y el escenario era el estadio del Lobo, lugar donde el Pincha no podía ganar desde el 26 de septiembre de 1976, es decir, casi 15 años.
Es importante aclarar, que Gimnasia había estado 5 largos años en la vieja Primera “B” y obviamente no se habían enfrentado. Pero, la racha sin ganar de visitante a su clásico rival se había acrecentado por que desde 1985 se habían vuelto a enfrentar y no lo había podido conseguir.
Es más, luego del clásico 100 (en 1985) Estudiantes no lo había podido derrotar más a Gimnasia, con tres derrotas y siete empates. Pero ese domingo del `91, los albirrojos dirigidos por Humberto Zuccarelli lograron imponerse 2 a 0 en 60 y 118, con goles de Raúl Aredes y Patricio Mac Allister, y cerraron un torneo aceptable con 18 puntos (se entregaban dos por partido ganado), quedando a un punto de meterse en la Liguilla.
En cuanto al partido, fue un encuentro parejo, pero la visita se mostró mejor en la definición, y tuvo en el tucumano Aredes a la figura del partido.
Y para quien fue el conductor de aquel equipo estudiantil que rompió el “maleficio” de visitante, es imposible no recordar aquel clásico. El “Flaco” Zuccarelli piensa un momento y los recuerdos aparecen de aquella tarde donde el festejo fue rojo y blanco.
- Tenían esa carga de años sin ganar de visitante.
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- Sí, me acuerdo bien de ese momento. Habíamos hecho una buena campaña, era la última fecha y llegamos bien como equipo y anímicamente bien también. Por eso teníamos confianza en que podíamos sacarlo adelante. Se dio un partido trabado y nosotros pudimos definirlo a nuestro favor.
- Los clásicos siempre fueron trabados, duros...
- Seguro, toda la vida los clásicos han sido iguales, parejos, duros, cerrados. Depende mucho de cómo te levantás ese día. Pero en ese momento también era ver quién se adaptaba mejor a la gente y la presión que había ya que estaban las dos parcialidades. Ahora es diferente, los futbolistas se acostumbraron a jugar con una parcialidad.
“Poder ganar un clásico es un premio, pero hacerlo de visitante es como el premio mayor, es muy especial”
- Se conocían bastante también, había respeto.
- Creo que siempre debe haber un respeto por el rival, eso no se debe perder. Es el partido del año, es el partido que la ciudad espera y esto siempre fue así, con una semana especial. Genera tensión, nerviosismo, pero el nerviosismo los jugadores lo pierden cuando se inicia el partido.
- En esos tiempos parecía que en las calles se vivía de otra manera y el jugador lo sentía.
- Sí, es así. Antes había más contacto entre el jugador y el hincha. Yo salía en mi barrio y el almacenero, el verdulero, el carnicero te hacían llegar la presión del partido, te pedían que había que ganar como sea, dejar todo. Ya lo vivías en el barrio.
- ¿Pesaba en ese momento la racha de no ganar de visitante?
- Sí, obvio, vos querés ganar y en la semana se siente. Igualmente, creo que nunca hubo una semana con tanta presión como la previa al clásico 100. Esa fue una semana tremenda porque hacía mucho tiempo que no se jugaba el clásico y había mucha expectativa en la gente, en los jugadores, en los dirigentes. Toda la ciudad esperaba ese partido, fue una locura, por suerte lo terminamos ganando con el gol del “Bocha” Ponce en una tarde muy lluviosa.
- En ese clásico 100 que usted también estuvo, Estudiantes ganó de local, pero, ¿qué significaba ganar de visitante?
- Y... Ganar de visitante era un premio mayor. Ganarlo es un premio, pero hacerlo de visitante, es especial. Ese partido me acuerdo que nos quedamos festejando en el vestuario, teníamos una gran alegría.
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