Mohamed Salah, el “creador de la felicidad” que ya le hace sombra a Messi y Cristiano

Mohamed Salah está en boca de todos. El egipcio, que ayer le marcó dos goles a la Roma jugando para el Liverpool en el partido de ida por una de las semifinales de la Champions League no deja de sorprender y ya le hace “sombra” a Messi y Cristainao Ronaldo con lo que entra a terciar en la consideración de quien será el próximo Balón de Oro en el continente europeo. A todo esto, en Egipto catalogan a Mo Salah como un “creador de felicidad”, un héroe de masas, no sólo por sus capacidades como futbolista y sus grandes gestas dentro de una cancha, sino por su generosidad, humildad y liderazgo. Es un hombre que no se olvida de sus orígenes y gran parte de su sueldo, que lo ha ganado a lo largo de su carrera como futbolista profesional, lo ha donado para el desarrollo de Nagrig, el pueblo en el que nació hace 25 años y que sigue sumido en una crisis social que no parece tener fin.

La pobreza y la miseria fueron obstáculos que le pudieron llegar a impedir destacarse como jugador de fútbol. Sin embargo, tuvo suerte, la guía de sus padres y las ganas de progresar. Comenzó jugando con su hermano y sus amigos del pueblo. Y las polvorientas calles de Nagrig lo fueron curtiendo, hasta tal punto de llegar a destacarse más que los jugadores mayores. Su primera escuela de fútbol quedaba en Basyoun, a media hora de donde vivía. Luego pasó a otro club en Tanta, que quedaba a una hora y media de su casa, pero su talento lo llevó a un equipo de El Cairo, que era propiedad de una empresa petrolera y al que debía llegar en un colectivo que se demoraba cuatro horas y media. En ese entonces jugaba en la posición de lateral izquierdo.

“En un partido difícil, que ganamos cuatro a cero, estábamos todos festejando menos Mohamed, que estaba llorando porque no había metido un gol. Entonces le dije que lo iba a cambiar de posición por su velocidad y pasión por marcar. Cuando pasó al ataque, metió 35 goles en una temporada con la Sub 16 y Sub 17”, le dijo al periódico británico The Sun, Al Shesheni, el entrenador del egipcio de aquel momento.

“Tenía que dejar la escuela temprano para llegar a los entrenamientos. Me dieron permiso y durante ese tiempo sólo estudiaba dos horas al día. Por suerte me convertí en futbolista profesional, porque si no, creo que las cosas serían muy difíciles para mí ahora”, comentó Salah en una entrevista con los medios oficiales de su actual Liverpool.

Su llegada al fútbol internacional se dio gracias a un partido amistoso entre la selección juvenil de Egipto y el Basel de Suiza. Salah fue figura en ese encuentro y al final le ofrecieron quedarse a prueba en el equipo suizo. Más tarde firmó y estuvo por dos temporadas. Comenzó a ganar un buen sueldo, pero siempre su premisa fue donar a los más necesitados gran parte de sus ganancias.

Tras dos temporadas en el equipo helvético, pasó al Chelsea inglés. En su primera etapa en Inglaterra no se destacó, no tuvo la confianza de José Mourinho y fue prestado a la Fiorentina de Italia, en la que comenzó a mostrar su potencial y por eso, tras 26 presentaciones con la camiseta violeta, pasó a la Roma, equipo con el que “despegó” y que ayer lo tuvo que sufrir en carne propia.

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En 83 partidos marcó 34 goles y metió 24 asistencias con el equipo romano. Regresó a Inglaterra, al Liverpool, club en el que se ha sabido ganar el cariño de los fanáticos en menos de una temporada.

En su selección es una leyenda. Es el mejor jugador de Egipto y por un penal suyo los “faraones”, dirigidos por el técnico argentino Héctor Cúper, volvieron a clasificar a un Mundial de Fútbol, después de 28 años. Gracias a esa gesta, uno de los empresarios más poderosos del país, Mamdou Abbas (ex presidente del Zamalek), le regaló una mansión como premio, pero Salah la rechazó y le pidió que donara dinero para su pueblo, Nagrig. La escuela industrial donde estudió, en Basyoun, lleva su nombre.

Ahora recibe más de 100.000 euros al mes y tiene un valor en el mercado de 200 millones. Con lo que ha ganado compró la primera ambulancia del área y numerosos equipamientos médicos que mejoran la vida de decenas de personas. Junto a su organización benéfica, aporta cerca de 3.500 euros mensuales para apoyar a las familias de Nagrig. Y tras su fichaje por el Liverpool, lo primero que hizo fue regalar 240.000 euros a un fondo monetario de Egipto. Es tan querido, que en las pasadas elecciones presidenciales obtuvo el segundo lugar en las votaciones, con casi un millón de votos, pues la gente ponía la boleta con su nombre, en lugar del elegido Abdel Fattah al-Sisi y del otro candidato Moussa Mostafa. Ahora Salah no es sólo “El creador de felicidad” por sus goles, sino por su generosidad.

Mohamed Salah es el máximo goleador en competiciones europeas con un total de 43 tantos